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River se atragantó con el chicle de Alfaro

Había que ganar, había que gustar y había que golear. Eso demandaba el partido que jugó anoche River en el monumental frente al “mix” de titulares y suplentes que dispuso Alfaro para Arsenal. Pero no, River empató. Empató por que se enfrentó a un rival que convirtió al partido en un chicle, o una goma. Como mas les guste.

El comienzo del encuentro mostró a un River decidido a ir a buscar el partido a los toques. La salida era siempre por abajo, con la pelota en los pies, y utilizando muy bien los laterales. Abecasis y Vangioni, intentaban ser el motor de salida. Arsenal, parado en su propio campo, se decidía a presionar cuando la pelota pasaba la mitad de la cancha. A los dos minutos de juego llegó la primera situación. Luna capturó un rebote en el medio del área que Campestrini tapó a puro reflejo, dando un rebote que Lanzini no pudo conectar. Parecía que los de Ramón, se iban a comer crudo al equipo de Grondona. Sorpresivamente, un error en una salida de Ponzio y una mala marca de Abecasis, le dieron el primer gol a Arsenal. Iban solo 13 minutos, un baldazo de agua fría. A partir de allí, el juego cambió considerablemente.

Una conocida marca de chicles, que comparte los colores con el conjunto de Sarandí, solía tener una goma de mascar llamada “Jirafa”, a la cual, por su tamaño, resultaba casi imposible comerla. En eso mismo, transformó el partido Gustavo Alfaro ayer. Una goma, rozando lo insoportable. A cada pelota parada, en cada lateral, en cada saque de arco, en cada rebote capturado por el arquero, los visitantes se demoraban varios segundos. Si, aunque resulte difícil de creer, Arsenal desde el primer periodo hizo tiempo.  Y el árbitro, de mal desempeño, colaboró con la situación. La cantidad de faltas que cobró a favor de Arsenal, en la mitad de la cancha, cortando el juego cada vez que era posible, fueron incontables.

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Si River pretendía dar vuelta el resultado, era fundamental convertir un gol antes de la finalización de la primera parte. Y ese gol, llegó. Después de exactamente una rueda sin convertir, Rogelio Funes Mori se sacó la mufa y, de “globito”, anotó un golazo que le permitió al equipo de Núñez irse al descanso con, por lo menos, un empate.  Con la lesión de Ponzio y el ingreso de Carlos Sánchez, los dirigidos por Ramón Díaz salieron a jugar la segunda mitad de la misma manera. Con el control del balón y la rotación, buscaban que Arsenal se adelantara un poco en el campo, para poder encontrarlos mal parados en defensa. Pero nada de eso sucedió, el chicle de Alfaro tenía un objetivo claro. Esperar en su propia cancha, y cuando la pelota pasaba la mitad, salir a presionar. Y, por supuesto, perder todo el tiempo posible.

Los cambios de Mora e Iturbe a buscando algo de profundidad en ataque no modificaron la  ecuación. Arsenal, bien plantado, sabía que este River carece de ideas, y más allá del ímpetu de ir a buscarlo, no pudo quebrar las dos líneas de 4 que plantaron los visitantes sobre el final.

Había que ganar, y no se ganó. Tampoco se perdió, es cierto. Y siguiendo la línea de lo expuesto por el entrenador millonario la semana pasada, hace falta tranquilidad. Este River está en un proceso de formación. Y, por más mediocre que este el fútbol, exigir un campeonato en esta  situación es, cuanto menos, descabellado. “Sabemos que muchos equipos nos van a venir a jugar así, tenemos que poder solucionarlo”, declaró el “Riojano" en conferencia post partido. Eso, es lo que hay que comenzar a trabajar. Porque, por lo que se avecina en el fixture, partidos “goma”, como el de ayer, van a sobrar.

Había que ganar, había que gustar y había que golear. Eso demandaba el partido que jugó anoche River en el monumental frente al “mix” de titulares y suplentes que dispuso Alfaro para Arsenal. Pero no, River empató. Empató por que se enfrentó a un rival que convirtió al partido en un chicle, o una goma. Como mas les guste.

El comienzo del encuentro mostró a un River decidido a ir a buscar el partido a los toques. La salida era siempre por abajo, con la pelota en los pies, y utilizando muy bien los laterales. Abecasis y Vangioni, intentaban ser el motor de salida. Arsenal, parado en su propio campo, se decidía a presionar cuando la pelota pasaba la mitad de la cancha. A los dos minutos de juego llegó la primera situación. Luna capturó un rebote en el medio del área que Campestrini tapó a puro reflejo, dando un rebote que Lanzini no pudo conectar. Parecía que los de Ramón, se iban a comer crudo al equipo de Grondona. Sorpresivamente, un error en una salida de Ponzio y una mala marca de Abecasis, le dieron el primer gol a Arsenal. Iban solo 13 minutos, un baldazo de agua fría. A partir de allí, el juego cambió considerablemente.

Una conocida marca de chicles, que comparte los colores con el conjunto de Sarandí, solía tener una goma de mascar llamada “Jirafa”, a la cual, por su tamaño, resultaba casi imposible comerla. En eso mismo, transformó el partido Gustavo Alfaro ayer. Una goma, rozando lo insoportable. A cada pelota parada, en cada lateral, en cada saque de arco, en cada rebote capturado por el arquero, los visitantes se demoraban varios segundos. Si, aunque resulte difícil de creer, Arsenal desde el primer periodo hizo tiempo.  Y el árbitro, de mal desempeño, colaboró con la situación. La cantidad de faltas que cobró a favor de Arsenal, en la mitad de la cancha, cortando el juego cada vez que era posible, fueron incontables.

Si River pretendía dar vuelta el resultado, era fundamental convertir un gol antes de la finalización de la primera parte. Y ese gol, llegó. Después de exactamente una rueda sin convertir, Rogelio Funes Mori se sacó la mufa y, de “globito”, anotó un golazo que le permitió al equipo de Núñez irse al descanso con, por lo menos, un empate.  Con la lesión de Ponzio y el ingreso de Carlos Sánchez, los dirigidos por Ramón Díaz salieron a jugar la segunda mitad de la misma manera. Con el control del balón y la rotación, buscaban que Arsenal se adelantara un poco en el campo, para poder encontrarlos mal parados en defensa. Pero nada de eso sucedió, el chicle de Alfaro tenía un objetivo claro. Esperar en su propia cancha, y cuando la pelota pasaba la mitad, salir a presionar. Y, por supuesto, perder todo el tiempo posible.

Los cambios de Mora e Iturbe a buscando algo de profundidad en ataque no modificaron la  ecuación. Arsenal, bien plantado, sabía que este River carece de ideas, y más allá del ímpetu de ir a buscarlo, no pudo quebrar las dos líneas de 4 que plantaron los visitantes sobre el final.

Había que ganar, y no se ganó. Tampoco se perdió, es cierto. Y siguiendo la línea de lo expuesto por el entrenador millonario la semana pasada, hace falta tranquilidad. Este River está en un proceso de formación. Y, por más mediocre que este el fútbol, exigir un campeonato en esta  situación es, cuanto menos, descabellado. “Sabemos que muchos equipos nos van a venir a jugar así, tenemos que poder solucionarlo”, declaró el “Riojano” en conferencia post partido. Eso, es lo que hay que comenzar a trabajar. Porque, por lo que se avecina en el fixture, partidos “goma”, como el de ayer, van a sobrar.