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San Lorenzo, por fin pensando a futuro

San Lorenzo hace años que no tiene un proyecto, ni institucional y mucho menos futbolístico. La vorágine de obtención de resultados, acompañados de errores dirigenciales y peores soluciones, se tapan con parches que pronto se agujerean de nuevo. Hoy el Ciclón está cerca de renovarle contrato a un DT después de mucho tiempo; pensando en grande, con la ilusión de que no hay mejor presente que un porvenir próspero. El andar de Pizzi tuvo, desde su comienzo hasta hoy, una buena dosis de ciclotimia. Arrancó cuestionado, porque en sus dos primeras presentaciones empató y en la tercera perdió casi sin oponerse en la Bombonera. El ex delantero recién llegaba y ya se lo discutía, pero en las seis fechas siguientes cosechó cuatro triunfos, tres de ellos consecutivos, y dos empates que lo posicionaron bien de cara al Torneo Final. Con esta buena racha, el perfil bajo y correcto junto con el innovador 4-2-3-1 como estandarte ganaron apoyo casi unánime en el público. Pero otra vez el cuerpo técnico la tendría fea: el Ciclón arrancó con tres empates con saber a poco este campeonato, y si bien en la cuarta jornada venció con gran autoridad a River, el equipo empezaría a tambalear: llegaron tres derrotas al hilo como local (4-1 con Racing incluido), a pesar de un triunfo milagroso en el medio ante Colón, y Pizzi ya estaba más afuera que adentro. Esto, sin contar la extraña salida de Aguiar. Fue ahí donde el entrenador volvió a gestar su aceptación. Porque modificó el esquema de juego que ya no le traía ni puntos ni funcionamiento y comenzó a desencapricharse con los jugadores que ya no rendían. Aparecieron los pibes, con Villalba, Verón, Correa y Navarro como estandartes; Gentiletti abandonó la punta para pasar a la zaga en mucho mejor nivel y le dejó el lugar a Kannemann, hoy titular indiscutido para todos. Stracqualursi y Jara, de producción muy por debajo a sus expectativas, quedaron afuera por suspensión y ya no recuperaron su puesto, y el Matador sacó diez de los últimos doce puntos. Está claro que sin resultados el proyecto no tendría validez y se estaría hablando de otro. No en vano sonó tan fuerte Falcioni en las últimas semanas. Incluso, a pesar del manifiesto interés de Lammens por renovarle al entrenador, puede quedar en la nada si en las seis fechas restantes el Ciclón pierde la solidez y efectividad con que se reencontró ahora. Sin embargo, el hecho de que se esté hablando de una continuación, ya es una novedad para el mundo azulgrana. San Lorenzo se desentendió momentáneamente del descenso y piensa en entrar a la Sudamericana y pelear la Copa Argentina. Ya no quiere seguir trayendo un entrenador que apague el fuego del momento y se retire insultado una vez que este pasó. Además, la cantera vuelve prometer y los pibes se ganan aplausos y elogios todos los fines de semana. El Ciclón, gracias a que también se estabilizó institucionalmente, entendió que para estar tranquilo no hay que pensar sólo en hoy, también en mañana.

San Lorenzo hace años que no tiene un proyecto, ni institucional y mucho menos futbolístico. La vorágine de obtención de resultados, acompañados de errores dirigenciales y peores soluciones, se tapan con parches que pronto se agujerean de nuevo. Hoy el Ciclón está cerca de renovarle contrato a un DT después de mucho tiempo; pensando en grande, con la ilusión de que no hay mejor presente que un porvenir próspero.

El andar de Pizzi tuvo, desde su comienzo hasta hoy, una buena dosis de ciclotimia. Arrancó cuestionado, porque en sus dos primeras presentaciones empató y en la tercera perdió casi sin oponerse en la Bombonera. El ex delantero recién llegaba y ya se lo discutía, pero en las seis fechas siguientes cosechó cuatro triunfos, tres de ellos consecutivos, y dos empates que lo posicionaron bien de cara al Torneo Final.

Con esta buena racha, el perfil bajo y correcto junto con el innovador 4-2-3-1 como estandarte ganaron apoyo casi unánime en el público. Pero otra vez el cuerpo técnico la tendría fea: el Ciclón arrancó con tres empates con saber a poco este campeonato, y si bien en la cuarta jornada venció con gran autoridad a River, el equipo empezaría a tambalear: llegaron tres derrotas al hilo como local (4-1 con Racing incluido), a pesar de un triunfo milagroso en el medio ante Colón, y Pizzi ya estaba más afuera que adentro. Esto, sin contar la extraña salida de Aguiar.

Fue ahí donde el entrenador volvió a gestar su aceptación. Porque modificó el esquema de juego que ya no le traía ni puntos ni funcionamiento y comenzó a desencapricharse con los jugadores que ya no rendían. Aparecieron los pibes, con Villalba, Verón, Correa y Navarro como estandartes; Gentiletti abandonó la punta para pasar a la zaga en mucho mejor nivel y le dejó el lugar a Kannemann, hoy titular indiscutido para todos. Stracqualursi y Jara, de producción muy por debajo a sus expectativas, quedaron afuera por suspensión y ya no recuperaron su puesto, y el Matador sacó diez de los últimos doce puntos.

Está claro que sin resultados el proyecto no tendría validez y se estaría hablando de otro. No en vano sonó tan fuerte Falcioni en las últimas semanas. Incluso, a pesar del manifiesto interés de Lammens por renovarle al entrenador, puede quedar en la nada si en las seis fechas restantes el Ciclón pierde la solidez y efectividad con que se reencontró ahora. Sin embargo, el hecho de que se esté hablando de una continuación, ya es una novedad para el mundo azulgrana.

San Lorenzo se desentendió momentáneamente del descenso y piensa en entrar a la Sudamericana y pelear la Copa Argentina. Ya no quiere seguir trayendo un entrenador que apague el fuego del momento y se retire insultado una vez que este pasó. Además, la cantera vuelve prometer y los pibes se ganan aplausos y elogios todos los fines de semana. El Ciclón, gracias a que también se estabilizó institucionalmente, entendió que para estar tranquilo no hay que pensar sólo en hoy, también en mañana.

Dolorense, nacido en 1991. Licenciado en proyecto de Magíster. Hay una cosa que nunca van a entender...