Se acabó la ilusión de Racing. Se desvaneció cualquier luz de esperanza que pudiera apañar los conflictos internos a los que acostumbró los últimos días. Ya no es más uno de los dos invictos. Ya no es más el único escolta de Boca. Ya no es más un equipo que pueda aspirar a algo. Ni siquiera pudo empatar con Belgrano.
Final para un equipo que atinó pero nunca terminó de convencer. Con Russo se había acostumbrado a jugar lindo y perder; con Simeone venía especulando pero no perdía. Perdió. Tarde, porque pasaron 16 fechas, pero nunca reaccionó ante la escapada de Boca, claramente el mejor del Apertura 2011. Los diez empates fueron un margen que Falcioni aprovechó y por eso está a un paso de una merecida consagración.
El desenlace de la Academia sorprendió a propios y extraños, y arrancó desde su funcionamiento. Con la llegada de Simeone cualquiera imaginaba un equipo vertical, vertiginoso, punzante, poco precavido atrás y hasta si se quiere desordenado, pero una tromba de mitad de cancha para arriba. Nada de eso. El “Cholo” jugó mucho tiempo en Italia, pero parece que dirigir al Catania le terminó por impregnar el Catenaccio que no tuvieron sus equipo anteriores, al menos mientras dirigió en Argentina.
Un equipo que mantenía una base y que parecía que sólo le faltaba armonizar destellos individuales para explotar. Un equipo que prometía tener como figuras a Moreno, a Toranzo, a Teófilo, a Hauche, sólo agigantó la figura de Saja, que más de una vez salvó las ropas cuando sus compañeros no defendieron tan bien como su técnico lo pedía. Es cierto que Racing estuvo 15 partidos sin perder y eso es un gran mérito, pero el currículum de su camiseta, de su técnico, y de varios de sus jugadores que ya se conocían bien, le pedían más que un provisorio tercer puesto, lejos de la Libertadores, con algunas internas de por medio y con 13 goles a favor y siete en contra en 16 partidos.
Simeone, en su afán por estar en todos los detalles y no perder un segundo sin ayudar a sus dirigidos, los pasa de rosca, los enloquece, y parece que no lo terminaran de entender. Se agarra la cabeza, se lamenta, grita, mueve los brazos, da órdenes, pero no siempre le responden. Encima, tuvo compañeros que no le facilitaron el trabajo y que cada vez que pudieron le echaron leña al fuego. Y el Cilindro no es un estadio que silencie cuando las papas queman. El domingo se notó.
Que Teo va contra la corriente. Que Yacob inició el quilombo cuando lo sacaron y se quejó. Que tal banca a tal. Que todo el resto no lo banca. Que Toranzo no sabe por qué no fue titular con Boca y por qué lo sacaron contra Belgrano. Que hay que hablar menos y jugar más. Que los hinchas gritaron por el que más habla pero el que más juega. Bla bla. Racing se despidió del campeonato, con diez empates, sin identidad, y con muchos problemas por resolver.
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