Pasadas las 21, más de 40 mil almas (39 mil de ellas con casacas negras) coparon el José Amalfitani. Metaleros y no tatos, familias, niños, parejas y demás esperaban impacientes escuchar la grabación de “Doctor Doctor”. Sabían que la noche comenzaría en ese preciso momento y así fue.
Iron Maiden salió al ruedo con su “The Final Fontier Tour”. Sin dudarlo y al igual que en sus últimas presentaciones abrieron tal cual su último disco de estudio. “Satellite 15 … The Final Frontier” y “El Dorado” fueron las primeras. Maiden es una Doncella del 2010 que tiene como objetivo destruir el universo porque la tierra ya le quedo chica. La misión comenzó. El primer ataque lo libró el solo de Jenick Gers, luego vinieron los de Dave Murray y Adrian Smith. Increíbles, soberbios, prolijos. El mensaje era sentarse y agarrarse, pero no callarse, porque “2 Minutes t Midnight” es letal para las cuerdas vocales. Para colmo, Bruce Dickinson endulzaría un poco a los asistentes “Fueron la gran estrella del Flight 666 por eso que es decidimos mostrarle al mundo lo grandioso que es el público argentino”, expresó, mientras una camarita no paraba de deslizarse, de punta a punta, por el campo de Vélez captando imágenes para el próximo DVD.
La lista de temas fue un poco elitista. Si algo queda en claro es que esta visita no sería un show para “tribuneros”. Faltaron algunos clásicos pero quizá esto sirvió para disfrutar más a la banda y darse cuenta que Iron Maiden es como el buen vino, mientras más viejos se ponen mejor resultado brindan. Quizás donde más se notó fue en el despliegue de Nicko McBrian, el hombre del bombo y los platillos, que aprovechó cada hueco para lucirse con algún arreglo. Pero al fin y al cabo ¿esta no era la gira-presentación del disco The Final Fontier?.
Igualmente hubo extasis y furor. El “paraparapara pá paraparapara pá para pá para para pá paraparapara pá” , de “Dance of Death” se hizo presente para recrear un ritual pagano. Todo el mundo hechizado. Y para colmo pegadito vino “The Trooper” y ardió Troya. Velez vibró. Cabe destacar la madurez del público que dejo de lado el patriotismo barato y no chilló cuando Dickinson flameó la bandera inglesa.
Antes de los bises pasó “The Evil That Men Do” para que el ejército de 22 cuerdas desplegara todo su arsenal hiperpotenciado. Aparecería allí el guía y cómplice de la Doncella de Hierro: Eddie. Con nueva imagen, un robot de la bestia desfiló por el escenario encantando a todos; inclusive se tomo el atrevimiento de agarrar una viola y tocar un rato. ¡ Un crack!. La escenografía, otro fuerte de la banda, se llevó sus puntitos como siempre. Si bien estuvieron los telones que se cambiaban en todos los temas para recrear un fondo distinto, la apuesta esta vez fue en el juego de luces.
El cierre fue al palo: “The Number of the Best”, “Hallowed Be Thy Name” y “Running Free”. Para condimentarlo se prendieron dos bengalas. Aclamadas por algunos reprochadas por otros, como Bruce Dickinson que puso una cara de disgusto cada vez que tenía que despejar el humo de su vista. Pero nada opacó una performance de lujo, Maiden se despidió a lo grande. Janick Gers lució sus últimos malabares revoleando su strato, la leyenda de Steve Harris junto a Dave Murray, Adrian Smith y Bruce Dickinson se despidieron con los brazos abiertos, mientras que Nicko McBrian colgaba arrojando infinidades de parches y palillos al campo de juego. Las luces del escenario no se prendían, muchos se esperanzaron con que había más. Pero allí fue cuando sonó la grabación de “Always Look on the Bright Side of Life”. El show llegó a su fin.
Lista de temas:
oSatellite 15… The Final Frontier
oEl Dorado
o2 Minutes to Midnight
oThe Talisman
oComing Home
oDance of Death
oThe Trooper
oThe Wicker Man
oBlood Brothers Play Video
oWhen the Wild Wind Blows
oThe Evil That Men Do
oFear of the Dark
oIron Maiden
oThe Number of the Beast
oHallowed Be Thy Name
oRunning Free
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