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Los delirios del mariscal: refugio infinito

Los delirios del mariscal es, de pé a pá, una obra maestra. Se trata del segundo disco de Crucis, baluarte del rock progresivo y setentoso de nuestro país, que buscó en lo más recóndito de lo propio y logró una travesía que escapa de lo terrenal. Aníbal Kerpel se disfraza de mariscal en tiempos de botas locas y conduce a Gustavo Montesano, Pino Marrone y Gonzalo Farrugia hasta el interior de sus delirios. Nosotros vamos con ellos.

Pude llegar hasta aquí, a mi ser, porque nunca, nunca, me dejé llevar. No me separen de mí nunca más”. Así comienza casi a modo de súplica desesperada Gustavo Montesano en No me separen de mí. Se trata del primero de los cuatro tracks de Los delirios del mariscal, el segundo y último disco de Crucis. Situémonos: año 1977, el año más cruento de la historia argentina junto a los veintipico meses anteriores. Ciudad de Buenos Aires, epicentro del infierno mismo, y un grupo de cuatro muchachos con tantas ganas de fundar la experimentación progresiva como su experiencia en el ámbito lo permitía.

No me separen de mí”, entonces, en este sentido, es una especie de advertencia. Además es la única canción vocalizada, lo que la separa aún más de lo que viene luego. Es un “dejame vivir”, “dejame ser”, cosa que como sabemos era algo difícil en esa época a causa de la dictadura cívico-militar desatada en 1976. “No me transmitan sus odios que todo está bien aquí, yo tengo libertad” es una frase que sugiere sumergirse en lo más profundo de lo propio ante tanta basura externa. El resultado y la sentencia son simples: “Hoy solo quiero ver salir el sol, con eso soy feliz adentro y afuera“. Parece muy simple, ¿no?

(Foto: blog Algo más que rock and roll)
(Foto: blog Algo más que rock and roll)

Rondando los 6 minutos comienza algo que supera lo terrenal. El nombre de la pista nos brinda algo de información: “Los delirios del mariscal” designa tanto al disco entero como al segundo track del LP. La entrada en acción de Aníbal Kerpel, tecladista y creador de la obra maestra, es fenomenal y anticipa una melodía sublime, épica, que debe haber quedado como una de las más impresionantes de la historia del rock progresivo argentino. Los delirios se van rockerizando mientras se incorporan a ellos la batería de Gonzalo Farrugia y la viola del extraterrestre Pino Marrone.

El viaje se va acelerando de a poco, mientras Marrone gana definitivamente el protagonismo a lo largo de los 10 minutos que dura la pista y Farrugia, el gran batero ex Psiglo, agudiza los golpes. La velocidad máxima de la travesía se alcanza al final, con Kerpel tirando melodías prácticamente psicodélicas y armando pieza por pieza un final orquestal que le pone la corbata a uno de los -seguramente- diez mejores instrumentales de la historia del rock argento. Leo un comentario de Youtube que afirma que “Argentina no estaba preparada para tener una banda de semejante magnitud“, y pienso en esta canción. Hoy, al menos personalmente, sigue pareciendo futurista.

Crucis
Crucis

Pollo frito” es el nombre de la tercera pista, en la que Farrugia se destapa completamente por primera vez en el disco y da paso al riff pegadizo con el que Marrone y Kerpel coronan el asunto. Éstos dos son, nuevamente, los que comandan a la tropa a lo largo del tema más corto y más rápido del LP. Sin embargo, transitar todo este análisis sin mencionar demasiado a Gustavo Montesano sería un insulto. El acompañamiento del bajo, que alcanza el protagonismo exclusivo casi al final de “Abismo terrenal” con un solo fenomenal, es excelente.

Las sinfonías del mencionado Abismo terrenal son estupendas, y para algunos ésta supera a la misma “Los delirios…”. Lo innegable es que, dada su perfección, los cuatro personajes encontraron en esta pista su espacio para lucirse. Pino y Aníbal, en primer lugar, Gustavo y Farrugia, que se quitó la vida en enero de 2009, a continuación. Cabe recordar que el disco entero, al igual que el anterior, que lleva el nombre homónimo de la agrupación, fueron grabados en vivo en los estudios de grabación, lo que le da una cuota extra de excelencia e improvisación.

Dícese que por egos y diferencias Crucis se separó ese mismo año, y las intenciones de volver a reunirse no fueron de igual intensidad. Lo cierto es que, como dijo aquél comentario en internet, Argentina parió en los 70’s una banda para la que su público no estaba preparado. Como también se dice, en Europa o Estados Unidos la vida de esta superbanda hubiera sido más prolongada y diversa en cuanto a lo experimental. Al menos podemos estar tranquilos por algo: los delirios existen, son argentinos y están a la altura del rock progresivo mundial.

Setlist

Lado A
1. No me separen de mi 00:00
2. Los delirios del mariscal 06:10

Lado B
1. Pollo frito 16:18
2. Abismo terrenal 22:04