Archivo

Palermo y Román, la novela interminable

Existen dos formas de manejar una pelea interna. La primera es ser político y tratar de mantener las discusiones en la intimidad. La segunda es ventilar los inconvenientes y que el resto de las personas sepa cuales son los problemas. Estas dos maneras de enfrentar las diferencias quedan completamente expuestas en el eterno conflicto Riquelme – Palermo.

Protagonistas de una guerra sin cuartel
Protagonistas de una guerra sin cuartel

La NO invitación de Martín hacia Riquelme al partido de despedida es solo un capítulo más de un problema que comenzó a mediados de 2008. Si bien existieron algunos conflictos previos –como en la antesala a la Final contra el Real Madrid- , el enfrentamiento más duro comenzó en la Libertadores ´08. En aquel entonces, Román le recriminó de muy mala manera un error a Pablo Migliore, Palermo salió en defensa de su amigo y le retrucó exigiendo más compromiso en el juego (en criollo: le pidió que corra). A partir de ahí, se pudrió todo. No obstante, nada salió a la luz.

Curiosamente, la persona que habló por primera vez de este problema no fue ninguno de los dos involucrados, sino que fue Julio César Caceres. El paraguayo disparó: “Riquelme no corre. No da el ejemplo como Palermo, nuestro líder positivo". Clara separación de grupos. Pero la pelea todavía seguía entre las sombras. Entre mediados de 2008 y 2009 el equipo estuvo partido en dos bandos, los Palermistas y los Riquelmistas. Un clima tenso en las concentraciones y un nulo diálogo dentro de la cancha llevaron a que Boca juegue mal. Todo terminó en la temprana eliminación de la Copa Libertadores a manos de Sporting de Uruguay. Se fue Ischia. Llegó Basile. Permanecieron los problemas.

“Siempre festejo con quien me asiste, pero ahora fue distinto. Todos lo vieron y lo pueden analizar. Me sentí incómodo. No quiero hablar, que cada uno saque sus conclusiones". Las declaraciones del Titán son más que claras y demuestran lo que significó el desaire de Riquelme luego de que Palermo convirtiese el gol con el cual se transformó en el máximo artillero del club. El episodio contra Arsenal fue el puntapié inicial para que los trapitos sucios salgan a la luz. El nueve tomó la posta y comenzó a decir abiertamente que la relación estaba resquebrajada desde hacía mucho tiempo. Todos lo sabíamos, pero finalmente había una confirmación oficial. Por su parte, el enganche se mantuvo siempre al margen y cada vez que fue consultado se dedicó a decir que eran profesionales y que él sólo quería lo mejor para Boca. Polite.

[youtube JJed04nsrpY]

Los problemas con la Barrabrava, las elecciones, los cambios de entrenador y el descontrol mediático del Delantero luego de anunciar su retiro fueron temas que siempre terminaban en el mismo punto: la pelea interna entre Palermo y Riquelme. A su vez, el último acto de esta interminable novela ocurrió en la presentación de la despedida del Titán. El nueve, muy relajado, apuntó: “Riquelme no está invitado a la fiesta de despedida”. ¿Movimiento publicitario? Quizás. Pero lógicamente, la declaración levantó polvo mediático en un verano reseco por la faltas de noticias. Por su parte, a los pocos días Riquelme se sentó a hablar en una conferencia de prensa –no es común que lo haga- y esperó tranquilamente que llegara la pregunta acerca de los dichos de su ex compañero. Román, tranquilo y sereno, contestó: “Espero que Palermo disfrute de su despedida”. Diplomático y sin buscar líos, Riquelme sabe que se sacó dos pesos de encima: el de la pelea mediática y, claro está, el de Palermo.

Ahora habrá que esperar qué va a pasar en los años venideros. Es probable que el futuro los cruce nuevamente en la Bombonera; los dos son ídolos de Boca y, seguramente, seguirán ligados al club. Por lo pronto, ambos están invitados a la despedida de Norberto “Ñol” Solano. Un amigo. Un capítulo más.

