San Lorenzo transita la peor situación desde que Pizzi asumió como entrenador: perdió identidad de juego, no encuentra un equipo y no gana ni en casa ni afuera. Ayer, Racing se aprovechó de un equipo tibio con jugadores que parecen seguir siendo titulares por capricho del DT. Y sí, la hinchada pidió por los pibes.
Apatía, eso es lo que trasmitió el Matador después de que Jara regalara lo que era el 2-1 a favor. La Academia se aprovechó de un conjunto previsible, que hizo un gol de contra pero que se cegó en el golpe por golpe y lo perdió con la misma moneda. Los primeros quince minutos del Ciclón fueron prometedores, pero no hubo más; Racing volvió a marcarle cuatro goles a un San Lorenzo deslucido, que aun respira porque Independiente no levanta cabeza.
Preocupado por la falta de gol, Pizzi cambió el esquema para sus últimos dos encuentros: pasó del 4-2-3-1 a un clásico 4-4-2, con Piatti por izquierda para defender y tirado al medio en ataque. San Lorenzo atacó un poco más con el nuevo dibujo, pero los goles fueron por una genialidad de Villalba y un disparo con mucha fortuna de Navarro. Casualidad o no, en dos partidos los juveniles ya hicieron más que Jara y Stracqualursi en el torneo, los experimentados que para el técnico parecen inamovibles, a pesar de que toda la cancha los pida en el banco.
Pero los atacantes no son los únicos que empiezan a ser resistidos, lo mismo pasa con Santiago Gentiletti. El ex Gimnasia, improvisado como lateral, padece su lentitud y falta de juego en un puesto que no es el suyo y permitió que Villar se hiciera un picnic por su costado. En Boedo nadie entiende porqué no juega Kannemann, y si bien es Pizzi quien entrena con los jugadores y los ve semana a semana, no ha dado explicaciones de porqué sigue ensañado en insistir con los que menos rindieron. Ayer el entrenador hizo sólo dos cambios, en lo que fue el peor segundo tiempo de San Lorenzo en el Final.
El Ciclón cosechó su tercer derrota al hilo como local, algo que no ocurría desde el Apertura 2002. En nueve fechas sólo ganó dos veces, hace ya tres jornadas que no lo hace (desde el conflicto con Aguiar) y registra diez puntos; con un partido menos, es el mismo récord que le valió Caruso su reprobación y posterior salida. San Lorenzo no suma y por esa volverá a sufrir su bajo promedio, que podrá salvarlo de nuevo este año pero que lo condenará a pelear eternamente el descenso hasta que se digne a hacer una campaña de 30 puntos. Se acabó la paciencia.
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