“La horrible sensación de continuo susto” cantaba Francisco Bochatón a la cabeza de su banda Peligrosos gorriones y eso es exactamente lo que transmite “Dunquerque”, la nueva película de Christopher Nolan (The Dark knight, Interstellar, Inception). Una historia acerca de guerra, desesperación, miserias humanas y cine a toneladas.
Ambientada en 1940 en las playas francesas de Dunquerque, el ejército británico busca volver a través del agua hacia costas inglesas por medio del uso de barcos de gran porte, pero asedia el encierro de los alemanes por tierra (resistido por los aliados franceses) y la pericia de la Lufftwaffe (Fuerza aerea alemana) para sobrevolar las playas repletas de soldados para acribillarlos, bombardearlos y hundir no sólo barcos de guerra, sino también, barcos Hospital.
Por momentos la playa parece un documental de National Geographic de tortugas desovando y las crías tratando de llegar al mar mientras cientos de gaviotas las persiguen para comerlas.
Dunquerque es básicamente la historia de una huída interminable, desesperante y derrotista, nada hace parecer que saldrá bien, nadie parece estar siquiera del todo convencido de seguir peleando esa guerra. Dunquerque es un caos extremo provocado por la peor invención del hombre: La guerra.
El reparto es muy disímil y tampoco es una película de actores o grandes diálogos, el foco se pone sobre las acciones y sus consecuencias, sobre la locura que produce el escape y todo lo que dejamos de lado cuando consideramos sobrevivir más importante que cualquier otra cuestión.
El personaje de Farrier interpretado por Tom Hardy (The dark knight rises, inception y Mad Max Fury Road) es quién pilotea un Spitfire de la Fuerza Aérea británica en defensa de la posición de los soldados en la playa.
Kenneth Branagh (Mucho ruido pocas nueces, Celebrity) lleva adelante el rol del comandante de la Marina británica, Bolton, quién debe bregar por las vidas de los más de 30 mil soldados que buscan volver a casa.
Mark Rylance (Bridge of spies, The BFG) interpreta a Dawson, un civil que viaja con su embarcación personal a rescatar soldados en la iniciativa de la marina por traerlos a costas inglesas, requisando los barcos de los civiles sin importar el riesgo que corren.
Fionn Whitehead (un actor de televisión británico) interpreta a Tommy, un soldado raso que intenta escapar a cómo dé lugar de Dunquerque.
Es alrededor de estos 4 ejes que gira la trama casi imperceptible de la película. Sin dudas el suceso de la huída no guarda demasiada épica pero si muchísima sensación de redención, es Nolan quien pone el foco en las miserias humanas cuando la supervivencia y la desesperación se abrazan de manera irremediable.
Durante 104 minutos lo único que nos invade es el agobio y el terror, los sonidos de los aviones acercándose se hace carne y empezamos a sentir el horror como si lo estuviésemos viviendo. Los paisajes grises, las playas repletas de cuerpos, los miles de rifles apoyados en las paredes del muelle y los soldados amuchados como roedores escondidos en una alacena a punto de ser atacada por un gato feroz.
Durquenque es la ventana por la cuál Nolan nos muestra la guerra, nada de glamour, de enemigos, ni de héroes, todo es desolación, todo es muerte y violencia. Los seres valen lo mismo sean soldados o Generales, ricos o pobres, la sensación es que la guerra iguala al hombre en sus miserias y no en sus virtudes.
Nolan completó un trabajo al respecto del cine bélico que nadie había podido lograr en su totalidad, aunó lo ilógico de todo el proceso con espectaculares escenas de acción a las cuales le sobran recursos, pero sin usar casi ningún efecto. El director no hizo foco sobre un guión, sólo se posó ocasionalmente sobre ciertos personajes, pero buscando pintar un cuadro entero, no se concentró en sus destinos.
La primer escena nos explica todo lo que tenemos que saber, Tommy ataja un panfleto que viene cayendo desde el cielo y al verlo se encuentra un mapa dónde se puede leer “Dunquerque, están rodeados, rendirse es igual a salvarse“.
Gracias Nolan, sálvese quien pueda.
Por Federico Calegari
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