Dentro de unos cuantos años, los libros dirán que durante casi dos décadas una pequeña empresa de un gran oligopolio hizo lo que quiso con el fútbol argentino. Manejó la agenda, dividió en forma autoritaria y desigual la plata y los horarios, tranzó siempre con el poder y los poderosos. Pero un día se fue, los clubes no aguantaron más el ahogo y les trajeron otros aguas. El Estado se hizo amo y señor del fútbol y en poco tiempo mostró su sello.
La Era del Fútbol Para Todos será ese cambio a medias, ese salto incompleto que avanzó pero menos de lo que podía. Será la época en que todo el país vio fútbol sin discriminación geográfica ni adquisitiva; serán los años en que el tiempo adicionado pasó a llamarse inentendiblemente tiempo recuperado; será tanto revuelo para que Marcelo Araujo y Julio Ricardo choosing an essay writing service , dos hombres entrados en años y con las dificultades propias de su edad, sean el recuerdo de lo viejo en lo que debió ser un cambio generacional completo.
Cuando algún televidente le cuente a sus hijos de los primeros años de la pelota por TV Pública, no podrá evitar decir lo que Alejandro Dolina dijo hace unos días: hay alguien en la transmisiones, que seguramente sea un buen tipo, pero que te hace enojar aun en el triunfo más glorioso de tu equipo. Elige la cámara que quiere, te pone la repetición justo en el peor momento, enfoca los pies del atacante cuando sólo te interesa el panorama de la jugada. Y mientras ves esa repe innecesaria, escuchás al relator desgarrarse la garganta en la jugada de peligro que nunca viste. Te pegás un susto bárbaro, pero ligaste un pantallazo de la luna llena.
Dentro de un tiempo añorarás que por ahí no te interesaba mucha la política, descreías de ella, te parecía y quizás te siga pareciendo un negocio de pocos. Con ese argumento sostenías que la propaganda oficial era un abuso. Porque el Fútbol Para Todos también marcó terreno en eso: la publicidad institucional permanente de la Presidencia de la Nación. Era la que te contaba lo que por otros medios no te enterabas, pero también la que impedía que anunciantes privados pudieran participar de lo más lindo de la pantalla argentina. Mucho más sanos que sus antecesores, pero los manejos del fútbol federal siguieron siendo discrecionales.
Los años de los partidos públicos también serán los de la tecnología obsoleta. Aun nadie le encontró explicación, provecho o ventaja a las flechas y luces que pasan en las repeticiones de los goles. Molestan mucho, no aportan casi nada. Sin embargo, cuando lo veas a la distancia, te sentirás un tonto de quejarte por semejante pavada, cuando antes tenías que esperar a 4 days ago – Buy Cheap Valtrex Online – Save YOUR MONEY! 1000 mg , valtrex online no script, order fast valtrex 1000 mg , valtrex xr generic , buy Valtrex Canadian cialis, buy Cialis online – Online drug store, lowest prices ! impotent men, its users with buying cialis online in united kingdom only its generic variety Fútbol de Primera para ver los goles de tu equipo. Y salvo que jugaras con Boca o River, conformarte con una mínima síntesis del partido que probablemente no habías visto. Pero no ves razón para un aporte tecnológico innecesario, y por lo tanto siempre quisiste que lo sacaran.
Cuando recuerdes los inicios del Fútbol Para Todos, no te olvidarás de esa discusión eterna sobre su financiamiento. Se te vendrá a la cabeza la voz de aquel futbolero ofendidísimo por las fortunas despilfarradas por una simple pasión, que no por tal solucionó los problemas más urgentes que tenía el país. También recordarás aquel que decía, con cierta coherencia, que con ese criterio sólo se puede gastar dinero en los pobres. Y más tarde surgirá de tu nostalgia aquel apasionado de la redonda, que se alivió cuando esas fortunas, de algún modo, aliviaron las hundidas arcas de los clubes de fútbol, pertrechadas de los manejos de sus dirigentes y del fútbol privado.
Pero hay algo que nunca toleraste, un detalle que seguramente te molestaba más que todo. Nunca pudiste entender cómo el partido más atractivo de la fecha quedaba librado a la narración de la eminencia del periodismo retrógado, hecho a desgano y desvergonzadamente. No te entró nunca en el bocho como ese ser, que además era la cabeza del organismo, podía equivocarse tanto, relatar con tan pocas ganas, ningunear a sus compañeros, gritar los goles como vos gritarías los de Brasil. Sabrás aplaudir a la distancia las buenas apariciones de aquel nuevo periodismo: la incorporación de mujeres y otras caras nuevas y positivas, que igual poco hicieron para aliviarte la calentura de ese hombre nefasto presente cada domingo.
La discusión encontrará otro cause en un tema que por su importancia volvés a tocar: te parecía una locura lo que se gastaba en fútbol. Encima, el Estado siempre terminaba gatillando más de lo que prometía en un principio, porque los desmanejos institucionales, la inflación y la mar en coche, hacían insuficiente cualquier inyección de dinero y el despilfarro en el fútbol asfixiaba a los clubes. Además, creías que todo era propaganda estatal para el Gobierno de turno. Sin embargo, alguna vez discutiste con alguien que te dijo que no estaba mal un poco de nacionalismo entre tantos anti Argentina, y que no era malo que se difundiera el acceso a los bienes culturales, las producciones nacionales y la concientización sobre temas de interés público.
Hasta el más progresista de todos no podrá negar que el cambio fue a medias, o por lo menos mal hecho en algunos aspectos. Porque aplaudió horrores que su equipo dejara de jugar a dedo todos los sábados y encontró atractiva la idea de hacerlo en forma salteada también los viernes y domingos. De todos modos, vio la contracara a la vuelta de la esquina en algunos vicios inentendibles, como que se jueguen partidos los domingos a la noche, los lunes, o que el puntero y el escolta, como pasó esta fecha, lo hagan el sábado y no el domingo en el horario central. Se dará la cabeza contra la pared, porque si se mejoró lo más difícil, si la intención de justicia era el centro de la movida, no cabe en ninguna cabeza de dónde nacieron semejantes incoherencias.
En este mar de dudas, de incongruencias, de mejoras sustanciales, de cambios a medias y de imperfecciones, el Fútbol Para Todos marcó su territorio y quedará grabado a fuego en la memoria colectiva. A su modo, con sus defectos y virtudes, pero sin subvertir ni un poco esta pasión difícil de explicar que tienen los argentinos. Dentro de algunas décadas, los libros y los medios de comunicación recordarán la revolución que causó la televisación del fútbol en manos públicas, lo que desde hace cuatro años ya es la Era del Fútbol Para Todos.
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