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Gatica: una de las dos potencias

El Mono Gatica fue uno de los más grandes ídolos que tuvo el boxeo argentino. Dueño de la frase “dos potencias se saludan”, y muy cercano al peronismo, supo convertirse en leyenda para luego hacerse mito. Hoy, su recuerdo revive en cada puño.

¿Mono?, las pelotas!, respondía, molesto, cuando algún desconocido lo llamaba por aquel apodo que, en realidad, nunca le gustó. Así fue, durante toda su vida, José María Gatica: genuino y sin filtro. Blanco o negro. A Gatica se lo respeta, repetía una y otra vez. Es que las tribunas del Luna Park rugían por sus victorias, pero las filas de la oligarquía, cercanas al ring side, sólo esperaban la derrota de aquel peronista, cabecita negra, convertido en figura.

Gatica, oriundo de San Luis, lustró botas en Plaza Constitución, hasta que se introdujo en el boxeo. Un 7 de diciembre de 1945, tuvo su debut profesional, con victoria por nocaut en la primera vuelta. Más adelante, durantegatica 1946, adquirió cierta fama y relevancia, al realizar siete combates y salir victorioso en todos, manteniendo su invicto. Su carrera deportiva se desarrolló entre los años 1945 y 1955, en simultaneo con las presidencias de Juan Domingo Perón, y acumuló un sorprendente récord de 96 combates, con 86 victorias (72 por nocaut), 7 derrotas y 2 empates. Uno de los principales rivales de El Tigre puntano(como él prefería que lo apoden) fue Alfredo Prada, con quien protagonizaron lo que en la época se denominó como “El clásico de los clásicos” del boxeo nacional.

Artífice de las míticas noches del Luna Park, y memorioso de su origen anterior a los autos descapotables y las noches de despilfarro, Gatica se mantuvo siempre muy cerca de los pobres y de las clases trabajadoras, y supo levantar con convicción las banderas del peronismo. El Gral. Perón, por entonces presidente y asiduo seguidor del deporte, le expresó su aprecio e incluso fue a visitarlo en reiteradas oportunidades. En una de ellas, alrededor de 1950, Gatica, con el desparpajo que lo caracterizaba, le dijo a Perón: “General, dos potencias se saludan”. Aquella frase quedaría inmortalizada en la cultura popular y, más tarde, tendría su lugar en el cine nacional, de la mano de Leonardo Favio, un emblema de la pantalla grande.

FRAGMENTO DE LA PELÍCULA “GATICA, EL MONO”, DE LEONARDO FAVIO:

Gatica, surgido desde el barro, había llegado a codearse con la más alta espuma social, cuando escuchó los últimos campanazos del éxito. Una fortuna cercana a los 27 millones de pesos, que desperdició tan rápido como los consiguió. Un campeón que nunca ganó un titulo, pero que supo ganarse al pueblo. A los 38 años, en la miseria absoluta, y en un toma y daca contra el olvido, El Tigre fue atropellado por un colectivo a la salida del estadio de Independiente, en donde, como vendedor, intentaba ganarse la vida. Su final fue tan abrupto como el ocaso de su carrera deportiva y, tras dos días de internación, falleció en el Hospital Rawson de Buenos Aires.

El Mono fue un representante de los sectores más pobres en ámbitos muchas veces reservados para los más pudientes, y puso en lo más alto su nombre y el de los suyos, sin jamas renunciar a su identidad. Ese legado vive, aun hoy, en la esencia de los guantes.