Ball

Travesía nacional, capítulo VI: infiltrado

Siguiendo a Sportivo Belgrano en su primera travesía nacional, Rock and Ball eludió la prohibición impuesta a los hinchas visitantes y se infiltró en la popular albiazul. Fue 1 a 0 para Talleres, que estuvo flojo pero supo usar la localía y aguantar bien un partido que, con dos jugadores menos, se le podía caer encima.

El de ayer fue, sin dudas, el peor partido para ser un infiltrado verde entre camisetas albiazules y tonadas cordobesas con sed de victoria: la T no había ganado aún en su vuelta a la B Nacional y las miras apuntaban casi todas a Cacho Sialle, el DT del Matador. Y para no perder la costumbre, desde Rock and Ball queríamos retratar este casi clásico cordobés desde donde no se puede gritar y donde hay que ahogar los gritos de gol, los “uuuuh”, los enojos y las alegrías. El final fue 1 a 0 a favor de Talleres, que supo cuándo meterla y cuándo guardarse y proteger el cero.

Porque parecía que Sportivo Belgrano salía con todo a romper una mala racha ante los Matadores. Sin Juan Pablo Francia, que hoy se hizo extrañar como nunca, la Verde mostró buenos fines y mejores medios: sin dudas el buen manejo de la pelota pasó por los pies del equipo visitante. Sin embargo, como ya todos sabemos, acá lo que más importa es embocarla. Si no la embocás, pagás. Y a Talleres le costó muy poco llegar al primer y único gol, cuando Sánchez Sotelo definió perfecto ante Rigamonti a los 28 del primer tiempo.

Así, en un partido en el que no se podía gritar, los pocos hinchas sanfrancisqueños que habitaban el Mario Alberto Kempes veían cómo, de nuevo, el ex Chateau Carreras se mostraba con todas las dificultades. El empate no llegó nunca. Se abusó del pelotazo, porque con dos jugadores menos Talleres se había acoplado a su área a defender como sea. Incluso los pibes de inferiores escondieron pelotas, porque el empate era inminente. Pero jamás llegó.

Paradójicamente, y fijate cómo es la suerte, la Verde tuvo tres tiros libres claros cerca del área rival. De esos que el Gordo Francia nunca erra. Pero no era un partido para el equipo de San Francisco, parece. También parece que en el Kempes se hace imposible ganar, y es un desafío que viene ya desde el Argentino A. El de ayer era un partido para ganar, porque mal no se jugó, pero fue la tarde perfecta para putear a la suerte mil veces. No se podía, estábamos infiltrados.

La próxima es Unión en San Francisco.

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