Archivo

Madrid se hincó ante la Bestia Amarilla

La marea amarilla amenaza con cubrir completamente el Viejo Continente. Voraz, impiadosa y dominante, arrasa en cada campo al ritmo del buen fútbol, la alegría y la ilusión. Con su epicentro en la cuenca del río Ruhr, el bramido del Borussia Dortmund retumbó en cada rincón de Europa con su categórica y humillante goleada ante Real Madrid, que se quedó sin argumentos futbolísticos en la noche del Westfalenstadion.

La figura del elenco merengue aparecía ante un escenario propicio, casi encantador. El estrepitoso desbarranco de Barcelona a manos de Bayern Munich había envalentonado a muchos simpatizantes en la capital española. No obstante, hoy dichas ilusiones sufrieron varios golpes al mentón duros de asimilar. Animal del área y depredador del gol, Robert Lewandowski encarriló la serie a favor del cuadro comandado por el virtuoso Jürggen Klopp con cuatro goles en su haber.

Inmiscuido por el romanticismo de su entrenador, el Borussia salta a cada cancha con el objetivo de triunfar y, en especial, despertar sensaciones mágicas en aquellos que presencian sus encuentros. Yo no sólo quiero ganar, también quiero sentir, afirmó Klopp hace pocos meses, en una prueba cabal de su concepción de este juego. En tanto, su pensamiento se amalgama a la perfección con la calidad de los intérpretes del plantel. La presencia de Lewandowski, Mario Gotze y Marco Reus, entre otros, hacen del conjunto bávaro uno de los máximos aspirantes a conquistar la Copa de Campeones.

El utilitarismo del Real Madrid de José Mourinho no toleró el juego feliz de su adversario. El festejo de Cristiano Ronaldo para señalar el 1-1 parcial pudo haber significado un intento de resurrección, pero nuevamente la versión más lúcida del BVB entró en escena para apaciguar las esperanzas blancas. Otra vez el Dortmund, que en la fase de grupos había cosechado un empate y una victoria ante el Real (2-1 en casa; 2-2 en España), calló los gritos provenientes de Castilla. Esos mismos alaridos que, al parecer, deberán esperar otra temporada más por la Décima.

Borussia Dortmund encuentra en el compromiso de sus futbolistas otro pilar fundamental de su cautivadora filosofía, que hoy lo erige en la única escuadra invicta viva en la competición. Oficializada la transferencia de Mario Gotze a Bayern Munich y a la espera de la salida de Lewandowski al mismo club, la estructura de Klopp no se resintió y mantuvo su mente focalizada en el desafío de aplastar a uno de los gigantes ibéricos. Ante situaciones como las del eje cerebral o del centrodelantero, la mayoría de los futbolistas dispersarían su atención e -inconscientemente- perderían algo de concentración. Por ello, su mentalidad despierta elogios.

Mourinho y su Madrid volverán a España con una daga en su corazón, cuya herida tardará mucho tiempo en cicatrizar si no concreta una remontada épica en el Santiago Bernabéu. Por su parte, y más allá del resultado final en esta edición de la UEFA Champions League, la marea amarilla de Jürggen Klopp quedará en la memoria colectiva de miles de aficionados por muchos años más.

La marea amarilla amenaza con cubrir completamente el Viejo Continente. Voraz, impiadosa y dominante, arrasa en cada campo al ritmo del buen fútbol, la alegría y la ilusión. Con su epicentro en la cuenca del río Ruhr, el bramido del Borussia Dortmund retumbó en cada rincón de Europa con su categórica y humillante goleada ante Real Madrid, que se quedó sin argumentos futbolísticos en la noche del Westfalenstadion.

La figura del elenco merengue aparecía ante un escenario propicio, casi encantador. El estrepitoso desbarranco de Barcelona a manos de Bayern Munich había envalentonado a muchos simpatizantes en la capital española. No obstante, hoy dichas ilusiones sufrieron varios golpes al mentón duros de asimilar. Animal del área y depredador del gol, Robert Lewandowski encarriló la serie a favor del cuadro comandado por el virtuoso Jürggen Klopp con cuatro goles en su haber.

Inmiscuido por el romanticismo de su entrenador, el Borussia salta a cada cancha con el objetivo de triunfar y, en especial, despertar sensaciones mágicas en aquellos que presencian sus encuentros. Yo no sólo quiero ganar, también quiero sentir, afirmó Klopp hace pocos meses, en una prueba cabal de su concepción de este juego. En tanto, su pensamiento se amalgama a la perfección con la calidad de los intérpretes del plantel. La presencia de Lewandowski, Mario Gotze y Marco Reus, entre otros, hacen del conjunto bávaro uno de los máximos aspirantes a conquistar la Copa de Campeones.

El utilitarismo del Real Madrid de José Mourinho no toleró el juego feliz de su adversario. El festejo de Cristiano Ronaldo para señalar el 1-1 parcial pudo haber significado un intento de resurrección, pero nuevamente la versión más lúcida del BVB entró en escena para apaciguar las esperanzas blancas. Otra vez el Dortmund, que en la fase de grupos había cosechado un empate y una victoria ante el Real (2-1 en casa; 2-2 en España), calló los gritos provenientes de Castilla. Esos mismos alaridos que, al parecer, deberán esperar otra temporada más por la Décima.

Borussia Dortmund encuentra en el compromiso de sus futbolistas otro pilar fundamental de su cautivadora filosofía, que hoy lo erige en la única escuadra invicta viva en la competición. Oficializada la transferencia de Mario Gotze a Bayern Munich y a la espera de la salida de Lewandowski al mismo club, la estructura de Klopp no se resintió y mantuvo su mente focalizada en el desafío de aplastar a uno de los gigantes ibéricos. Ante situaciones como las del eje cerebral o del centrodelantero, la mayoría de los futbolistas dispersarían su atención e -inconscientemente- perderían algo de concentración. Por ello, su mentalidad despierta elogios.

Mourinho y su Madrid volverán a España con una daga en su corazón, cuya herida tardará mucho tiempo en cicatrizar si no concreta una remontada épica en el Santiago Bernabéu. Por su parte, y más allá del resultado final en esta edición de la UEFA Champions League, la marea amarilla de Jürggen Klopp quedará en la memoria colectiva de miles de aficionados por muchos años más.