Ball

La moral de Franco Jara

  Hace casi un año se peleaban Vélez y San Lorenzo por los servicios de un delantero que la había roto toda con la camiseta de Arsenal, que había logrado un pase al Benfica y que más tarde, jugando para el Granada, le había hecho un gol al Real Madrid. Hábil, rápido y goleador. Ideal para pelear el campeonato o alejarse del descenso. Franco Daniel Jara era un futbolista que cualquier técnico quería tener en su plantel. Finalmente recaló en San Lorenzo con fuertes declaraciones para meterse a la gente del Ciclón en el bolsillo: "Prefiero a San Lorenzo porque quiero jugar en un equipo grande". Crack, una de Ramón Díaz, con gran manejo de la prensa para sacarle una sonrisa a la platea azulgrana. Arrancó el campeonato de titular, ganándole a San Martín de San Juan con gol suyo y trazando más diagonales que la ciudad de La Plata. Poco a poco, el Ciclón comenzó a tener un andar irregular y cayó en la mediocridad, y con él, cayó Jara. Formando parte de un plantel recientemente rediseñado, no tuvo a ningún delantero de nombre detrás suyo que le metiera algo de presión en los entrenamientos, y esta situación se empezó a notar. Luego del debut ideal, y fermentado por la calidad de estrella en la que había arribado al club, Jara empezó a firuletear y sobrar las jugadas, prácticamente viviendo en posición adelantada y yendo fuerte a marcar en cuanto perdía las pelotas. Esto último le hizo ganar una tarjeta roja, inadmisible para un futbolista cuya tarea es la de desequilibrar la defensa contraria. Más tarde cayó en una sucesión de lesiones y terminó volviendo a jugar en los últimos partidos del Torneo Inicial 2012, con la cola entre las patas. Hizo la pretemporada apuntando a ser el delantero que San Lorenzo había comprado en agosto. Sin embargo, su nivel no subió y la formación de Juan Antonio Pizzi, con un solo punta, no lo tenía demasiado en cuenta. El entrenador comenzó a utilizarlo en situaciones en las que su equipo debía remotar un resultado o simplemente necesitaba hacer goles. Cada vez que lo utilizó, el nivel del delantero bajó, repitiéndose en goles errados, simulaciones evidentes en el área y constantes decisiones equivocadas desaprovechando sus habilidades naturales. Para mediados del Torneo Final 2013, tanto Jara como Denis Stracqualursi perdieron sus puestos con los pibes Gonzalo Verón y Ángel Correa. No fue para menos, ya que con el tanto de esta noche Verón llegó al quinto gol en lo que va del torneo. Contra Unión, la opinión generalizada de la hinchada azulgrana no tenía ateos; nadie lo quería en cancha. Sin embargo, Pizzi, coherente con sus anteriores decisiones, lo mandó al césped a cambio de un ídolo de la tribuna como Julio Buffarini, con el atenuante de incluirlo al mismo tiempo que Romagnoli tomaba el lugar de Kalinski. Luego de flotar intrascendentemente en el ataque matador, Jara ejecutó con más displicencia que compromiso un gran centro atrás de Gonzalo Verón, cuando el Ciclón necesitaba urgentemente un gol. El tanto difícil, el pesado, el que bajó el nivel de tensión en el Nuevo Gasómetro, lo convirtió Alan Ruiz, con un zurdazo formidable y esquinado a la derecha del arquero. Un par de minutos más tarde, Jara tomó un rebote de Gonzalo Verón en offside y definió sólo contra el arquero, esta vez adentro. El hecho llamativo fue la manera en que el delantero festejó el gol, llevándose el dedo índice a la boca en señal de silencio a la tribuna de San Lorenzo, que lo había resistido con razón  hasta entonces. Con este tanto llegó a su segunda conquista en 13 partidos. Todo el tacto y el buen rendimiento mostrados en agosto, fueron dados vuelta en mayo. Si el jugador en el cuarto y decorativo gol, hacía un simple gesto de disculpas por el gol errado anteriormente, o si simplemente gritaba el gol y volvía a la mitad de la cancha, nada hubiese sucedido. En cambio, logró enervar a toda la platea azulgrana que no lo quiere ver ni en figuritas otra vez vistiendo sus colores. Franco Jara sabe que no seguirá en el club, en parte porque el entrenador prefiere ahorrarse el dinero de su pase para traer otro futbolista, y por otro lado porque se ha enemistado definitivamente con la hinchada por sus niveles ridículos de autoestima y estrellato. La moral de Jara está cada vez más alta, mientras su carrera su hunde en la mediocridad.

