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Revolución a la uruguaya: el legado del Maestro Tabárez

El director técnico dirigirá en Rusia 2018 su tercer Mundial consecutivo en el banco de la Selección de Uruguay. Historia de un ciclo que marcó una época.

Cada vez que la selección uruguaya perdía el rumbo, un apellido y una profesión rondaban por los pasillos de la AUF. Maestro Tabárez murmuraban las paredes de la asociación durante largos años en los que el maestro se negó a asumir el rol de director técnico porque las condiciones no estaban dadas. Esta es la historia y el legado del hombre que dirige su tercer mundial consecutivo con la celeste y va camino a ser uno de los técnicos que más años dirigió a un seleccionado.

Óscar “maestro” Tabárez asumió el 8 de marzo de 2006. Ese día inició un proceso revolucionario en el futbol uruguayo que aún continúa. Cuando desembarcó en el predio de la Asociación Uruguaya de Fútbol estableció diversas condiciones para poder trabajar. Su primer pedido fue competir. Jugar en todas las fechas FIFA que indica el calendario. Ojo, los pedidos no solo se limitaban al seleccionado mayor. Quería que las juveniles tengan competencia. La gerencia deportiva de Uruguay en ese momento a cargo de Eduardo Belza comenzó a gestionar partidos.

El segundo pedido del cuerpo técnico fue tener relación con todos los clubes y federaciones donde hubiese futbolistas de la selección. Desde ese momento hasta hoy en día, después de cada partido el cuerpo médico envía el parte de los futbolistas a sus respectivos clubes. El tercer punto que pidió Tabárez fue relacionado con los viajes. Los vuelos, las conexiones, las demoras y esperas que generan malhumores.  Le explicó a la federación que los jugadores viajando en micro o en clase económica ni siquiera podían estirar las piernas para descansar.

La prioridad en el proyecto Tabárez fue, es y será el respeto. El pilar fundamental, el compañerismo. En la AUF todos los jugadores saludan de la misma manera a sus compañeros, a las/os empleados de seguridad y cocineros/as. Los llaman por su nombre, con afecto y cariño.

Y acá es la entrada de uno de los cambios más significativos del proceso uruguayo: El predio de la Selección. Lo fueron modificando de a poco. Óscar Tabárez se propuso que cada vez que llegaran los jugadores hubiese algo nuevo. Aunque sea chiquito, para que vean que constantemente la AUF se ocupaba de eso. Cambió las camas, las teles con el tiempo. Incluso armó un espacio afuera en el patio para que puedan conversar y tomar mate a la noche, con un sitio para hacer fuego tipo fogón. El objetivo era recuperar la identidad del jugador oriental y las ganas de calzarse la celeste y no sacársela ni para dormir.

En los tiempos que corren, las redes sociales piden futbolistas nuevos todos los días. Hay entrenadores que suelen probar jugadores para ver como rinden en el seleccionado. Es raro que en la celeste eso suceda. La filosofía del cuerpo técnico es seguir y analizar durante meses cuando algún uruguayo es interesante y llamarlo solo cuando el proceso de análisis finaliza y hay cierta seguridad de que es un jugador adaptable a la idea de juego, de respeto y de conducta que profesan en el complejo uruguayo.

Es por eso que tal vez en Argentina nos sorprende que no viaje el Santiago “morro” García, por dar solo un ejemplo. Otra de las prioridades para incluir un jugador es que haya jugado en juveniles. Por eso la aparición de Nahitan Nández quién hace poco tiempo fue subido a la mayor.

Con Óscar Washington pasa algo similar que con Marcelo Bielsa, si se permite una mínima comparación. Casi ningún futbolista que compartió tiempo con él lo critica. Todos lo elogian y lo tienen como un referente en la vida, más que en el fútbol. “Tiene una personalidad muy firme y una convicción que pocas veces vi. No lo cambiás. Por ejemplo a veces yo quería cambiar el horario de una práctica por un viaje y no había forma, me decía: ‘Eso ya está pensado hace dos meses´. Todo ya estaba analizado antes y te lo argumentaba”, explica Diego Lugano quién fue capitán de gran parte del proceso.

El maestro trabajaba mucho la confianza de los jugadores y les tenía prohibido emocionarse antes de tiempo. No le gustaban las arengas emotivas ni los videos motivacionales. Porque creía que el partido se jugaba en los 95 minutos de juego explícito. Y que andar exponiendo emociones en la semana provocaba desgaste psicológico y emocional.  Diego Godín fue quién tomo la capitanía cuando se agotó la fuerza de Lugano. “Nunca grita. Siempre te habla en tono clarito, a nivel grupal, haciendo hincapié en el resultado y en la disciplina. Alguna vez se molestó por la indisciplina. Eso le jodía”. Respeto, resultado y disciplina como una especie de santa trinidad inquebrantable.

La expulsión de Suárez en Brasil 2014

Eduardo Belza, gerente deportivo de Uruguay, le cuenta a Tabárez la sanción que recibía Suarez por morder a Chiellini. El técnico llamó a Lugano, Forlán y Suárez. Les comunicó la decisión de la FIFA, les explicó que nunca nadie había recibido 4 meses de sanción fuera de cualquier vínculo con el fútbol. “Sentí que a él no le salían las palabras”, cuenta el astro del Barcelona. Al otro día el entrenador dio una conferencia de prensa con mucha altura y convencimiento en la cual renunciaba a su cargo de integrante de la comisión de estrategia de FIFA. El maestro venia luchando por transparencia en la federación internacional del fútbol por lo cual le costó tomar esa decisión.

“En este momento siento que debo alejarme del cargo. No es prudente coincidir con personas que presionaron para este fallo, es decir que manejan valores y criterios muy diferentes a los míos. Para Luis Suárez persona, el camino que ha recorrido es arduo y tendrá que recorrerlo nuevamente. Pero les adelanto que jamás va a estar solo en ese intento, a los aficionados uruguayos les digo que estamos heridos, pero con una fuerza terrible y mucha rebeldía. Por eso más que nunca para el partido de mañana vamos que vamos”. Esos eran los valores del Óscar Washington Tabárez. Esa claridad tenía para plantarse frente al mundo a defender a los suyos.

El maestro siempre aspiró a que su obra quedara aunque sea como material bibliográfico. No para que todos lo obedezcan sino como consulta o guía. Es indiscutible que el ciclo Tabárez deja su clara marca. “Las canchas, la limpieza, el orden, el gimnasio, el césped con nivel europeo. Lo que se hizo en el complejo te demuestra que en Uruguay también se pueden hacer las cosas. Acá también se puede”, dice Diego Forlán. Al margen de esto, la gran revolución uruguaya se dio a través de la identidad. Marcelo Bielsa, sostiene que  la gente se volvió a identificar con la celeste y que la adhesión de los futbolistas fue sorprendente.

Si hay que elegir una foto que corone el proceso seguramente haya que quedarse con el pueblo volcado en la calle para celebrar el cuarto puesto de la celeste en Sudáfrica 2010. “La recompensa es el camino”, dijo Óscar Washington Tabárez y esa frase tiene que ser tenida en cuenta para que el fútbol no descarrile. Para que ganar no sea el objetivo sino la consecuencia de un trabajo serio y colectivo. Para que la victoria no se morfe las formas y así de una vez y para siempre lo importante sea el trabajo, la nobleza de los recursos utilizados. De esta manera el fútbol (y si es el fútbol es la vida misma) será un lugar más bello y más justo.