Que San Lorenzo hoy esté en Promoción y a un puesto del descenso directo no es producto de una sucesión de malos resultados o una racha adversa, claro está que las negligencias institucionales le cavaron al Ciclón su propio pozo. Pero los dirigentes, hasta ahora, no patean pelotas, y fue ahí donde San Lorenzo falló para seguir hundiéndose, especialmente cuando le tocó hacerlo en el Nuevo Gasómetro. La derrota ante el Rojo fue más de lo mismo.
Los números en el Bidegain le dejaron a los cuervos un score tan triste como impensado: de 19 choques, fueron cinco triunfos, cuatro caídas y 10 derrotas. O sea, jugando en Cruz y Perito Moreno, los azulgranas perdieron más de la mitad de los partidos que jugaron. En ellos el Matador marcó 16 goles, recibió 20, tuvo un penal en contra y ninguno a favor. En este apertura fueron seis caídas, cinco de ellas por 1-0, más un 1-3 ante Atlético Rafaela.
En el medio de este desconcierto que provocaba ver que cualquier equipo se llevaba una victoria del Nuevo Gasómetro sin hacer casi méritos, hubo un abanico de trucos para revertir la historia: desde innumerables cambios de esquema en el once titular, hasta algún que otro intento con curas o brujos que quisieron aplicar sus dones en el estadio sin demasiada suerte. La más curiosa se dio a mitad de este torneo, cuando el entrenador de ese entonces, Omar Asad, decidió achicar las dimensiones del campo por las reiteradas derrotas frente a equipos que aprovechaban la exagerada amplitud del terreno, para de contragolpe llevarse triunfos muchas veces inmerecidos.
El Bidegain fue en más de una ocasión noticia hasta por hechos extrafutbolísticos: desde la supuesta agresión de los barras a Bottinelli, la consecuente marcha de los hinchas por la suspensión del partido con All Boys, el escándalo por la postergación e inhabilitación en el partido con Tigre, más las intervenciones de River y Ferro en el Nacional B para utilizar el reducto del Bajo Flores para ejercer la localía. Cabe destacar que el Millo, en el 7-1 con Atlanta que disputó en Tierra Santa, estuvo a un tanto de hacer la mitad de los goles que San Lorenzo hizo en 19 partidos.
En los clásicos San Lorenzo tampoco pudo terminar con números positivos, pero esta vez hubo paridad: fueron dos victorias (contra Boca y Huracán), una igualdad (ante Racing) y dos caídas (ante los equipos de Avellaneda). Otro dato llamativo, es que de esos cinco clásicos, cuatro fueron dirigidos por directores técnicos diferentes. Ramón Díaz estuvo en el 1-0 ante Boca y el 1-2 contra Racing; luego fue el turno de Tojo para establecer el único triunfo holgado del Ciclón en el año, 3-0 ante Huracán; el Turco Asad sólo contabilizó un empate ante la Academia, y cerró el año Madelón con la derrota ante Independiente.
Lejos quedó aquel Clausura 2007 con Ramón Díaz, cuando el equipo que resultó campeón ganó nueve de los diez partidos que jugó como local, empatando el restante con River sólo porque la pelota no quiso entrar. San Lorenzo hoy es un cocoliche y por eso está donde está. Sin embargo, la gente vio en el equipo un cambio de actitud y por eso ayer se quedó quince minutos cantando desde las tres tribunas terminado el partido, mientras se retiraba el público visitante. De todos modos, la consigna desde hace tiempo es clara: San Lorenzo es de Boedo y ahí debe volver. Donde se siente cómodo, donde nació, donde tiene que estar.
Comentarios