 

Hace casi un año se peleaban Vélez y San Lorenzo por los servicios de un delantero que la había roto toda con la camiseta de Arsenal, que había logrado un pase al Benfica y que más tarde, jugando para el Granada, le había hecho un gol al Real Madrid. Hábil, rápido y goleador. Ideal para pelear el campeonato o alejarse del descenso. Franco Daniel Jara era un futbolista que cualquier técnico quería tener en su plantel.

Finalmente recaló en San Lorenzo con fuertes declaraciones para meterse a la gente del Ciclón en el bolsillo: “Prefiero a San Lorenzo porque quiero jugar en un equipo grande”. Crack, una de Ramón Díaz, con gran manejo de la prensa para sacarle una sonrisa a la platea azulgrana.

Arrancó el campeonato de titular, ganándole a San Martín de San Juan con gol suyo y trazando más diagonales que la ciudad de La Plata. Poco a poco, el Ciclón comenzó a tener un andar irregular y cayó en la mediocridad, y con él, cayó Jara. Formando parte de un plantel recientemente rediseñado, no tuvo a ningún delantero de nombre detrás suyo que le metiera algo de presión en los entrenamientos, y esta situación se empezó a notar.

Luego del debut ideal, y fermentado por la calidad de estrella en la que había arribado al club, Jara empezó a firuletear y sobrar las jugadas, prácticamente viviendo en posición adelantada y yendo fuerte a marcar en cuanto perdía las pelotas. Esto último le hizo ganar una tarjeta roja, inadmisible para un futbolista cuya tarea es la de desequilibrar la defensa contraria.

Más tarde cayó en una sucesión de lesiones y terminó volviendo a jugar en los últimos partidos del Torneo Inicial 2012, con la cola entre las patas. Hizo la pretemporada apuntando a ser el delantero que San Lorenzo había comprado en agosto. Sin embargo, su nivel no subió y la formación de Juan Antonio Pizzi, con un solo punta, no lo tenía demasiado en cuenta. El entrenador comenzó a utilizarlo en situaciones en las que su equipo debía remotar un resultado o simplemente necesitaba hacer goles. Cada vez que lo utilizó, el nivel del delantero bajó, repitiéndose en goles errados, simulaciones evidentes en el área y constantes decisiones equivocadas desaprovechando sus habilidades naturales.

Para mediados del Torneo Final 2013, tanto Jara como Denis Stracqualursi perdieron sus puestos con los pibes Gonzalo Verón y Ángel Correa. No fue para menos, ya que con el tanto de esta noche Verón llegó al quinto gol en lo que va del torneo. Contra Unión, la opinión generalizada de la hinchada azulgrana no tenía ateos; nadie lo quería en cancha. Sin embargo, Pizzi, coherente con sus anteriores decisiones, lo mandó al césped a cambio de un ídolo de la tribuna como Julio Buffarini, con el atenuante de incluirlo al mismo tiempo que Romagnoli tomaba el lugar de Kalinski.

Luego de flotar intrascendentemente en el ataque matador, Jara ejecutó con más displicencia que compromiso un gran centro atrás de Gonzalo Verón, cuando el Ciclón necesitaba urgentemente un gol. El tanto difícil, el pesado, el que bajó el nivel de tensión en el Nuevo Gasómetro, lo convirtió Alan Ruiz, con un zurdazo formidable y esquinado a la derecha del arquero.

Un par de minutos más tarde, Jara tomó un rebote de Gonzalo Verón en offside y definió sólo contra el arquero, esta vez adentro. El hecho llamativo fue la manera en que el delantero festejó el gol, llevándose el dedo índice a la boca en señal de silencio a la tribuna de San Lorenzo, que lo había resistido con razón  hasta entonces. Con este tanto llegó a su segunda conquista en 13 partidos.

Todo el tacto y el buen rendimiento mostrados en agosto, fueron dados vuelta en mayo. Si el jugador en el cuarto y decorativo gol, hacía un simple gesto de disculpas por el gol errado anteriormente, o si simplemente gritaba el gol y volvía a la mitad de la cancha, nada hubiese sucedido. En cambio, logró enervar a toda la platea azulgrana que no lo quiere ver ni en figuritas otra vez vistiendo sus colores.

Franco Jara sabe que no seguirá en el club, en parte porque el entrenador prefiere ahorrarse el dinero de su pase para traer otro futbolista, y por otro lado porque se ha enemistado definitivamente con la hinchada por sus niveles ridículos de autoestima y estrellato. La moral de Jara está cada vez más alta, mientras su carrera su hunde en la mediocridad.