José Mourinho y Cristiano Ronaldo conviven hoy con un presente muy similar. Portugueses y momentáneamente hombres del Real Madrid, se destacan en su ambiente por su carrera exitosa y lo tentativo que resulta para cualquier club contar con sus servicios. A su vez, su personalidad y sus dichos ante la prensa los convierten en hombres polémicos y cada vez más rodeados de enemigos.
Llenos de logros, ambos tienen (más bien piensan que tienen), todo para creérsela. Cristiano lo afirmó hace poco: “Me envidian porque soy rico, guapo y un gran jugador”. Mou tampoco se ha quedado atrás, cuando lo consultan, él responde: “Soy el mejor técnico del mundo”. Encima, el dúo merengue, resalta sus logros incentivados en una clara demostración de envidia: cuando al de enfrente le va mejor y a uno no le alcanza con lo suyo, lo que éste hace es remarcar sus propias conquistas y destruir al enemigo. Siendo Messi el futbolista más exitoso y Guardiola lo propio como entrenador, los lusos saltan como carmelitas descalzas.
Por eso no es casualidad. Lio y Pep son los más destacados en sus funciones, y esto enerva a Cristiano y a José, que nacieron para ser los mejores y claramente no los están siendo. Mientras en Barcelona todo es éxito y elogios, en Madrid abunda la desazón, que deviene en arrogancia cuando quien la presencia siente que no puede ser lo que quiere y se indigna. Dicho esto, han sido reiteradas las veces que Mourinho y Ronaldo salen a hablar mal de sus colegas, sin necesidad y sin que del otro lado se tome la misma iniciativa. La táctica de Messi y Guardiola no falla: ante la pedantería y la soberbia de sus contrincantes, perfil bajo, silencio y discreción. Mal no les ha ido.
De todos modos, tampoco es correcto cerrarse en sus actitudes. Se sabe, los portugueses residentes en España son dos ejemplos de capacidad en sus desempeños profesionales. Al DT lo avalan sus 19 títulos en once años de carrera, repartidos entre Porto, Chelsea, Inter y Real Madrid. Y sabe destacarse por su inteligencia para plantear los partidos, habiendo vencido a rivales con jugadores superiores a los suyos en alguna ocasión. Dirigió muy buenos equipos, pero cuando enfrentó a otros iguales de buenos o mejores, se las rebuscó como el mejor. Es un ganador nato.
Cristiano también es crack. Rápido, muy hábil, goleador, pateador con ambos perfiles, cabeceador con un salto tremendo y dueño de todas las pisadas y firuletes que a gran parte del público futbolero le gusta imitar. 14 títulos entre el Sporting Lisboa, el Manchester y Real Madrid levantaron su ego hasta las nubes, potenciados por autodenominaciones propias: “rico y guapo”. CR7, según él, es un tipo con suerte.
A Cristiano y a Mou, lisa y llanamente, se los comió el personaje. Quizás porque no les alcanza con ser fantásticos en lo que hacen y quieren ser tapas de diarios por otras cosas, o quizás porque están viendo que hay dos tipos que con otra camiseta les robaron el protagonismo y los palmarés. No hay dudas, la soberbia y la envidia le ganaron a sus talentos.
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