Llegaron con el barco casi hundido y de a poco lo sacaron a flote. Sumaron socios, entusiasmo, confianza, sacaron los problemas de la agenda diaria. Tinelli y Lámmens son las caras parecidas de un club que resurge y vuelve a ser protagonista, pero que en poco tiempo deberá renovar autoridades.
Vale refrescar un poco la memoria: después de zafar del descenso, el caos institucional no desaparecía de San Lorenzo y Rubén Pombo, una asambleísta, fue hasta la sede Avenida de Mayo a echar a Jorge Aldrey, ex vice del Ciclón. Ya había renunciado Abdo y el club quedaba acéfalo, por lo que se resolvió que el joven Lámmens quedara cargo y se llamara a elecciones.
San Lorenzo se reforzó como pudo y lentamente se fue ordenando, hasta que el 1° de septiembre la dupla Lámmens-Tinelli arrasó en las urnas. A partir de ahí, salvo algún descalabro más futbolístico que institucional, todo comenzó a mejorar. Se acabaron los problemas, no se gastó más de lo que había y el socio se comprometió como nunca: más de 20.000 hinchas impulsados por el Cuervomóvil sumaron su carnet en sólo un año.
Pero nada fue improvisado. Para alejarse del descenso y devolver la calma, presi y vice vieron en Pizzi un DT tranquilo, alejado de la polémica y con una idea que creyeron que el Ciclón debía recuperar. Para eso, además, era necesario acabar con los negocios de los jugadores prestados, de los que alguna vez MT fue parte, y demostrar que se había aprendido la lección: hoy, casi todo el plantel azulgrana pertenece al club, una de las formas más genuinas de conservar el patrimonio.
El Ciclón respiró, canceló el concurso de acreedores y recuperó la fe de los jugadores, que en años anteriores no querían saber nada con jugar en el Matador. San Lorenzo quedó 4° en el Final, está en la última instancia de la Copa Argentina y es el único escolta de Newell´s. Nada fue fácil ni lo será, porque el estado del club aun es delicado, pero todo está mucho mejor.
La mejora fue tal que hasta entre oficialismo y minorías se logró armar consensos y repartir elogios mutuos. Obvio que hay diferencias, pero prevaleció una armonía que permitió tomar muchas decisiones importantes y que está a la espera de tomar otras tantas. Fue clave la Vuelta a Boedo, uno de los ejes que aglutina y no da lugar a egoísmos. Lo impulsó y lo gestiona la Subcomisión del Hincha, pero lo respaldan y aguantan entre todos.
San Lorenzo tendrá elecciones con una paz impensada hace un año atrás. Sin embargo, todas las miradas están posadas en los artífices del renacimiento: Lámmens descuidó su negocio y está con ganas de ser papá; el Cabezón, está esperando su quinto hijo y quiere volver a la pantalla, luego de un año de mucho club y nada de show. El hincha los adora, los pide, les agradece, y ellos quieren que el proyecto empezado continúe. Hasta el 14 de octubre tiene tiempo.
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