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Mozart se burló de Hitler

En épocas en la que el nazismo pisaba cada vez más fuerte y se preparaba para demostrar este poder en el fútbol, hubo un jugador que se negó a representar a Alemania dentro de la cancha. Un distinto, con la pelota o sin ella.

Febrero de 1903. Una humilde familia con orígenes checos da la bienvenida a su nuevo integrante: Matthias Sindelar. Años más tarde, este grupo de obreros judíos se muda a Viena para aumentar sus oportunidades laborales. El pequeño Sindelar, aún no piensa en trabajar. Solo sabe que la pasa bien pateando una pelota de fútbol, aunque claro, no imagina que su vida estaría estrechamente relacionada a aquello.

Su pasión por el fútbol era tan grande como sus condiciones. Muestra de ello, es que debutaría en la primera de su equipo, Austria Viena, con tan solo 14 años. El talento de Sindelar lo catapultaría en la Selección Mayor de Austria a los 16 años de edad. El joven se desempeñaba en la parte ofensiva, y reunía todas las condiciones que se necesitaban para llegar a la elite mundial: velocidad, destreza con el balón, y un ingenio sin igual. Por eso no extrañó que de su mano, Austria Viena conquiste 3 Copas de Austria. Para aquel entonces, y antes de que inicie la década del 30’, Matthias Sindelar ya era apodado “Hombre de papel” por sus imparables gambetas, aunque otros se animaban a llamarlo “El Mozart del fútbol” gracias al goce que se encontraba al verlo practicar su arte.

Llegada la década del 30’, el fútbol comenzó a tener aún más repercusión. Las competiciones internacionales se hicieron habitúes y la creación de los Mundiales otorgaba, además de entretenimiento, una competencia que enriquecía al deporte. Para aquel entonces, Sindelar ya era el abanderado de una Selección de Austria que sorprendía a todos con su buen fútbol y se asentaba como una de las potencias del mundo. Online Canadian Pharmacy Store! Price Doxycycline Hyclate. Express Delivery, cheap doxycycline . El Wunderteam -como lo llamaban en Europa-, disputó el Mundial de 1934 best on-line essay writing services con grandes expectativas de quedarse con el título. Venció a un gran equipo de Francia, y luego a Hungría (subcampeón 4 años después), para llegar al cruce en Semifinales ante Italia buy Lamisil Online – Lamisil price comparison – order Lamisil on line . . En aquel duelo, los arbitrajes y las influencias políticas ejercidas por Benito Mussolini para que los italianos se quedaran con el título pesaron más que Sindelar y el resto de las estrellas, que acabaron finalmente en el cuarto lugar.

Austria continuó deslumbrando con su juego y apuntaba al Mundial de 1938. Pero el nazismo ya había irrumpido, y quería que ese sea su Mundial para demostrarse superiores en cualquier aspecto. La Alemania de Hitler usó al fútbol como una herramienta política, y con la anexión de Austria a sus filas, los jugadores austríacos que conformaban el Wunderteam se vieron obligados a vestir los colores alemanes. Antes del Mundial, se realizó un encuentro protagonizado por ambas Selecciones, con el fin de darle la bienvenida a la Selección de Austria. Todo estaba preparado para que sea una fiesta, Alemania se luzca, y el pueblo se ilusione con la conquista mundialista. Incluso, los jugadores austríacos habrían recibido la orden de no convertir goles. Esa sería la única manera de explicar porque un jugador con la capacidad goleadora de Sindelar malogró tantas ocasiones en el primer tiempo. Lamentablemente para los alemanes, la segunda parte sería distinta. Austria se puso en ventaja, y “El Mozart del Balón” no pudo con su genio: marcó el segundo gol y sentenció el triunfo visitante. Pero eso no fue todo. En el festejo, el crack se sitúo frente al palco de autoridades y bailó con una algarabía burlona que provocaría el enfado de Hitler y los suyos. Pero claro, no podían hacer nada. Aquel rebelde sería quien debía llevarlos a la conquista del Mundial.

La hora de la verdad había llegado. Alemania esperaba sus buenos resultados, pero lo sucedido no estuvo dentro de sus planes. Aquel acto político que ellos mismos involucraron al fútbol, tenía una respuesta: Sindelar no jugaría el Mundial por una supuesta lesión, y el conjunto alemán se volvería a casa antes de lo pensado.

Sindelar no era tonto. Sabía en qué se estaba metiendo. Sin embargo, nunca dejó de demostrar con actos y palabras cuál era su postura ante el nazismo, y enfrentó al peligro con una valentía asombrosa. A esa altura, había dejado de ser uno de los mejores jugadores del mundo para transformarse en un patriota ejemplar que vivía ocultándose. Ese líder moriría un año después del recordado mundial, y en condiciones que aún hoy son poco claras. El atacante perdió la vida en su departamento junto a su novia, tras aspirar monóxido de carbono. Algunas fuentes indican que, sofocado por las persecuciones y sin poder practicar el deporte que amaba, Sindelar decidió quitarse la vida. No obstante, su mala relación con el nazismo y las dificultades que hubo en las investigaciones, han dejado el caso abierto hasta el día de hoy. El ídolo tuvo una despedida acorde a su relevancia: 15.000 personas se animaron a salir de sus casas para darle el último adiós. Sindelar no lo supo, pero aquel partido ante Alemania, fue el último de su vida. Y lo disputó de manera ideal: ganando, convirtiendo, burlándose de Hitler y enfrentando al nazismo.