Los fallos arbitrales en el Fútbol Argentino no solo alteran el curso de los partidos, sino que también generan un clima de desconfianza, frustración y prepotencia entre los propios protagonistas del juego.

A fin de evitar problemas superiores, los árbitros provocan de manera natural protestas y tensiones, que incluso desencadenan en enfrentamientos. Las consecuencias de estos errores son amplias y afectan a todos los niveles del fútbol. Por otro lado, la confianza de los hinchas en la integridad del deporte se ve comprometida.

Asimismo, los árbitros y el sistema de arbitraje en su totalidad enfrentan un creciente cuestionamiento sobre su credibilidad y profesionalismo. Las críticas sobre la imparcialidad de las decisiones arbitrales han generado dudas sobre la capacidad misma de los designados para impartir justicia en cada partido.

En este contexto, el VAR como árbitro asistente de video juega un papel importante. Su función es revisar y corregir errores claros que los árbitros no detectaron o eligieron ignorar, gracias a la posibilidad de revisar las jugadas a través de repeticiones. Si un error evidente no se corrige ni se sanciona después de revisar las imágenes del VAR. ¿Cuál podría ser la causa de la falta de corrección?

El sistema en sí no garantiza una justicia perfecta y puede estar influenciado por intereses externos. Muchas veces queda demostrado en este tipo de situaciones que hay árbitros con poca firmeza o poca personalidad, que terminan marcando decisiones o siendo influenciados por las indicaciones del VAR. Esto se traduce en la idea de que, si reciben un llamado desde arriba, es porque algo está mal y deben sancionarlo; cuando no siempre es así.

Por otra parte, no queda del todo claro en nuestro fútbol cuál es la imagen que analiza el árbitro durante estas revisiones en comparación con la que se muestran en la transmisión oficial que vemos por la televisión. Además, el trazado de líneas para revisar el fuera de juego, comparado con el utilizado en los partidos de CONMEBOL, deja mucho que desear. Hay una gran diferencia tecnológica al respecto, y no por falta de dinero en AFA, sino por falta de inversión en ello.

El Monopolio de Beligoy

El arbitraje argentino enfrenta la peor crisis de su historia, evidenciada por la falta de transparencia y la concentración de poder en Federico Beligoy. Desde 2018 es el director nacional del arbitraje en Argentina. Todos los árbitros, desde su ingreso a la escuela de AFA hasta su ascenso a primera y a la categoría de internacional, están bajo la influencia directa de Beligoy, que controla cada aspecto de su carrera. Incluida la evaluación, promoción y designación en partidos internacionales, así como el manejo del gremio de árbitros, lo que los deja en una posición vulnerable y dependiente de una sola persona.

La falta de competencia real para tener un secretariado general de la Asociación Argentina de Árbitros, increíblemente se debe también a la influencia de Beligoy. Árbitros prometedores deciden no optar a la disputa y no postularse para evitar poner en riesgo sus carreras.

Así como cuando los jugadores de fútbol, actores principales, quieren alzar la voz son censurados por la institución arbitral que amenaza con enviar cartas documento. La Asociación Argentina de Árbitros (AAA) en septiembre de 2022 comunicó al respecto: “Hemos realizado una reunión “ad hoc” para analizar el constante agravio y hostigamiento del cual es víctima el colectivo arbitral. En este marco decimos: no permitiremos que se continúe con el constante avasallamiento hacía los árbitros que acarrea un detrimento en nuestra personalidad, siendo todo acto que conlleve esta situación, será susceptible de acciones judiciales pertinentes para salvaguardar el buen nombre y honor”.

La realidad es que reemplazar a alguien con tanto poder y control sobre el arbitraje y el gremio no parece sencillo. Beligoy ha demostrado una habilidad para manejar tanto el poder dentro de la AFA como el control sobre el sindicato de árbitros, asegurando así una estabilidad que resulta difícil de desafiar.

Reflexión

El fútbol argentino merece tener un arbitraje justo, conviviendo con el error, por supuesto. Un sistema de arbitraje confiable debe esforzarse por minimizar errores y asegurar que las decisiones sean tomadas con la mayor justicia posible, respetando tanto las reglas del juego como los principios de igualdad y transparencia.

También se destacan algunos árbitros por sus buenas actuaciones; aunque no son muchos, su presencia cobra valor. Estos árbitros se diferencian por su capacidad para tomar decisiones acertadas en momentos críticos y su habilidad para manejar situaciones difíciles en el campo de juego.

Es bien sabido que ser árbitro es una profesión que conlleva grandes responsabilidades y exige un alto nivel de profesionalismo. Sin embargo, también es fundamental que los árbitros demuestren un verdadero amor y pasión por su vocación. La dedicación no solo se refleja en el cumplimiento de las reglas y la toma de decisiones justas, sino también en el compromiso y entusiasmo. Cuando los árbitros combinan su habilidad técnica con una genuina pasión por el fútbol, contribuyen a elevar la calidad del juego y a fortalecer la confianza con los jugadores, técnicos e hinchas del deporte.