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La furia roja, ya no tan furia

En busca de otro título internacional, España intentará alcanzar finalmente la gloria que les otorga a los campeones la Copa Confederaciones, pero enfrente estará la selección local con sus individualidades. Dos estilos diferentes de jugar al fútbol, dos historias completamente disímiles en esta competencia y un escenario como el estadio Maracaná de Río de Janeiro que en estas instancias no parece albergar personas, sino más bien puras, esenciales y exclusivas emociones.

La furia roja, ya no tan furia, parece haber llegado a Brasil con una sola intención: la de tomarse venganza. Es que aquella semifinal perdida por 2 a 0 ante una sorpresiva selección estadounidense, en la última Confederaciones de 2009 disputada en Sudáfrica,  les tocó el orgullo. Resultado inaceptable si se considera que llegaban como los campeones de Europa y por qué no como los principales favoritos para quedarse con el título. Además eran momentos en los que su manera de jugar al fútbol empezaba a dar que hablar. Aunque luego se transformaría en una marca registrada, que dentro del mercado del fútbol no habría empresa que pudiera competir con su jerárquico nivel. Tal es así, que en 2010 fueron campeones mundiales y en 2012 revalidaron su título de campeones europeos.

Entre tanta historia del fútbol, hoy, ambos equipos tendrán que asumir sus realidades. Brasil no es la misma que hace una década y España parece no ser la misma que hace tres o cinco años. Sin embargo, la venganza es un plato que se sirve frío, o al menos eso se dice. Y el equipo europeo quizá lo sepa bien. Está en su juego paciente, calmo e imperturbable que ha trabajado durante este tiempo. Además de la saña, que en otras épocas caracterizaba su fútbol, ya casi no hay rastros. Ahora hay vestigios de otro tipo de juego y habrá que esperar, ya que parece ser que el plato frío, en el menú de Brasil, hoy va a aparecer.