Estudiantes está a la deriva. El conjunto platense no es ni un indicio de aquel sólido equipo que construyeron Sabella, Verón y compañía. Hasta le hicieron no uno, sino ¡dos goles de pelota parada en un mismo partido!, algo impensado en un plantel que supo tener de virtud lo que hoy de error.
Los números son sorprendentes: los albirrojos ganaron un solo encuentro de sus últimos 20 con nueve empates y diez derrotas. En este semestre suman dos empates y tres caídas, una de ellas se dio ayer en su primer choque por la Copa Sudamericana ante Arsenal.
La sorpresiva salida de Sabella a principios de 2011 todavía sigue repercutiendo en La Plata, futbolística y psicológicamente. Un equipo que se destacaba por el orden, el temperamento y la seguridad defensiva es cada vez más frágil y susceptible. Paga carísimos los errores y le cuesta más que siempre reponerse de ellos.
Su técnico no está exento de las críticas: Miguel Ángel Russo sacó menos de diez puntos de los últimos 39 que jugó, entre Racing y los que lleva dirigidos en el León. Además, carga con la mochila de agarrar un equipo con nombres de pasado triunfante en la institución, sumados a una camada de refuerzos que pusieron al club entre los grandes candidatos a ser animadores tanto en la copa como en el torneo doméstico.
En resumen: Estudiantes está muy por debajo de las expectativas. Su nivel preocupa y los hinchas lo hicieron saber. Todavía está a tiempo de cambiar, de ser el de antes, de volver a ser un cuadro que es una preocupación para quien lo enfrente, con poderío en todas las líneas y con la armonía de un equipo que juega solo. Aun no es tarde.
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