Este asunto está ahora, y para siempre, en tus manos, nene”, reza uno de los tantos himnos de la aclamada banda platense. Una frase que, sin dudas, calza a la perfección con el clima de época que vivimos. Marchas, protestas, alboroto, destrucción y muerte. A esta era absolutamente cambiante y volátil, se le suman cada vez más conflictos, originados en la puja de intereses de distintas clases. En el medio, quedamos nosotras y nosotros, con nuestras vidas y cuerpos expuestos a semejante frenesí. Como quedan expuestos los cuerpos de millones de animales a lo largo y ancho del planeta, desde hace ya mucho tiempo.

Dichos animales, aparentemente destinados a morir, han sido siempre el blanco ideal de las cadenas de alimentos, que sostienen sus ingresos en base a dietas carnívoras, las cuales atentan directamente contra las demás especies que habitan el mundo. Las cuales se ven seriamente afectadas por nuestros distintos tipos de consumo. El calentamiento global es un hecho y nuestra propia raza, se encuentra ante un peligro sin precedentes: la extinción.

Ahora bien, no todo es pesimismo y oscuridad, pues en la vereda contraria a estas empresas, se encuentras militantes, activistas, voluntarios y movimientos de todo tipo. Gente que día a día elige abocar su tiempo a la lucha por la defensa de los derechos animales y el cambio climático. Tal es el caso de Voicot, un espacio creado para estos fines, el cual tiene origen en nuestro país de la mano de los publicistas Malena y Federico.

Antes de que nazca Voicot creamos otra fundación con Fede, mi sensibilidad por los animales siempre estuvo. Se me acercaron algunas personas, ya había internet. Así que nos pusimos a pensar en armar alguna ONG para defender los derechos animales. Existían algunas, pero pocas. Desde la comunicación había mucho terreno para explorar. Muchos espacios por ocupar. Se hacía poco y con mucho esfuerzo. Dice Malena y agrega: “Mi rol como publicista me ayudó a ver todo esto desde un lugar diferente. Por eso había que ocupar ese lugar, nos abrimos de ese primer proyecto y con Fede fundamos Voicot. Cuando hay necesidades, hay ideas”.

Cuando se habla de dejar de comer animales, no solamente se habla de una decisión per se, sino de un estilo de vida. Costumbres contra razón, sensibilidad versus comodidad. La empatía como un norte y proteger o actuar conforme a ella, como un medio para ponerla en valor.

Malena hace hincapié en que el problema es que estamos muy aferrados a nuestras creencias, les cuesta mucho desprenderse de ellas. Nuestras elecciones al momento de elaborar nuestras dietas nos definen. La ética y la moral deberían serlo todo, pero no lo son. Y no es por falta de sensibilidad: es por costumbre. Desgraciadamente, según ella: “Este sistema nos mata sin que nos demos cuenta. Ya no necesitan de cosas obvias como las guerras, ahora nos matan de otras formas. Es muy difícil derrocarlo, pero se puede. De ahí a que muchas personas se hacen anti especistas por distintas vivencias, por eso es fundamental que todos los que estamos en esto, llevemos el mensaje de todas las formas posibles para que alcance a mucha gente”.

Los criterios de verdad se ponen en jaque constantemente, lo que es normal y lo que no, se trenza en una danza que parece no tener final. Porque, por un lado, se encuentran los fundamentalistas de la dieta a base de productos de origen animal, quienes aseguran que esos animales nacieron para ser alimento del hombre, que la discusión no pasa por si sufren o no, porque es lamentable que sufran, pero es algo que ya está establecido y se erige como una necesidad: sin carne, nos quedamos sin nuestra principal fuente de proteínas. El concepto parece convincente.

Foto: La República

Eliminaría dos mitos: primero, que hace falta matar animales para comer por la cantidad de muertes que eso ocasiona a nivel mundial. Segundo, el tema de que dejar de comer animales es caro. El veganismo debería centrarse más en lo popular, porque hay personas que ante la necesidad no piensan en si el animal sufre o no, habrá algunas que sí, pero la gran mayoría no y con mucha razón”. Por ello, Malena sostiene que es indispensable que el mensaje los interpele desde otro lugar. Puesto que deben entender que es muchísimo más económico y mejor para su salud comer frutas, verduras y legumbres. “Al estar mejor alimentados, por añadidura, seguramente, estarán mejor educados, y creo que la educación es muy importante. Como mínimo tenemos que cuestionarnos todo”, cierra.

Sobre esta idea de equilibrio entre las especies, trabaja hace años Voicot, un proyecto multifacético que lleva a cabo, entre otras acciones, investigaciones, curaduría de libros y  confección de material digital libre y gratuito.

“El proceso creativo de Voicot es bastante artístico, tenemos varias zonas de laburo como las investigaciones y los afiches. Otra es la invención de los productos que vamos a crear para que formen parte del material de difusión, los libros y la curaduría de los mismos. El objetivo de Voicot es que nuestro material se material para generar activismo. Desde esa creatividad nace Difusión B, que son grupos que se juntan para hacer pegatinas de afiches por todos lados, cuestionando las publicidades sobre las cuales se ponen esos afiches. Con el objetivo de cuestionar justamente esas publicidades y sus mensajes”, destaca la activista.

El proceso creativo de Voicot es bastante artístico, tenemos varias zonas de laburo como las investigaciones y los afiches.

Malena – Voicot

Por otra parte, es preciso señalar que el trabajo en conjunto con las nuevas generaciones, es de vital importancia para asegurar la trascendencia de una accionar que requiere cada vez más tiempo y energía. Los procesos son largos y, muchas veces, las conquistas no alcanzan para satisfacer la totalidad de las demandas existentes dentro un movimiento que crece a pasos agigantados. “La juventud juega un rol fundamental porque están menos aferrados a sus creencias, cuando creces te encerrás más en tus estructuras y por eso que en ellas y ellos están puestas todas nuestras esperanzas. Sin dudas son imprescindibles para el presente y lo que se viene”, cierra.

Malena sostiene fervientemente que la vida es sinónimo de biodiversidad, pues en la diversidad esta la vida. Por eso, piensa que la normalidad como concepto no esta buena. Ya que todo depende de cómo nos criamos, nuestro contexto, nuestras vivencias y el azar. Depende de muchos factores que no podemos modificar. “Es llamativo que nos quieran volver a todos una misma cosa. No por nada estas construcciones imperan en nuestra cultura”.