Una vez más, con el panorama mucho más oscuro que nítido, se hizo lo que Don Julio quiso. En Argentina no caben dudas, él es el puto jefe y todos están sometidos a sus órdenes y ocurrencias. Pero esto forma parte de un todo más complejo de lo que parece.
Los clubes son asociaciones civiles sin fines de lucro, no tienen intereses mercantiles ni connivencias con alguna empresa de intereses capitalistas. Su mayor valor de sustento son los ingresos televisivos y alguna que otra venta de algún jugador propio, pero como esto no es una carta segura, se sostienen en el dinero que les llega por la transmisión de los partidos, muy por delante de lo que les puede entrar por cuotas sociales, entradas, abonos o deportes federados.
A causa de los malos manejos dirigenciales de la mayoría de los clubes, hoy muchos de ellos se encuentran en situación crisis o por lo menos, incómoda. Dichas instituciones, mantienen deudas con todos o varios de los organismos/personas con las que tuvieron acuerdos económicos, entre ellos, como no, la Asociación del Fútbol Argentino.
Ante tal situación/ventaja, Grondona se ve en la opción de hacer “lo que se le canta”, ya que tiene a la mayoría (salvo unos pocos buenos ejemplos), a sus pies. Al grano: qué se le va a discutir al ferretero de Sarandí, si cada año le deben más plata y el los “perdona” de algún decreto de quiebra como le paso a Racing Club aquella vez. ¿O acaso alguien duda de que los dirigentes que le deben favores tienen terror de contradecirlo? Desde el sitio, al menos, no.
La situación entra así en un círculo vicioso y se da lo que en política se llama gatopardismo. ¿Qué es esto? Hacer un cambio para no cambiar. Yendo a lo último de lo último: cambiando la modalidad tanto de Primera como Segunda División, uno de los equipos más grandes del Fútbol Argentino evitará caer en esa desesperada situación de hacer una gran campaña en la adversidad y mantener la categoría que legítimamente perdió. Y además hará que otros dos de gran renombre no sufran de su situación desesperante. Valga la redundancia, se cambia para que nada cambie.
Pero no es el único caso, varios dirigentes estaban en desacuerdo con esta nueva modalidad futbolística y sin embargo votaron a favor de su tratamiento en Asamblea. ¿Por qué? Porque están sumisos a las órdenes del jefe que les puede complicar la vida si le van en contra. Nuevamente se da el gatopardismo, a pesar del repentino cambio, la situación de fondo no se modifica.
Y lo más preocupante: ¿cuál es la necesidad del cambio? Realmente, además de no resultar atractivo para la gran mayoría de los futboleros argentinos, no parece estar pensado en una idea atractiva. Una campeonato de 40 equipos seduce a muy pocos, ¿en quién se inspiraron al proponerlo? ¿¡En México!? ¿¡¡¡En Madagascar!!!? Todo da para pensar que la situación de River como las de Boca, San Lorenzo y otros influyen, ya que además el nuevo torneo aumentará los egresos del Estado en transmisiones, porque obviamente quieren tener a los grandes hacedores del negocio en la misma pantalla sin que malas campañas lo hagan peligrar.
La única ventaja a la vista es la federalización del fútbol, ya que muchas más zonas geográficas podrán participar, y también se les dará oportunidad contra equipos de Primera a cuadros que quizá nunca hubieran podido tenerlas. Pero en fútbol, las cosas se hacen por mérito propio y no por dádivas de un monarca absoluto y perpetuo. En fin, como usted lo considere, Don Julio.
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