Ramón vuelve a la acción. Siempre polémico, lengua larga, pero también sembrando el optimismo que acostumbra. Ahora el turno es en Avellaneda, en un club necesitado de buenos resultados para calmar los ánimos. ¿Podrá Ramón aportar su impronta ganadora para devolver el bienestar al Diablo? Quien sabe. Por lo pronto, su hijo Emiliano será parte del cuerpo técnico que lo acompañará en esta misión.
El plantel de Independiente, en cuanto apellidos, está por debajo de la expectativa que estos por sí solos generan. Milito, Marco Pérez, el “Malevo” Ferreyra, Fredes, el “Patito” Rodríguez, Defederico, Núñez, Tuzzio, Julián y Maxi Velázquez, Clara, Parra y demás son nombres que prometen. Por ahí no son tan rutilantes como los que el ex River tuvo cuando supo triunfar, y ahí estará quizás el gran desafío del riojano: demostrar que sin grandes figuras y con un plantel con la autoestima baja igual puede hacer lo que sabe.
Para entender esto alcanza con repasar el pasado del “Pelado”: en el Millo ganó mucho y sus logros son indiscutibles, siempre respaldado en jugadores codiciados por los grandes clubes. En San Lorenzo llegó en un momento delicado, pidió tres refuerzos y metió 45 puntos para ganar el Clausura 07. Después llegaron jugadores que todavía el club sigue pagando, no volvió a salir campeón, pero hizo papeles aceptables como en la Libertadores 08.
América fue su peor experiencia. Los números no lo acompañaron, su capacidad fue siempre discutida y la dirigencia del club azteca lo destituyó. Su regreso a Boedo fue su pasado más reciente: arrancó en el Apertura 2010 y el equipo, con varias incorporaciones pero no del tamaño de las que acostumbraba, tuvo un arranque bárbaro. De a poco el nivel bajó y el Ciclón terminó en mitad de tabla.
Para el Clausura mantuvo la base y, con algunas partidas más alguna incorporación, el desenlace fue el mismo: arranque prometedor con punta incluida y luego de caer con Tigre en la fecha once se alejó del cargo, tras su cuarto partido sin ganar con dos derrotas, dos empates y la ilusión del campeonato terminada.
Por lo pronto, Ramón Díaz regresa al país y otra vez a un club grande. Sabe que agarra una institución complicada, en un año de elecciones, donde hay conflictos hasta entre sus propios hinchas sumados a los dirigenciales y económicos. Sabe que tendrá que ingeniárselas con lo que tiene para la copa y el campeonato, y volvió a confiar en su hijo para esta nueva tarea (a pesar de su fracaso en San Lorenzo). Ramón es bicho y ganador, ¿podrá arreglárselas con lo que hay y sin peros?
Comentarios