Por Juan Pablo Lopez
El 1-1 entre Monterrey e Inter de Milán dejó sensaciones encontradas, pero también dejó claro que ambos equipos llegaron al Mundial de Clubes a competir en serio. En un Rose Bowl caluroso, repleto y expectante, el subcampeón de Europa y uno de los gigantes del fútbol mexicano jugaron un partido intenso, parejo y con pasajes de buen fútbol, pero sin un dominador absoluto.
El gol que abrió el marcador fue puro oficio. Sergio Ramos, en su primer gran torneo internacional con Rayados, apareció como siempre: cuando más se lo necesita. Ganó en el aire tras un tiro de esquina al minuto 24 y clavó un cabezazo imposible de atajar para Sommer. Fue un salto con historia: hubo algo de eco de aquella final de Champions 2014 ante el Atlético, aunque sin la misma épica, sí con la misma determinación. Ramos volvió a demostrar que su nombre pesa incluso en los rincones menos esperados del calendario.

La respuesta del Inter no tardó. A los 41 minutos, un tiro libre desvió todas las miradas. El rebote quedó boyando y Lautaro Martínez, siempre al acecho, la empujó al gol. Hubo suspenso por un posible fuera de juego de Acerbi, pero el VAR lo convalidó sin dudar: no interfería. El Toro lo gritó con bronca. Sabía que su equipo lo necesitaba.
El Inter tuvo más posesión (58 %) y más remates al arco, pero se topó con un Rayados bien parado, inteligente para retroceder, compacto sin la pelota y veloz para salir con Canales, Ocampos y Berterame. Esteban Andrada fue clave, con dos atajadas decisivas en el segundo tiempo, y con una seguridad que contagió al resto del equipo.

Del otro lado, los italianos sintieron el desgaste de una temporada larguísima. Thuram y Dimarco no estuvieron desde el arranque por molestias físicas, y eso se notó. Chivu apostó por Sebastiano Esposito, que volvió tras años de cesiones, pero no logró cambiar el ritmo del ataque. El Inter tuvo volumen de juego, pero le faltó profundidad.
Ambos entrenadores debutaban en el cargo, y eso también se sintió. Cristian Chivu, leyenda del club nerazzurro, comenzó su ciclo oficial en un torneo global y mostró una idea clara, aunque todavía en construcción. Domènec Torrent, por su parte, ex mano derecha de Guardiola, debutó con Rayados hace apenas semanas y dejó señales de que su equipo no va a achicarse ante nadie.
El punto le cae mejor a Monterrey. Porque se sacó de encima al rival más fuerte del grupo, compitió, golpeó primero y ahora todo depende de lo que haga frente a River Plate, que ya ganó su primer partido y llega como líder de la zona. Rayados deberá reafirmar lo mostrado ante el Inter con una actuación igual de sólida.
Para el Inter, el camino sigue frente a Urawa Red Diamonds, el rival a priori más accesible del grupo, aunque con el antecedente de haber dado pelea en otras ediciones. Un triunfo es obligatorio para no comprometer la clasificación.
Comentarios