Es, tal vez, la paradoja perfecta de un tipo que lo tuvo todo y al mismo tiempo, nada. La pregunta que queda flotando desde el día de su retiro hasta hoy es si realmente estuvo embrujado. Hace 55 años exactamente, un 22 de abril de 1958, Elgin Gay Baylor era elegido en el número uno del draft de la NBA por los Minneapolis Lakers. La forma de jugar del muchacho de 24 años era muy adelantada para la época. Con un físico que sobresalía de los demas, con un rendimiento imponente en la Universidad de Seattle – 31,3 puntos por partido en sus tres años -, con una versatilidad para tirar de todos lados, los Lakers creyeron en el alero proveniente de Washington para reemplazar al retirado ídolo George Mikan y volver a los títulos logrados tras cuatro años de sequía.
Tan mal estudiante como buen jugador – a pesar de haber empezado a jugar con la naranja recién a los 14 años -, abandonó la escuela para dedicarse al básquet en las ligas locales de la capital norteamericana. No tardó mucho en hacerse fama en las calles, por su tremenda puntería y su manera de anotar. Sin embargo sus padres lo obligaron a volver a los estudios y gracias a un amigo pudo entrar con una beca en la Universidad de Idaho, donde en su primer año promedió 31 puntos por partido. Todo se terminó cuando las autoridades decidieron echar al técnico y restringir las becas, por lo que Baylor tuvo que buscar nuevos horizontes. Entonces llegó su momento con los Chieftains de Seattle luego de que Ralph Monroe, un vendedor de coches, lo convenciera de partir hacia allá. Ahí continuó rindiendo al máximo, tanto que en 1958 los llevó a la final contra Kentucky. Como si el destino le diera una señal de lo que sería su vida en la NBA, no pudo consagrarse campeón de la NCAA. Sin embargo, hasta el día de hoy, esa fue la mejor actuación de la Universidad de Seattle en el básquet universitario.
Los Lakers lo convencieron para que deje la escuela y se una a ellos aunque le quedaba un año. Pudieron ser los 20 mil dólares que le ofrecieron – una cifra desorbitante para la época -, el amor al juego o el poco gusto al estudio, las razones por las cuales Elgin Baylor accedió. Con un récord en la temporada 57/58 de 19 victorias y 53 derrotas, y la asistencia en baja, los laguneros encontraron en el rookie un alivio. “Si nos hubiera rechazado, se nos venía la quiebra”, aseguró Bob Short, propietario de los Lakers, trece años después. La jugada salió perfecta. El “Conejo” tuvo un rendimiento superlativo. El 22 de octubre de 1958 debutó nada más ni nada menos que como titular. La noche fue mágica con 25 puntos y el triunfo frente a Cincinnati por 99 a 79. Su primera temporada fue impresionante. Promedió 24,9 pts – fue el cuarto máximo anotador -, 15 rebotes y 4 asistencias. Jugó el All Star y fue nombrado MVP del mismo. Del peor récord de temporada los Lakers pasaron a la final contra los poderosos Boston Celtics de Red Auerbach, Bob Cousy y Bill Russell. El desenlace fue el mismo que en la Universidad y el mismo que lo perseguiría en la búsqueda del anillo: la derrota. Encima con paliza 4 a 0. Sin embargo, ¿que podía opacar la temporada del muchacho que se había quedado con el premio al Rookie del 59′ ? ¿Que podía opacar lo espectacular de sus actuaciones en su primer año? Con 24, muchas más finales le quedaban por delante. Y seguramente en alguna de ellas, el título.