 

Existen dos formas de manejar una pelea interna. La primera es ser político y tratar de mantener las discusiones en la intimidad. La segunda es ventilar los inconvenientes y que el resto de las personas sepa cuales son los problemas. Estas dos maneras de enfrentar las diferencias quedan completamente expuestas en el eterno conflicto Riquelme – Palermo.

Protagonistas de una guerra sin cuartel
Protagonistas de una guerra sin cuartel

La NO invitación de Martín hacia Riquelme al partido de despedida es solo un capítulo más de un problema que comenzó a mediados de 2008. Si bien existieron algunos conflictos previos –como en la antesala a la Final contra el Real Madrid- , el enfrentamiento más duro comenzó en la Libertadores ´08. En aquel entonces, Román le recriminó de muy mala manera un error a Pablo Migliore, Palermo salió en defensa de su amigo y le retrucó exigiendo más compromiso en el juego (en criollo: le pidió que corra). A partir de ahí, se pudrió todo. No obstante, nada salió a la luz.

Curiosamente, la persona que habló por primera vez de este problema no fue ninguno de los dos involucrados, sino que fue Julio César Caceres. El paraguayo disparó: “Riquelme no corre. No da el ejemplo como Palermo, nuestro líder positivo”. Clara separación de grupos. Pero la pelea todavía seguía entre las sombras. Entre mediados de 2008 y 2009 el equipo estuvo partido en dos bandos, los Palermistas y los Riquelmistas. Un clima tenso en las concentraciones y un nulo diálogo dentro de la cancha llevaron a que Boca juegue mal. Todo terminó en la temprana eliminación de la Copa Libertadores a manos de Sporting de Uruguay. Se fue Ischia. Llegó Basile. Permanecieron los problemas.

“Siempre festejo con quien me asiste, pero ahora fue distinto. Todos lo vieron y lo pueden analizar. Me sentí incómodo. No quiero hablar, que cada uno saque sus conclusiones“. Las declaraciones del Titán son más que claras y demuestran lo que significó el desaire de Riquelme luego de que Palermo convirtiese el gol con el cual se transformó en el máximo artillero del club. El episodio contra Arsenal fue el puntapié inicial para que los trapitos sucios salgan a la luz. El nueve tomó la posta y comenzó a decir abiertamente que la relación estaba resquebrajada desde hacía mucho tiempo. Todos lo sabíamos, pero finalmente había una confirmación oficial. Por su parte, el enganche se mantuvo siempre al margen y cada vez que fue consultado se dedicó a decir que eran profesionales y que él sólo quería lo mejor para Boca. Polite.

Los problemas con la Barrabrava, las elecciones, los cambios de entrenador y el descontrol mediático del Delantero luego de anunciar su retiro fueron temas que siempre terminaban en el mismo punto: la pelea interna entre Palermo y Riquelme. A su vez, el último acto de esta interminable novela ocurrió en la presentación de la despedida del Titán. El nueve, muy relajado, apuntó: “Riquelme no está invitado a la fiesta de despedida”. ¿Movimiento publicitario? Quizás. Pero lógicamente, la declaración levantó polvo mediático en un verano reseco por la faltas de noticias. Por su parte, a los pocos días Riquelme se sentó a hablar en una conferencia de prensa –no es común que lo haga- y esperó tranquilamente que llegara la pregunta acerca de los dichos de su ex compañero. Román, tranquilo y sereno, contestó: “Espero que Palermo disfrute de su despedida”. Diplomático y sin buscar líos, Riquelme sabe que se sacó dos pesos de encima: el de la pelea mediática y, claro está, el de Palermo.

Ahora habrá que esperar qué va a pasar en los años venideros. Es probable que el futuro los cruce nuevamente en la Bombonera; los dos son ídolos de Boca y, seguramente, seguirán ligados al club. Por lo pronto, ambos están invitados a la despedida de Norberto “Ñol” Solano. Un amigo. Un capítulo más.