Con la resonante participación de Los Pumas en el mundial de rugby (a pesar de su vuelta en Cuartos de Final), más la posterior derrota del seleccionado de fútbol en Venezuela, personas y medios de comunicación vieron una oportunidad única y necesaria: criticar al fútbol para agrandar al rugby. Como si la buena actuación de Argentina en Nueva Zelanda no se destacase por sí sola, hubo que descalificar al deporte más popular del país para enaltecer la actuación de los de Phelan.
Más aun: Genaro Fessia, uno de los 30 convocados de Los Pumas en el mundial, salió en un programa de TV de Villa Carlos Paz a decir lo siguiente: “Quizás los intereses de los jugadores de fútbol pasen por otro lado, y no por jugar en su selección”. No conforme con eso, agregó: “En cualquier otro deporte argentino con estructuras amateur, se genera mucho sacrificio personal y familiar para llegar a un seleccionado”. Desde Rock´ N Ball analizamos los dichos de este intelectual del deporte argentino.
En principio, comparar un deporte con otro es, por lo menos, desafortunado. A pesar de que el fútbol es un desprendimiento del rugby, las reglas son totalmente disímiles, como también las formas para su práctica. Hablar de sacrificio para llegar a la selección, cuando el rugby es famoso por los rutilantes y elitistas clubes donde se practica y el fútbol se ha destacado por sacar hombres de la extrema pobreza, es también equivocado. Y sino pregúntenle a Carlos Tévez, entre tantos otros, si tuvo que esforzarse o no para llegar a la Selección Nacional.
Lo que Genaro Fessia manifestó orgulloso y seguramente sin darse cuenta, es el carácter amateur del deporte del que es, contrariamente, un profesional. Llama la atención que el rugby en Argentina no lleve esa condición, cuando se ha puesto deportivamente a la altura de los principales países del hemisferio norte, y está no muy lejos de los del hemisferio sur. Tercer puesto en Francia 2007, digna eliminación en Nueva Zelanda 2011, e invitación exclusiva para participar en el Tres Naciones de 2012 que históricamente jugaron Springboks, Wallabies y All Blacks, que pasará a llamarse “Rugby Championship” por la nueva participación albiceleste.
Volviendo al principio, últimamente ha sido una constante criticar los malos y frustrantes resultados del fútbol respaldándose en el crecimiento del resto de las disciplinas argentinas. Hay de qué hablar: la Generación Dorada reciente ganadora del Preolímpico; las Leonas campeonas del mundo en 2010; los pibes del voley que se emparejaron con la élite y están formando una camada para pelearle a los mejores; el subcampeonato de hockey sobre patines; y la frutilla del postre: Los Pumas. Que no sólo mejoraron su desempeño rugbístico y tienen a sus integrantes en grandes equipos de Europa, también “sienten la camiseta como nadie, dejan todo y le ponen la garra y el corazón que le falta al fútbol”.
Conclusiones rápidas de la última frase: Los Pumas, hasta su posterior y célebre crecimiento, no sentían la camiseta, no dejaban todo, no ponían garra y tampoco tenían corazón. Y lo del fútbol no es un bajón anímico ni una falla deportiva, es sólo falta de atributos que al rugby le sobran. ¿Para qué se fue Batista entonces? ¿Para qué se critica a Messi por tener un rendimiento diferente que el que tiene en Barcelona?
Cualquier análisis futbolístico ya no tiene relevancia, para algunos sólo es una cuestión de actitud y sentimiento. Contrariamente, lo del rugby en un principio no era por inferioridad técnica, sino que no se ponía el ímpetu que se le tenía que poner. Raro, porque es un deporte en el que todas las selecciones lo tienen como gran valor independientemente de su nivel. La “garra” y el “espíritu” se anteponen a todo. Cruel y seguramente exagerada, pero esa es la sensación que dejan las críticas desmedidas.
Cada deporte, valga la redundancia, tiene sus reglas y sus formas de jugarse. No hace falta hablar pestes de uno para maximizar el crecimiento del otro. El fútbol argentino en selecciones vive un mal presente, ni el nivel ni los resultados son los deseados. Enfrente, el rubgy está en uno de los mejores, amparado en importantes logros y un reconocimiento que enhorabuena llegaron y que esperemos no se vayan. Y no porque al fútbol le esté yendo mal.
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