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No lo soñe: una década sin Los Redondos

Este 4 de agosto, hace diez años, Carlos “Indio” Solari, Skay Beilinson, “Semilla” Bucciarelli (bajo), Walter Sidotti (batería), Sergio Dawi (saxo) y Hernán Aranberri (batería y samplers), subían al escenario del estadio Chateau Carreras (hoy Mario Alberto Kempes) a brindar el que sería el último show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

 

[caption id="attachment_28316" align="aligncenter" width="480" caption="Skay y el Indio, cuando todo era amor y paz"][/caption] Ya pasaron diez años y la de Los Redondos es la ausencia más presente de todo el rock nacional. Pese a que no volvieron a tocar jamás como grupo, su historia sigue más viva que nunca y no dejan de ser influencia obligada en cualquier grupo de muchachos que se cuelgue una guitarra, un bajo y sueñe con la épica de ser rocker.

Los Redondos debieron ponerle punto final de manera abrupta a una carrera que había comenzado en los albores de los ’80, cuando la banda tocaba en La Plata, ofreciendo además una especie de varieté y los ya célebres “redonditos de Ricota”. Desde ahí, la pendiente siempre fue para arriba y nunca para abajo.

Llegó “Gulp” en 1985 y con él la popularidad. Los Redondos llenaban cuanto lugar tocaban. Compartían cartel con SUMO, entre otras bandas icónicas de la época y, fueron tocando en Obras, Racing, River, incluso, antes del último show en Córdoba, se dieron el gusto de reventar el Centenario, de Montevideo.

Varios de los temas compuestos por Solari-Beilinson siguen siendo hoy en día banda de sonido en cuanto programa de radio haya o en la casa de cualquiera, sin importar si alguna vez llegó a ver o no, en vivo a la agrupación platense.

Es que Los Redondos traspasaron, por mucho, el simple lugar de banda de rock. Se han convertido en una religión, con el “Indio” Solari como figura-emblema y los riffs de Skay como banda de sonido predilecta. Se hicieron remeras, banderas, tatuajes, y legado. Ninguna otra banda en la Argentina lo consiguió a un nivel tan masivo.

Invadieron con su música cuanto ámbito hubiera: el rock, los boliches, los estéreos de los autos, el fútbol, los deportes, cualquier cosa que necesitara música tuvo, en algún momento, algún track ricotero como telón de fondo.

Hoy, diez años después el Indio Solari sigue convocando multitudes al frente de “Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado”, grupo con el que sacó su tercer disco “El Perfume de la Tempestad” que sonará en Junín, el próximo 3 de Septiembre. Skay también se fue por corrientes solitas, con su guitarra como arma más fuerte, el ex violero redondo también consiguió conservar una parte de la patria ricotera para su dominio personal. Ahora, tendrá el honor de reinaugurar el mítico estadio Obras, sobre Avenida del Libertador.

De todas maneras no importa que tan bueno sea lo del Indio, que tan “fiel” a su estilo sea lo de Skay. No son los Redondos. Por eso, cada vez que tocan, escuchan el mismo canto, insistente, que dice “Sólo te pido que se vuelvan a juntar”. Ese es el último deseo del pueblo redondo, ver en vivo, otra vez a la banda que le voló la cabeza a todo una nación. Los Redonditos de Ricota, la leyenda, el mito, el legado y, sobre todo, el rock del país.

Escucha "Juguetes Perdidos" en su última versión Ricotera [youtube eZPIsppxOXE]  

Este 4 de agosto, hace diez años, Carlos “Indio” Solari, Skay Beilinson, “Semilla” Bucciarelli (bajo), Walter Sidotti (batería), Sergio Dawi (saxo) y Hernán Aranberri (batería y samplers), subían al escenario del estadio Chateau Carreras (hoy Mario Alberto Kempes) a brindar el que sería el último show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

 

Skay y el Indio, cuando todo era amor y paz

Ya pasaron diez años y la de Los Redondos es la ausencia más presente de todo el rock nacional. Pese a que no volvieron a tocar jamás como grupo, su historia sigue más viva que nunca y no dejan de ser influencia obligada en cualquier grupo de muchachos que se cuelgue una guitarra, un bajo y sueñe con la épica de ser rocker.

Los Redondos debieron ponerle punto final de manera abrupta a una carrera que había comenzado en los albores de los ’80, cuando la banda tocaba en La Plata, ofreciendo además una especie de varieté y los ya célebres “redonditos de Ricota”. Desde ahí, la pendiente siempre fue para arriba y nunca para abajo.

Llegó “Gulp” en 1985 y con él la popularidad. Los Redondos llenaban cuanto lugar tocaban. Compartían cartel con SUMO, entre otras bandas icónicas de la época y, fueron tocando en Obras, Racing, River, incluso, antes del último show en Córdoba, se dieron el gusto de reventar el Centenario, de Montevideo.

Varios de los temas compuestos por Solari-Beilinson siguen siendo hoy en día banda de sonido en cuanto programa de radio haya o en la casa de cualquiera, sin importar si alguna vez llegó a ver o no, en vivo a la agrupación platense.

Es que Los Redondos traspasaron, por mucho, el simple lugar de banda de rock. Se han convertido en una religión, con el “Indio” Solari como figura-emblema y los riffs de Skay como banda de sonido predilecta. Se hicieron remeras, banderas, tatuajes, y legado. Ninguna otra banda en la Argentina lo consiguió a un nivel tan masivo.

Invadieron con su música cuanto ámbito hubiera: el rock, los boliches, los estéreos de los autos, el fútbol, los deportes, cualquier cosa que necesitara música tuvo, en algún momento, algún track ricotero como telón de fondo.

Hoy, diez años después el Indio Solari sigue convocando multitudes al frente de “Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado”, grupo con el que sacó su tercer disco “El Perfume de la Tempestad” que sonará en Junín, el próximo 3 de Septiembre. Skay también se fue por corrientes solitas, con su guitarra como arma más fuerte, el ex violero redondo también consiguió conservar una parte de la patria ricotera para su dominio personal. Ahora, tendrá el honor de reinaugurar el mítico estadio Obras, sobre Avenida del Libertador.

De todas maneras no importa que tan bueno sea lo del Indio, que tan “fiel” a su estilo sea lo de Skay. No son los Redondos. Por eso, cada vez que tocan, escuchan el mismo canto, insistente, que dice “Sólo te pido que se vuelvan a juntar”. Ese es el último deseo del pueblo redondo, ver en vivo, otra vez a la banda que le voló la cabeza a todo una nación. Los Redonditos de Ricota, la leyenda, el mito, el legado y, sobre todo, el rock del país.

Escucha “Juguetes Perdidos” en su última versión Ricotera