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La ambivalencia de un “club modelo”

Eso es Vélez Sarsfield. Un club que desde su creación hasta la década del ´90 tuvo muchas más frustaciones que alegrías. Y que a partir de un crecimiento institucional y futbolístico admirable empezó a estar en boca de todos. Por equipos, por títulos, por infraestructura, por dirigentes o por crecimiento, pero también por provocación, irrespetuosidad y violencia. Sería de tonto negar lo que Vélez representa viendo el actual presente de los clubes del Fútbol Argentino. Aumento considerable en cantidad de socios; un estadio impecable; superávit en todos sus emprendiemientos; suculentas ventas; joyas en inferiores; competitividad en todas las disciplinas y principalmente en fútbol. En fin,  mientras hoy por hoy la mayoría de los clubes se destaca por hacer más cosas mal que bien, el Fortín hace muchas más bien que mal. Y el partido con San Lorenzo de ayer en la Bombonera es un reflejo de la realidad velezana. Adentro de la cancha, impecable. Fue un clarísimo ganador, y se metió merecidamente en la punta del campeonato, además de estar previamente clasificado a los octavos de final de la Copa Libertadores. Pero los periodistas partidarios y sus dirigentes de algún modo opacaron lo que su equipo hizo en el verde césped. [caption id="attachment_24218" align="alignnone" width="300" caption="Los jugadores. Ellos fueron claros ganadores, pero sus mandatarios no hicieron lo propio desde sus sillas."][/caption] ¿Qué sucedió? Varias cosas. Una de ellas, fue que un conocido integrante de "La Pandilla" ingresó en connivencia con los dirigentes haciéndose pasar por personal de catering y se sentó en el lugar de periodistas, cuando los únicos autorizados a entrar a las tribunas eran, justamente, periodistas y dirigentes. La Policía (aunque usted no lo crea), se percató de la situación  y en el entretiempo se encargó de echar a este hombre. Segundo, un periodista ingresó con indumentaria del club, algo que estaba prohibido, pero poco les importó a ellos y a los abocados a la inseguridad (sí, últimamente se están encargando más de que la seguridad no exista, por más que hayan acertado en echar al barra fortinero). Comenzado el partido, se los escuchó muchas veces insultando a los jugadores de San Lorenzo y al árbitro, algo totalmente normal en una cancha de fútbol. Pero, en un partido que no había hinchas y que por TV se escuchaba el menor suspiro, fue algo por lo menos inadecuado, viniendo de las personas que vino. Por último, como si no bastara con lo antes mencionado, se encargaron de gritarle el segundo gol a los periodistas del Ciclón, siguiendo con gestos en clara señal de provocación. Algunos comunicadores del Cuervo, serenos, optaron por ignorar la situación. Mientras otros, erróneamente, respondieron a la agresión y por un momento los ánimos se subieron. La rebeldía de estos muchachos, comenzada alguna vez por Raúl Gámez, (que ayer estuvo presente) como ya te había anticipado Rock´N Ball al día siguiente a la muerte de Ramón Aramayo, oscurece un laburo institucional digno de innumerables elogios. Una vez más, la institución queda manchada por la provocación, la falta de respeto y la falsa modestia. Poca consideración al prójimo en Liniers; algo que, a varios clubes, hinchas y dirigentes, está cansando.  

Eso es Vélez Sarsfield. Un club que desde su creación hasta la década del ´90 tuvo muchas más frustaciones que alegrías. Y que a partir de un crecimiento institucional y futbolístico admirable empezó a estar en boca de todos. Por equipos, por títulos, por infraestructura, por dirigentes o por crecimiento, pero también por provocación, irrespetuosidad y violencia.

Sería de tonto negar lo que Vélez representa viendo el actual presente de los clubes del Fútbol Argentino. Aumento considerable en cantidad de socios; un estadio impecable; superávit en todos sus emprendiemientos; suculentas ventas; joyas en inferiores; competitividad en todas las disciplinas y principalmente en fútbol.

En fin,  mientras hoy por hoy la mayoría de los clubes se destaca por hacer más cosas mal que bien, el Fortín hace muchas más bien que mal. Y el partido con San Lorenzo de ayer en la Bombonera es un reflejo de la realidad velezana.

Adentro de la cancha, impecable. Fue un clarísimo ganador, y se metió merecidamente en la punta del campeonato, además de estar previamente clasificado a los octavos de final de la Copa Libertadores. Pero los periodistas partidarios y sus dirigentes de algún modo opacaron lo que su equipo hizo en el verde césped.

Los jugadores. Ellos fueron claros ganadores, pero sus mandatarios no hicieron lo propio desde sus sillas.

¿Qué sucedió? Varias cosas. Una de ellas, fue que un conocido integrante de “La Pandilla” ingresó en connivencia con los dirigentes haciéndose pasar por personal de catering y se sentó en el lugar de periodistas, cuando los únicos autorizados a entrar a las tribunas eran, justamente, periodistas y dirigentes. La Policía (aunque usted no lo crea), se percató de la situación  y en el entretiempo se encargó de echar a este hombre.

Segundo, un periodista ingresó con indumentaria del club, algo que estaba prohibido, pero poco les importó a ellos y a los abocados a la inseguridad (sí, últimamente se están encargando más de que la seguridad no exista, por más que hayan acertado en echar al barra fortinero).

Comenzado el partido, se los escuchó muchas veces insultando a los jugadores de San Lorenzo y al árbitro, algo totalmente normal en una cancha de fútbol. Pero, en un partido que no había hinchas y que por TV se escuchaba el menor suspiro, fue algo por lo menos inadecuado, viniendo de las personas que vino.

Por último, como si no bastara con lo antes mencionado, se encargaron de gritarle el segundo gol a los periodistas del Ciclón, siguiendo con gestos en clara señal de provocación. Algunos comunicadores del Cuervo, serenos, optaron por ignorar la situación. Mientras otros, erróneamente, respondieron a la agresión y por un momento los ánimos se subieron.

La rebeldía de estos muchachos, comenzada alguna vez por Raúl Gámez, (que ayer estuvo presente) como ya te había anticipado Rock´N Ball al día siguiente a la muerte de Ramón Aramayo, oscurece un laburo institucional digno de innumerables elogios.

Una vez más, la institución queda manchada por la provocación, la falta de respeto y la falsa modestia. Poca consideración al prójimo en Liniers; algo que, a varios clubes, hinchas y dirigentes, está cansando.

 

Dolorense, nacido en 1991. Licenciado en proyecto de Magíster. Hay una cosa que nunca van a entender...