El 26 de diciembre de 1982, Charly García tocaba en el estadio de Ferro para presentar Yendo de la cama al living, su primer disco solista. Con la compañía de Suéter y Los Abuelos De La Nada, el artista del bigote bicolor llevó adelante el primer recital de rock nacional en un estadio de fútbol. A partir de ahí, se abrió una puerta para el género que terminó de destrabarse en los 90’s con el boom de varias bandas convocantes. 40 años después, salvando las diferencias políticas, sociales y tecnológicas en las que se criaron, podemos encontrar un cierto paralelismo que podría indicar que el trap está atravesando sus propios 80’s.
La última semana fue inédita en la historia de un género que, aunque no sea joven, sí lo es en Argentina. La semana pasada, Duki anunció su show en el estadio de Vélez, el primer recital en un estadio de fútbol de un trapero nacional. Para sorpresa hasta del propio entorno del artista, las entradas se agotaron en solo tres horas, haciendo que la organización ponga una segunda fecha que (nuevamente) se agotó el mismo día que salieron a la venta los tickets. Pero eso no fue todo, ya que al “Duko” le siguió Wos con el anuncio de su presentación en la cancha de Argentinos Juniors el 28 de octubre.
El anuncio de los primeros reciales masivos del trap argentino por parte de sus pioneros podría asimilarse con los principios de los años 80. De hecho, creer que a partir de esto el género se instala definitivamente en los estadios es absurdo. Pero estamos hablando de dos artistas de culto para el trap nacional y, aunque sus triunfos se celebren como victorias generales, son el resultado de una gran carrera personal. Por un lado, el “Duko” es la cara del trap argento. Con un estilo aferrado a la definición enciclopédica del género (con un punto bisagra a partir de Modo Diablo) fue quien popularizó el ritmo hasta convertirse actualmente en el argentino más escuchado en Spotify. Mientras tanto, Wos supo hacerse querer no solo por su carisma sino por mostrar una alternativa al “trap clásico”. Con una amplia gama de ritmos, letras contestatarias y algunos guiños ricoteros, los rockeros lo adoptaron como su rapero favorito.
Es evidente que los líderes de este movimiento artístico están llevando al género a un nuevo nivel. Sin embargo, hay que destacar la velocidad con la que el trap logró abrir esta puerta. Este logro genera ciertos recelos entre otros géneros musicales que se disputan el título del “más convocante”. Sin embargo, el hecho de que el trap haya atravesado estos procesos con semejante rapidez fue, en parte, gracias a la batalla social y cultural que dio en su momento el rock.
Pongamos en contraste la época en que surgieron los recitales en estadios del rock nacional. El primer show de Charly en Ferro fue en plena dictadura militar. Hablamos de una etapa histórica donde el rock era censurado y la libertad de expresión en general coartada por los militares. Hoy, los chicos que se subirán a esos emblemáticos escenarios nacieron en democracia y, en parte, la velocidad del progreso de un género musical emergente es una consecuencia de la lucha que dio el rock en su momento para combatir la censura. No les prohibieron reproducir sus canciones ni tuvieron que pasar por la clandestinidad a la espera de un cambio político. De hecho, tampoco tuvieron que hacer prácticamente en secreto sus primeros recitales en canchas de fútbol (Serú Girán tocó en cancha de Los Andes en 1979, pero solo se publicitó de boca en boca por los vecinos de Lomas de Zamora). Las heridas que sufrió el rock en esos años oscuros dejaron el camino despejado para que estos nuevos géneros sigan el mismo camino sin inconvenientes.
Es imposible no hacer una distinción en cuanto a las diferencias tecnológicas de la década del 80 y los “80’s del trap”. Desde el año 2022, no podemos más que suponer cual hubiera sido el alcance de Charly, León Gieco, Spinetta o Pappo en su apogeo si hubieran contado con herramientas como internet, con plataformas como Spotify o YouTube y la masividad que generan las redes sociales. Incluso, siguiendo este razonamiento, sería válido fundamentar que la lenta llegada del rock argentino a los estadios se dio así porque el principal medio de comunicación en aquella época (la radio) era controlado por el aparato de censura del gobierno militar. Por esta razón, el cuartel de batalla del rock nacional siempre estuvo en el under.
Sin embargo, por momentos, el under del rock pareciera no reconocer el llamativo universo del under del trap. ¿Hay una mano de productoras y medios que ayudan a la difusión del género? Puede ser. ¿Es el trap mainstream? Todo indica que sí. Pero todo esto no hace menos importante el underground del género, que tiene su enclave en el freestyle. Las plazas, y principalmente eventos como El Quinto Escalón, fueron la cuna de quienes hoy lideran la escena del trap argento. Así como el rock tuvo lugares emblemáticos como Cemento, estos jóvenes, antes de llegar a escenarios importantes, se juntaban en Parque Rivadavia a competir en las “batallas de gallos” que poco a poco fueron forjando esta cultura urbana.
De todas formas, es evidente también que las ventajas digitales ayudaron a la rápida expansión de la música de los nuevos artistas, haciendo de ella algo masivo en tiempos muchos más acotados. El paso por el under fue más corto gracias a las herramientas que da internet, permitiendo que la llegada a los estadios sea también mucho más rápida. Lo que al rock le llevó alrededor de 20 años, al trap le costó menos de una década.
Mirando un poco más hacia el presente, donde se plantea una absurda discusión de que el rock está muerto y el trap llegó en su reemplazo, en realidad el segundo llega a lo más alto en un buen momento del primero. Los shows de La Renga en La Plata, Los Gardelitos tocando en canchas como Quilmes y Deportivo Morón, y el gran presente de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado son algunos ejemplos que mantienen al rock en el lugar insignia que tiene desde hace décadas en Argentina. Ante este panorama, la convivencia de ambos géneros abre un abanico de posibilidades que de a poco se va vislumbrando. De hecho, Wos compartiendo el escenario con Ciro y Los Persas, Cazzu junto a Los Gardelitos en el Cosquín Rock y el feat de Nicki Nicole con No Te Va Gustar tuvieron una gran aceptación en el público.
A pesar de las notorias diferencias, no solo musicales, sino en su formación social, política y tecnológica, el trap hoy recorre pasos parecidos al rock, aunque a mucha mayor velocidad gracias a internet. A partir de este año, pegó el salto de calidad para intentar afirmarse en lo más alto, con sus principales referentes llegando a los estadios, con el peso simbólico que significa. “Te guste o no te guste somos el nuevo rock and roll”, dijo Trueno allá por el 2020. Ahora que el género vive sus propios 80’s, llegó la hora de confirmar esas palabras y plantarse junto a los artistas que grabaron su nombre en la historia de la música argentina.
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