Si la televisión y la tecnología hubieran sido las de hoy en día, miles de videos con jugadas increíbles, acrobáticas y espectaculares de Elgin Baylor habrían sido visitados por millones de personas en el mundo. Durante los tres años siguientes el alero fue creciendo y creciendo hasta llegar a su techo de puntos. Fueron 29,6; 34,8 y 38,3 de media en el ’60, ’61 y ’62 respectivamente, ejerciendo un dominio impresionante en la NBA. En 1960 llegó la mudanza de Minneapolis a Los Angeles y el público no dudó en asistir al estadio para ver a ese tremendo jugador. Un poco más de 8 mil personas lo vieron anotar 25 unidades el 24 de octubre contra los New York Knicks en el primer partido como local en su nueva ciudad, aunque el encuentro terminó con derrota por 111 a 101. Un poco menos de un mes después, frente al mismo rival pero en el Madison Square Garden, estableció una nueva marca de puntos en un partido con 71, además de sumar 25 rebotes. “No hizo nada inusual esta noche. Fue una actuación típica de Baylor. Es solo que él es un jugador increíble”, se rendía a sus pies Johnny Green, jugador de los Knicks. El año de su tremendo promedio anotador, el “Conejo” lo dividió entre los juegos con los Lakers los fines de semana y el servicio como reservista militar en Fort Lewis, Washington. Pero sus 38,3 de promedio quedaron opacados por los 50,4 de Wilt Chamberlain. Ni siquiera como máximo anotador pudo tener su reconocimiento, ya que quedó segundo detrás de esa monstruosidad.
Aquella temporada 61/62, Los Angeles Lakers volvió a la final tras dos años de ausencia. Entre Baylor y Jerry West anotaron 70 puntos por partido. La instancia definitiva los enfrentó a los tricampeones y primeros verdugos. Sí, otra vez los Boston Celtics. En el quinto juego, Elgin Baylor marcó 61 puntos para el triunfo de los de amarillo. “Fue una maquina”, decía el gran defensor Tom Sanders. Esa marca sigue vigente para una final, y fue superada en playoffs solamente por Michael Jordan, justamente frente a los Celtics. Con el triunfo en Boston, los Lakers llevaban la serie 3 a 2 a casa. Todo estaba preparado para la fiesta. Pero el destino, cruel como pocos, les dio una derrota a pesar de los 68 que hicieron entre sus dos figuras. Con la final empatada, el partido decisivo se trasladó a Boston. El tiro del final, el que podría haber hecho que el sentido de esta nota fuera otro, lo tuvo Frank Selvy a tres metros del aro cuando el partido terminaba. Sin embargo la pelota no entró y el marcador se clavó en 100 a 100. En la prórroga, los de Bill Russell se volvieron a quedar con el anillo por cuarta vez consecutiva, solo por 3 de diferencia.
La maldición del segundo puesto empezó a perseguir a Elgin Baylor por todos lados. Al año siguiente, el alero volvió a tener otra vez actuaciones asombrosas, y esta vez llegó a jugar los 80 partidos de la temporada regular con 34 pts por partido. Sin embargo, la misma historia de siempre en la final. Por tercera vez, segunda seguida, Boston los derrotaba, ahora por 4 a 2. En aquellos Celtics empezaba a aparecer un tal John Havlicek. A partir de la temporada 63/64 comenzaron los problemas en la rodilla para el “Conejo”. Cuentan que no fue el mismo a partir de allí, aunque su producción, sin llegar a los números estelares, siguió siendo muy buena. Elgin Baylor y sus Lakers tuvieron más finales y más chances. En 1965, sufrió una tremenda lesión en la rodilla en los playoffs y no pudo disputar ningún partido de la final que su equipo perdió 4 a 1 con Boston, una vez más.
Con las lesiones a cuesta, en la 65/66 el jugador de 1,96 mts descendió su marca anotadora de 27 a 16 pts por partido, el promedio más bajo en toda su carrera. Pero una vez más los Lakers llegaron a la final de su mano y la de Jerry West. Aunque la serie pareció definida cuando Boston – que para esa altura hegemonizaba absolutamente los anillos con siete seguidos – se puso 3 a 1, el conjunto de Baylor empató en 3 con una noche mágica del alero en el quinto partido, cuando hizo 41 unidades. Pero en el juego final, la figurita repetida de la derrota. Aunque lograron remontar 14 puntos en el último cuarto, no llegaron a empatar el partido y se quedaron a solo dos del tiempo extra. Era el octavo título consecutivo de Boston. Era la quinta caída de un equipo que parecía destinado al segundo puesto.
