Cambió mucho San Lorenzo en un año, tanto a nivel institucional como futbolístico. Los números se van acomodando de a poco, con la ayuda de 27 mil nuevos socios que, impulsados por el Cuervomóvil, colaboran para que los Santos recuperen el terreno perdido. Lo mismo pasa respecto al equipo: meses atrás el Cuervo sufría el descenso y hoy se frustra porque el equipo, a pesar estar en plena pelea, no logra afianzarse en su propia cancha.
La historia se repite y los números lo demuestran: el conjunto de Pizzi disputó en el semestre cinco partidos en el Nuevo Gasómetro y cuatro como visitante. Jugando en el Bajo Flores anotó sólo tres tantos, uno de ellos de penal y otro en el rebote de un córner; cuando salió de su estadio gritó siete goles, seis de ellos a través de jugadas colectivas. Desde que JAP se puzo el buzo de DT el Ciclón cayó siete veces, y cinco de ellas fueron en el Pedro Bidegain.
Hace tiempo se viene hablando de este falencia del Ciclón, que mejoró el problema de las pelotas paradas pero sumó en contra la ausencia de Cauteruccio. Sin embargo, contra Godoy Cruz el equipo casi no generó peligro, por lo que la falencia no estuvo en la generación sino en la elaboración. El 4-4-2 de los visitantes, haciendo tiempo y marcando furiosamente, parece ser el dilema eterno de un equipo que de visitante promete y de local se frustra.
El trámites de los partidos se hace recurrente: San Lorenzo tiene mucha posesión y circulación, pero a la hora de profundizar se choca contra los muros que plantan sus rivales. Cabe destacar el respeto que recuperó el Azulgrana, que hace no mucho veía cómo cualquier equipo le jugaba de igual a igual y se floreaba en su casa. Ahora, prácticamente todos lo respetan y asumen cierta inferioridad, cediéndole pelota y terreno al equipo de Pizzi, pero el Ciclón no lo canaliza como ventaja, porque no genera peligro y hasta sufre en los contragolpes.
Días atrás Rock´ N Ball destacaba la impaciencia de los hinchas, algo que no es menor, pero son notorias las falencias del Cuervo a la hora de romper defensas numerosas. Malas ejecuciones, muchas decisiones erróneas y un poco de suerte esquiva, pero el Matador insinúa mucho más de lo que concreta en el Bajo Flores. Aun está prendido en la pelea del Inicial y el miércoles podrá meterse en la final de la Copa Argentina, pero el karma de jugar en casa sigue anotado en la agenda.
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