La llamada de auxilio fue contundente. “Sospechoso suelto en el American Airlines, pequeño tamaño, viste de blanco y rojo y tiene fuego en las manos, se hace llamar Mario”. La descripción parecía muy exacta. Se trataba del genial Mario Bros creado por Nintendo allá en el año 1983, ese pequeñito de bigote que emocionó y marcó a toda una generación cuando los primeros videojuegos comenzaron a salir. Pero no. Este Mario no era plomero, ni necesito comer un hongo para crecer, ni conseguir una flor para que su vestimenta azul y roja se transforme en blanca y roja y así convertirse en Super Mario. Este necesito de un juego en una final de NBA para poner su nombre en lo alto, acostumbrado a pasar la mayoría de las ocasiones a la sombra del “Rey” – no, el rey acá no es Koopa -, descociendola para que su equipo empaté la serie 1 a 1.
Mario Chalmers había sido un actor de reparto en estos Miami Heat que arrancaron perdiendo las finales frente a los San Antonio Spurs. Sin embargo, el base se vistió de héroe ante el irregular partido de LeBron James, y fue un factor fundamental en la paliza de los locales por 103 a 84. El 15 fue el máximo anotador del encuentro con 19 pts, aprovechando el diseño defensivo de Gregg Popovich para anular en ataque a la figura de los Heat pero dejando otras vías despejadas.
El juego fue parejo hasta los últimos cuatro minutos del tercer cuarto. La primera mitad tuvo a un Miami con un LeBron desconocido, quien solamente pudo sumar 4 pts, 4 asistencias y un rebote. Claro que para eso mucho tuvo que ver la gran defensa de Kawhi Leonard sobre él, haciendole todo difícil al MVP del año. Por eso Dwyane Wade tomó la posta en ataque junto a Chalmers para finalizar con 10 unidades cada uno. Del lado de los Spurs, un partido perfecto desde la línea de triples, con 7 de 10 intentos, dirigidos por un colosal Danny Green que cerró los 24 minutos con 4 de 4. Los de Erik Spoelstra trataron de cerrar la llave para impedir el juego de Tim Duncan y las penetraciones de Tony Parker, lo que dejó mucho más expuesto el tiro perímetral de San Antonio. El marcador 50 a 45 a favor de los locales se debió a la diferencia en la efectividad de campo: 51 % del Heat contra 41 % de los Spurs.
En el tercer período tuvieron lugar varias rachas y cambios en el marcador. Los de Popovich pasaron al frente remontando una diferencia de 8. Pero faltando cuatro minutos para el final del cuarto, con San Antonio arriba por 62 a 61, Miami, el último campeón, alzó la voz en lo más alto para gritar: “Acá estoy”. Desde la defensa asfixiante provocó tres pérdidas en los visitantes – 8 en total en el cuarto – que terminaron en puntos para lograr un parcial de 15 a 3. Chalmers con dos jugadas de doble y falta y Miller y Allen desde tres lastimaron a la defensiva de los Spurs para aumentar la diferencia a 10. LeBron que venía con un partido flojito, se dedicó a juntar defensores y repartir el juego para sus compañeros, que tuvieron una ofensiva solidaria.
A partir de ese momento los de negro nunca volvieron al juego. El Heat arrasó en los últimos doce minutos. Aumentó la diferencia de 10 a 27. “El Rey” hizo su aparición con 9 pts en 5 minutos. El contragolpe, fundamental en el estilo de juego de los locales, volvió a ser aprovechado en su máxima expresión. La rotación en defensa fue impecable, mostrando no solo concentración sino un estado fisico de un equipo que no sufre el trajín de la temporada, con una velocidad fuera de lo normal, doblando las marcas y cortando las líneas de pase. Y hasta hubo tiempo para una tapa impresionante de James a Thiago Splitter. Como en el séptimo partido de la final del Este contra Indiana, la supremacía de Miami fue inusual para un rival tan completo como San Antonio. Hasta Popovich se dio cuenta que era en vano seguir con los títulares en cancha, y a falta de casi 8 minutos por jugarse dejó a toda la banca en la cancha, haciendo debutar en una final de NBA a la exestrella de la liga, Tracy McGrady. Los Spurs sufrieron de su propia medicina: variantes en ofensiva con tripleros encendidos, penetraciones, buen manejo de pelota, defensa asfixiante y el siempre importante pase extra. El hecho de que las pérdidas (17) hayan superado al número de asistencias (16) dice todo en San Antonio.
Manu Ginóbili tuvo uno de sus peores partidos en finales. Impreciso en los pases con 3 errores, errático frente al aro con nada más que 2 aciertos de 6 intentos (1 de 4 en triples) y sin cambiar el curso del partido o siendo trascendental en ninguno de los más de 17 minutos que estuvo en cancha. Tampoco Duncan y Parker, los que completan el tridente de San Antonio, anduvieron con un buen rendimiento en el encuentro con 9 y 13 pts cada uno respectivamente. Lo mejor de la visita fue Green con 17 unidades y un récord para una final de 100 % de eficacia con 6 tiros (5 de tres). “En la segunda mitad nos pasaron por encima. No movimos para nada la pelota. Ofensivamente ellos corrieron y penetraron”, comentó apesumbrado el bahíense. La producción de San Antonio hizo recordar a uno de los partidos en los que el equipo de Pop cayo en las finales del 2005 frente a Detroit Pistons, por una diferencia de más de 30 pts.
El martes las finales viajaran a la tierra texana, la del polvo, los toros y los vaqueros. En 11 de 12 ocasiones los que ganaron el tercer juego de una serie empatada a uno se llevaron el anillo al final. Clave es poca palabra para definir el partido que se vendrá.
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