Durante la tarde del 30 de junio de 1998 la Selección argentina de fútbol venció por penales a Inglaterra en un partido correspondiente a los octavos de final de la Copa del Mundo de Francia. La victoria contagió de felicidad al público albiceleste, y al dueño de un corazón que estuvo a punto de explotar- no precisamente de alegría.
Narek Kopaczen, un prestigioso fiscal polaco y habitante de la ciudad de Szydlowiec, Polonia, se disponía a guardar su auto Toyota Corola cuando escuchó al relator de la televisión local gritar el gol de Javier Zanetti, quien tras una jugada proveniente de un tiro libre marcó el tanto que prolongó el partido a tiempo extra. Aquella repentina acción hizo regresar al fiscal, quien se sentó en el sillón para ver la repetición.
Kopaczen, en ese entonces, estaba a cargo de la fiscalía en la localidad Skarzysko-kamienna e investigaba a una banda de estafadores, que habían engañado a cientos de personas. Pero los delincuentes estaban al tanto de los rastrillajes y lo amenazaron en varias oportunidades. La causa siguió en proceso, hasta que una pintada en su vehículo fue el aviso final: “Eres hombre muerto“.
La increíble historia apareció a los pocos segundos del gol, cuando el fiscal oyó un terrible estruendo en la puerta de su casa. Al salir pudo divisar que su auto había volado en mil pedazos, por lo que entendió que se trataba de un atentado, y que su vida comenzaba otra vez.
Con las pericias se supo que la bomba había sido marcada por reloj y la justicia polaca pudo atrapar a los culpables. Años más tarde, Zanetti se enteró de la historia por intermedio del futbolista Zbigniew Boniek, quien le alcanzó una carta de agradecimiento escrita por Kopaczen.
Tras la sorpresa el argentino le dijo a la prensa italiana: “Es increíble que mi gol haya salvado la vida de una persona, pero la verdad es que yo siempre juego para ganar. Confieso que me gustaría mucho conocer personalmente al hombre que cree que vive gracias a mí“.
Ni el Buda, ni Alá, tampoco Jesús, ni María Santísima. El fútbol fue el único milagro. Y Narek Kopaczen está vivo para contarlo.
Por Francisco Nutti @FranNutti
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