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Preso de su propia ansiedad

San Lorenzo volvió a caer en su casa, esta vez por Copa Sudamericana, y sigue dejando muchas dudas jugando como local. El murmullo de los hinchas y el acelere de los jugadores, claves en esta falencia del Ciclón.

El Matador está en deuda, incompleto. No encuentra su mejor versión y encima, de local, sufre demasiado. Las derrotas con River y Argentinos calaron hondo en el corazón del hincha azulgrana, que recibió en la cancha mucho menos de lo que esperaba. Pocos se salvaron de los reproches.

Ningún gol y muy pocas jugadas de peligro, el Nuevo Gasómetro fue un hervidero con las dos derrotas al hilo. El equipo pasó de sensación a desazón en cinco días, y el hincha, cada vez más impaciente, lo hace saber desde el minuto 1. El partido no arrancó pero ya hay algún disconforme, porque Pizzi no sabe nada y arma el equipo mal. Y encima la actuación de San Lorenzo, lejos de respaldar al DT, refuerza la opinión de los sabelotodo de la tribuna, que permanentemente hacen ver su inconformismo.

Desde la llegada de Juan Antonio, jugar de local no ha sido ninguna ventaja para el Ciclón: allí acumula siete partidos ganados, cinco perdidos e igual cantidad de empatados. Sin embargo, saliendo del Bajo Flores, la ecuación es distinta: una sola derrota, acompañadas de siete triunfos y mismo número de igualdades.

No es difícil saber el porqué: fuera de casa, y más aun sin público visitante, la impaciencia se siente menos. Al equipo no se le perdona el más mínimo error en el Nuevo Gasómetro, y el asunto es peor si el equipo no va ganando. Pero ese triunfo parcial, encima, tiene que ser rápido, porque el hincha se cree que San Lorenzo es superior a todos y por eso tiene que estar en ventaja desde el vestuario. Si esto no pasa, la gente se pone impaciente, trasmite nervios, y el equipo canaliza esos nervios chocándose contra las paredes.

Ojo, más allá de todo, el Ciclón verdaderamente está en deuda como local. Su chapa de candidato hace que sus rivales lleguen al Bajo Flores con planteos conservadores, y allí surge la principal falencia del Cuervo: ante rivales que se defienden, ataca mal, sin profundidad, y encima se desordena y marca peor, tanto en pelotas paradas como en jugadas de contragolpe.

San Lorenzo entró en una meseta, pero nada está perdido. Su serie con River todavía sigue abierta, en el torneo local continúa en la pelea y está en semis de Copa Argentina. Todavía no hubo silbidos ni insultos desmedidos, es más, el aliento de la gente sigue firme, pero el murmullo se expande y los jugadores lo sienten. La gente pide un equipo firme, estable y sólido, pero para eso hace falta paciencia y cordura. Es hora de que el Ciclón encuentre esa armonía.

Dolorense, nacido en 1991. Licenciado en proyecto de Magíster. Hay una cosa que nunca van a entender...