Tiros, internas, violencia. El fútbol mostró una cara que no por cotidiana deja de ser dolorosa: dos hinchas de Boca murieron el fin de semana tras una larga disputa que mantienen integrantes de La 12, barra brava del club de la Ribera. Sin la intención de caer en las quejas que el periodismo siempre desparrama tras sucesos como este, es imposible no detenerse un segundo en las palabras que la Presidente de la Nación soltó al referirse al caso.
Primero apuntó derecho a los dirigentes de los clubes, manifestando que “ya no se puede seguir ignorando que tienen que tomar determinaciones”. Luego, se la agarró directo con el periodismo: “Me llamó la atención que algunos ya sabían lo que iba a pasar, ¿cómo es posible que sabían que podía pasar? ¿Por qué no lo denunciaron?”, fueron las palabras de la mandataria, que luego ironizó sobre lo ilógico que sería que los propios funcionarios vayan a dar seguridad a las canchas.
Por último, en el marco de un emprendimiento para erradicar la violencia de género, la jefa de estado sugirió sacar “tarjeta roja a los que mienten, engañan y le pegan a las mujeres. Y para cierta dirigencia deportiva, que protege a la delincuencia y permiten que pasen las cosas que pasaron ayer”. No hay dudas de que los dirigentes de los clubes son parte fundamental de esa máquina que alimenta y potencia la peligrosidad de los barras, y que el periodismo en su afán de exacerbar la pasión del hincha a veces avala algunas conductas (mucho más sanas) de estos sujetos. ¿Y el Estado? ¿No tiene nada que ver?
Las barras bravas existen desde hace mucho. Desde bastante antes de que llegara Cristina al poder, y hubieran seguido existiendo aunque la nacida en Gonnet no hubiera llegado a donde está. Seguramente seguirán en escena aunque a partir de hoy se pelee segundo a segundo por erradicarlas, pero en serio, no con un carnet que seguramente ignorarán, como ignoran la cola que domingo a domingo hacen los hinchas para entrar a la popular. Entran sin entradas y sin carnets de socio, pero mágicamente se espera que la AFA Plus actúe de barrera para estos ingresos no permitidos.
Llama la atención como Cristina, una estadista por excelencia, desligó al Estado en un tema que lo toca directamente. Porque fue el Estado el que creó Hinchadas Unidas Argentinas, una alquimia para legitimar los viajes de los barras al mundial de Sudáfrica; porque son los funcionarios de Gobierno y de muchos partidos los que, a través de punteros, utilizan a los barras como fuerzas de choque en cada acto; porque es el Estado el que, lejos de colaborar con acabarlas, ayuda a que las barras sigan existiendo con prebendas.
La presidenta volvió a fallar al referirse a este grupo tan propenso a los actos violentos. El año pasado había asegurado que la “maravillaban esos tipos parados en la paraavalanchas, con la bandera, nunca mirando el partido, arengando y arengando”. Ahora, si bien tiene total razón en las altísimas y principales responsabilidades que tienen los clubes y sus dirigentes con las barbaridades que les permiten, se desligó completamente de cualquier culpa que pudiera inferirle la violencia en el fútbol. Vamos, Cris, que con una tarjeta roja y una AFA Plus estos no se van más.
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