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River extraña a ese enganche que le hace bien

Desde que José María Aguilar asumió la presidencia de River, por allá a fines de 2001, la política de incorporaciones del club millonario cambió sustancialmente. La apuesta por los jóvenes del club, siguió su curso, con la diferencia que el cambio en ese sentido, fue la forma de trabajar en las divisiones inferiores. Con el despido de Delem, se puso fin a un proceso de más de 15 años. Lo que trajo consigo, un cambio en el producto que este proyecto de inferiores ofrecía como  resultado.

Así, fue como en la última década vistieron el “Manto Sagrado” un listado de más de 100 jugadores que con otras políticas dirigenciales no hubiesen pisado nunca el “monumental”, salvo para ver a “El más grande” desde un platea. Y así también, fueron surgiendo de las divisiones inferiores una cantidad incontable de jugadores de poca monta, con un pobrísimo nivel técnico, que llegaron a la primera del club, mas por cuestiones “extra futbolísticas” que otra cosa. De nada sirve nombrarlos, ni a los unos, ni a los otros. El hincha de River los tiene bien grabados a cada uno en su retina.

A la hora de debatir sobre el nivel futbolístico de River, sobre su decadencia en los últimos años, este aspecto no es muy tenido en cuenta. Muchos hablan de los entrenadores, y de los jugadores en particular. Pero no se enmarca la problemática de la generación de juego, en este contexto determinado. La historia de los, por lo menos, últimos 30 años del club, marca que River juega con  enganche. Con un jugador que sea el enlace entre los volantes y los delanteros, que tenga visión de campo, que piense, que visualice la jugada un segundo antes que los demás. El histórico 10 “millonario”. Como lo fue Alonso, como lo fueron Gallardo, Aimar o D´allesandro. Jugadores que llevaron a River a la cima del mundo, grandes participes de las épocas gloriosas riverplatenses.

Si nos remitimos al último enganche clásico que vistió la banda, tenemos que viajar hasta la temporada 2009-2010. Donde, con una edad avanzada hizo sus últimas presentaciones con la camiseta de River el “Muñeco” Marcelo Gallardo. De a partir de ahí, River jamás volvió a tener un enganche de peso, clásico, como lo tuvo siempre. Diego Buonanotte termino jugando de media punta en el equipo de Cappa; Erik Lamela jugo menos de 40 partidos y lo hicieron plata; Alejandro Domínguez  que es media punta, Almeyda lo intento utilizar como enganche, no rindió; y hoy, Mauro Díaz y Lanzini parecen no estar a la altura de las circunstancias. Estos nombres forman el listado de los jugadores que intentaron apaliar un déficit que a esta altura resulta más que preocupante.

Al no tener un “creador”, uno que mueva los hilos del equipo, que se haga referente en el ataque, esta falencia, trae consigo una merma en nivel de juego. Y Ramón Díaz lo sabe, sabe que este equipo necesita un enganche que se haga cargo del juego. A eso se debía  su desesperación en enero por traer un jugador en esa posición.

Se puede criticar a los delanteros por goles errados, se puede criticar a Ponzio porque su ánimo de convertirse en conductor desarma al equipo, se puede criticar el pobre nivel de juego. Pero hay que tener en cuenta una cosa, pasaron los jugadores, pasaron los entrenadores, y el problema sigue siendo siempre el mismo. Y la única solución viable para la problemática del nivel de juego de River, es la contratación de un enganche de jerarquía. Que no le pese la camiseta, que este identificado con el club, y que se haga voz de mando dentro del campo de juego. Por eso, para este próximo mercado de pases, es imperiosa la contratación de un 10. En este contexto, solo hay dos jugadores en actividad que cumplan con estos requisitos, ellos son  Aimar y D´allesandro. Y los dirigentes, deben ir en búsqueda de alguno  dejando de lado las falsas excusas.

Desde que José María Aguilar asumió la presidencia de River, por allá a fines de 2001, la política de incorporaciones del club millonario cambió sustancialmente. La apuesta por los jóvenes del club, siguió su curso, con la diferencia que el cambio en ese sentido, fue la forma de trabajar en las divisiones inferiores. Con el despido de Delem, se puso fin a un proceso de más de 15 años. Lo que trajo consigo, un cambio en el producto que este proyecto de inferiores ofrecía como  resultado.

Así, fue como en la última década vistieron el “Manto Sagrado” un listado de más de 100 jugadores que con otras políticas dirigenciales no hubiesen pisado nunca el “monumental”, salvo para ver a “El más grande” desde un platea. Y así también, fueron surgiendo de las divisiones inferiores una cantidad incontable de jugadores de poca monta, con un pobrísimo nivel técnico, que llegaron a la primera del club, mas por cuestiones “extra futbolísticas” que otra cosa. De nada sirve nombrarlos, ni a los unos, ni a los otros. El hincha de River los tiene bien grabados a cada uno en su retina.

A la hora de debatir sobre el nivel futbolístico de River, sobre su decadencia en los últimos años, este aspecto no es muy tenido en cuenta. Muchos hablan de los entrenadores, y de los jugadores en particular. Pero no se enmarca la problemática de la generación de juego, en este contexto determinado. La historia de los, por lo menos, últimos 30 años del club, marca que River juega con  enganche. Con un jugador que sea el enlace entre los volantes y los delanteros, que tenga visión de campo, que piense, que visualice la jugada un segundo antes que los demás. El histórico 10 “millonario”. Como lo fue Alonso, como lo fueron Gallardo, Aimar o D´allesandro. Jugadores que llevaron a River a la cima del mundo, grandes participes de las épocas gloriosas riverplatenses.

Si nos remitimos al último enganche clásico que vistió la banda, tenemos que viajar hasta la temporada 2009-2010. Donde, con una edad avanzada hizo sus últimas presentaciones con la camiseta de River el “Muñeco” Marcelo Gallardo. De a partir de ahí, River jamás volvió a tener un enganche de peso, clásico, como lo tuvo siempre. Diego Buonanotte termino jugando de media punta en el equipo de Cappa; Erik Lamela jugo menos de 40 partidos y lo hicieron plata; Alejandro Domínguez  que es media punta, Almeyda lo intento utilizar como enganche, no rindió; y hoy, Mauro Díaz y Lanzini parecen no estar a la altura de las circunstancias. Estos nombres forman el listado de los jugadores que intentaron apaliar un déficit que a esta altura resulta más que preocupante.

Al no tener un “creador”, uno que mueva los hilos del equipo, que se haga referente en el ataque, esta falencia, trae consigo una merma en nivel de juego. Y Ramón Díaz lo sabe, sabe que este equipo necesita un enganche que se haga cargo del juego. A eso se debía  su desesperación en enero por traer un jugador en esa posición.

Se puede criticar a los delanteros por goles errados, se puede criticar a Ponzio porque su ánimo de convertirse en conductor desarma al equipo, se puede criticar el pobre nivel de juego. Pero hay que tener en cuenta una cosa, pasaron los jugadores, pasaron los entrenadores, y el problema sigue siendo siempre el mismo. Y la única solución viable para la problemática del nivel de juego de River, es la contratación de un enganche de jerarquía. Que no le pese la camiseta, que este identificado con el club, y que se haga voz de mando dentro del campo de juego. Por eso, para este próximo mercado de pases, es imperiosa la contratación de un 10. En este contexto, solo hay dos jugadores en actividad que cumplan con estos requisitos, ellos son  Aimar y D´allesandro. Y los dirigentes, deben ir en búsqueda de alguno  dejando de lado las falsas excusas.