El caso Ortega es único: tremendo jugador, llegaron a nombrarlo “el heredero de Maradona”, brilló en la selección y jugó en Europa. Hoy, por su problema de público conocimiento, está buscando club y ya lo rechazaron del Argentino A.
Cuando Almeyda le dijo que no lo iba a tener en cuenta como jugador, él se enojó y expresó que “me faltaron el respeto” y criticó a Passarella: “Trata como basura a la gente”. Pero esta vez, el problema no es Almeyda ni el mismísimo Kaiser (que ya bastantes macanas se viene mandando). El problema no viene de hoy, viene de hace años, y es Ariel Ortega.
Cuando Simeone decidió separarlo de River, luego de haber sido clave para la obtención del Clausura 2008, los hinchas se enojaron por cómo lo “usó”, pero nadie (completamente nadie) pensó en el bien del ídolo.
Fue a parar a Independiente Rivadavia de Mendoza, donde había un plan para que se recupere de su enfermedad, el cual nunca se respetó. Solamente iba a jugar los partidos de local y mientras su equipo jugaba en otras partes del país, él iba a intentar recuperarse de su adicción al alcohol. Imposible. Él no lo intentó y su entorno no lo ayudo. No rindió en lo futbolístico y cuando se terminó el préstamo ni intentaron retenerlo, porque había generado más problemas que soluciones.
Volvió a River, donde (obviamente) jugó poco y nada. Comenzó siendo titular y Cappa lo sostuvo hasta donde pudo. Con la llegada de JJ López, al comienzo del último torneo de River en primera, al jujeño le comunicaron que no iba a ser tenido en cuenta, que se iría a All Boys pero a su vez le firmaron un contrato por 3 años, para que la despedida sea con la banda roja. Contradictorio…
En All Boys, la gente lo recibió con los brazos abiertos, lo presentaron frente a más de 200 hinchas mientras la ilusión (y la venta de camisetas) aumentaba sin medida. Pero el nivel de ilusión fue inversamente proporcional a lo que mostró dentro de la cancha. Faltazos y constantes problemas dentro del plantel mancharon una historia que parecía de amor y la transformaron en bronca. Los hinchas lo recibieron con ovaciones y lo despidieron con silbidos. Se fue por la ventana de un equipo que jugó muy bien a lo largo del torneo. Es más, el presidente de All Boys, Roberto Bugallo, hace algunas horas declaró: “Morí en el intento de salvar a Ortega”.
La carrera de un gran jugador, de uno de los tantos “sucesores de Maradona” está empañada por su adicción que lo llevó a malos rendimientos deportivos. Los fracasos en Independiente Rivadavia y en All Boys sientan precedente de lo que puede llegar a ser Ortega en un plantel. Por eso mismo, el presidente de Central Córdoba se ocupó de aclarar que no llamó al jujeño y que “en caso de que llegue una oferta, la desecharemos”. Ahora parece que lo quieren en Gimnasia de Jujuy y Atlético Tucumán… ¿sabrán de sus antecedentes?
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