Tres oportunidades más tuvo Elgin Baylor. Luego de no estar en las finales de 1967, el conjunto californiano apareció en las siguientes tres. En las dos primeras, el verdugo de siempre, los impiadosos Celtics quienes parecían estar en el mundo para arruinarle la vida a los fanáticos de los Lakers y en especial al crack sin anillo. Increíblemente en la segunda, Los Angeles estuvo arriba 3 a 2 y pese al empate de Boston en el sexto juego, definía como local. Más de 17 mil personas observaron cómo la película repetía el final de una y otra vez. Por dos puntos, 108 a 106, el título una vez más se iba de casa. Ni la llegada del tremendo Wilt Chamberlain había logrado cambiar el resultado de la ecuación. Para 1970 todo indicaba que esta vez podía ser. Después de ocho años, la hegemonía de Boston se iba a romper luego de que estos perdieran la final del Este contra los New York Knicks. Y Los Lakers tenían la chance de poder lograrlo sin su peor villano. Sin embargo, el 8 de mayo fue la última final de Elgin Baylor en la NBA. El 113 a 99 de los Knicks en el séptimo partido, terminaba por cerrar su historia macabra en las finales. Tras 11 años en la liga y 8 finales, el “Conejo” seguía sin poder sacarse la espina clavada, sin poder lucir un anillo de campeón en su dedo.
Al año siguiente, otra vez las lesiones. Esta vez fue más grave y sólo pudo disputar dos partidos. Se negaba a retirarse. ¿Quien podía pensar que él, el jugadorazo que tiraba de todos lados, que batía récords y récords, que estaba destinado a ser grande, se iba a ir sin poder lograr un campeonato? Volvió para 1971. Pero el 31 de octubre – como si fuera cosa del destino en “La noche de brujas” – disputó su último partido en la NBA. En la planilla quedaron sus 8 puntos frente a Golden State Warriors y la derrota por 109 a 105. “No quiero prolongar mi carrera cuando no puedo mantener el nivel que he tenido hasta ahora”, fue su argumento para no seguir. Con 37 años, 8 finales, 11 juegos de las estrellas, 1 MVP del All Stars, 27,8 pts y 13,5 rebotes por partido, Elgin Gay Baylor dejaba el básquet con la frustración tatuada en su piel.
Pero como si todo esto no fuera poco, el destino tenía la broma más grande de todas preparada. La ironía que terminaría de cerrar su historia como jugador. El chiste más negro que el deporte le podía haber dado. El 5 de noviembre de 1971, en el primer partido tras la derrota con Golden State y el retiro de Baylor, Los Angeles Lakers vencieron a los Baltimore Bullets por 110 a 106. A partir de allí comenzó la racha más larga de triunfos en la historia de la NBA y del deporte estadounidense. Fueron 33 victorias consecutivas hasta el 9 de enero de 1972. Pero eso no era nada comparado con el cierre que el básquet tenía listo para uno de los mejores jugadores que dio la liga. Ese mismo año, los laguneros volvieron a llegar a las finales contra los New York Knicks. Luego de empezar la serie uno abajo, cuatro triunfos consecutivos le dieron el anillo tras 17 años. Baylor miró la serie como exjugador.
Con o sin anillo, Elgin Baylor fue uno de los grandes jugadores de la NBA. “Fue el tirador más espectacular que haya visto jamás”, aseguraba su compañero Jerry West años después de su retiro. “Elgin no saltaba tanto como Michael Jordan, pero ha tenido la mayor variedad de tiros. Podía tirar desde cualquier ángulo, tenía una fuerza increíble y podía postear a Bill Russell. Podía pasar como Magic y regatear a los mejores bases de la liga”, lo alababa Tommy Hawkins, otro de sus compañeros en Los Lakers. En 1977, cinco años después de su retiro, entró en el “Salón de la fama”. Pudo ser el reconocimiento más justo, aunque para Baylor tal vez haya sido un premio consuelo a una carrera lejana al éxito consagratorio. La casaca 22 que lució desde sus comienzos en el básquet universitario hasta el final en Los Lakers fue retirada por el equipo californiano.
Su nombre dio comienzo a una larga lista de jugadores consagrados que no pudieron obtener un anillo. Pero ninguna historia podrá igualar nunca la maldición que Elgin Baylor llevó sobre sus espaldas.
@giancgalasso
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