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Más celeste y menos blanco, Argentina…

Uruguay es un justo campeón. Quizás abusó de la pierna fuerte, rindiendo tributo a su historia de garra y corazón, pero tiene una delantera que sorprende al más pintado. Lo de Diego Forlán y lo de Luis Suárez, sobre todo este último, ha sido superlativo.

Uruguay es un equipo, además. Lejos de deidades y pleitesías. Ningún jugador genera debates ni escribe, solito y sólo, páginas y páginas de diarios. Ninguno. Por caso, hoy Diego Forlán volvió a marcar un gol tras más de un año con la Celeste. Imagínense si Messi o Higuaín o Tévez están ese número de juegos sin marcar. Acá, a Lionel se lo crucificó por no hacer goles en Sudáfrica y se olvidó que fue el mejor, por escándalo, de la Selección. Así somos.

 

[caption id="attachment_27496" align="aligncenter" width="480" caption="Enorme Uruguay, enorme."][/caption] Uruguay no es casualidad. El equipo del Maestro Oscar Washington Tábarez no es "un club de amigos", como el propio DT aseguró hoy en conferencia de prensa, luego de ganar la copa en pleno Monumental. Pero sí es un equipo y un grupo sólido. El cuarto puesto en Sudáfrica sorprendió, pero este desempeño confirma que aquello fueron las bases para un equipo que estuvo al borde de quedar afuera del Mundial cuando Argentina (sí, Argentina) le ganó 1-0 con gol de Bolatti en pleno Centenario, en el gol que debe haber sido el más trascendente del equipo argentino en los últimos años.  

En ese momento, Uruguay pisó la pelota, frenó y cambió. Cambió para mejor. Superó la instancia del repechaje (ante Costa Rica) y llegó a Sudáfrica. Empató con Francia, le ganó a México y goleó a Sudáfrica. Después venció a Corea y pasó a cuartos, donde derrotó a Ghana en un insólito partido. En las semis cayó ante Holanda, pero 3-2 y dando batalla. Después, Alemania le robó el tercer puesto. Igual, fueron recibidos como héroes. Merecido, claro.

En esta Copa América, lejos de conformarse, mostraron la misma humildad y tesón y lograron salir campeones, otra vez, en suelo Argentino. Como en 1987. Empezaron con un tibió 1-1 frente a Perú, otro empate con Chile, victoria ante México y pase a Cuartos. Vencieron a Argentina por penales y en semis se cargaron, claramente a Perú. La final fue un trámite. Demasiado para un Paraguay timorato.

Como en Sudáfrica, Suárez- Forlán a la cabeza de los elogios. Fernando Muslera tuvo un tremendo torneo (¡Qué pelota sacó en el tiro libre de Tévez!) y el mediocampo mostró lo de siempre garra, huevos y mucha sangre: el Ruso Diego Pérez, Egidio Arévalo Ríos, "palito" Pereira, el "Tata" González. Y atrás, Diego Lugano es capitán, patrón y corazón. "Nuestros abuelos nos contaron mucho de Uruguay", dijo hace unos días. Quizás para por ahí. No pensar que se es los mejores y sí preocuparse por demostrarlo. Uruguay lo hace partido a partido. Así le va.

Uruguay es un equipazo. Es un grupo de hombres hecho y derecho. Estuvo a un gol de meterse en la final de Sudáfrica 2010 y aplastó a todo el continente en una nueva contienda de América. Ganó 3-0 la final, como para no dejar dudas, y se cargó al "equipo" de Batista. No lo mereció, es cierto. Pero también es cierto que a la suerte se la ayuda. Y con trabajo, tesón, humildad, constancia, coherencia y juego se le da una mano grande. Todo eso tiene este Uruguay que reina en América nuevamente. Está bien que así sea. ¡Salud Celeste!

Uruguay es un justo campeón. Quizás abusó de la pierna fuerte, rindiendo tributo a su historia de garra y corazón, pero tiene una delantera que sorprende al más pintado. Lo de Diego Forlán y lo de Luis Suárez, sobre todo este último, ha sido superlativo.

Uruguay es un equipo, además. Lejos de deidades y pleitesías. Ningún jugador genera debates ni escribe, solito y sólo, páginas y páginas de diarios. Ninguno. Por caso, hoy Diego Forlán volvió a marcar un gol tras más de un año con la Celeste. Imagínense si Messi o Higuaín o Tévez están ese número de juegos sin marcar. Acá, a Lionel se lo crucificó por no hacer goles en Sudáfrica y se olvidó que fue el mejor, por escándalo, de la Selección. Así somos.

 

Enorme Uruguay, enorme.

Uruguay no es casualidad. El equipo del Maestro Oscar Washington Tábarez no es “un club de amigos“, como el propio DT aseguró hoy en conferencia de prensa, luego de ganar la copa en pleno Monumental. Pero sí es un equipo y un grupo sólido. El cuarto puesto en Sudáfrica sorprendió, pero este desempeño confirma que aquello fueron las bases para un equipo que estuvo al borde de quedar afuera del Mundial cuando Argentina (sí, Argentina) le ganó 1-0 con gol de Bolatti en pleno Centenario, en el gol que debe haber sido el más trascendente del equipo argentino en los últimos años.

 

En ese momento, Uruguay pisó la pelota, frenó y cambió. Cambió para mejor. Superó la instancia del repechaje (ante Costa Rica) y llegó a Sudáfrica. Empató con Francia, le ganó a México y goleó a Sudáfrica. Después venció a Corea y pasó a cuartos, donde derrotó a Ghana en un insólito partido. En las semis cayó ante Holanda, pero 3-2 y dando batalla. Después, Alemania le robó el tercer puesto. Igual, fueron recibidos como héroes. Merecido, claro.

En esta Copa América, lejos de conformarse, mostraron la misma humildad y tesón y lograron salir campeones, otra vez, en suelo Argentino. Como en 1987. Empezaron con un tibió 1-1 frente a Perú, otro empate con Chile, victoria ante México y pase a Cuartos. Vencieron a Argentina por penales y en semis se cargaron, claramente a Perú. La final fue un trámite. Demasiado para un Paraguay timorato.

Como en Sudáfrica, Suárez- Forlán a la cabeza de los elogios. Fernando Muslera tuvo un tremendo torneo (¡Qué pelota sacó en el tiro libre de Tévez!) y el mediocampo mostró lo de siempre garra, huevos y mucha sangre: el Ruso Diego Pérez, Egidio Arévalo Ríos, palito” Pereira, el Tata” González. Y atrás, Diego Lugano es capitán, patrón y corazón. “Nuestros abuelos nos contaron mucho de Uruguay”, dijo hace unos días. Quizás para por ahí. No pensar que se es los mejores y sí preocuparse por demostrarlo. Uruguay lo hace partido a partido. Así le va.

Uruguay es un equipazo. Es un grupo de hombres hecho y derecho. Estuvo a un gol de meterse en la final de Sudáfrica 2010 y aplastó a todo el continente en una nueva contienda de América. Ganó 3-0 la final, como para no dejar dudas, y se cargó al “equipo” de Batista. No lo mereció, es cierto. Pero también es cierto que a la suerte se la ayuda. Y con trabajo, tesón, humildad, constancia, coherencia y juego se le da una mano grande. Todo eso tiene este Uruguay que reina en América nuevamente. Está bien que así sea. ¡Salud Celeste!