Lionel Andrés Messi es el nombre del mejor jugador del mundo.
No hay ninguna duda. Goles, gambetas, pases, y gloria así lo indican. En el Barcelona, Lio es la súper estrella de la constelación, en al Selección Argentina es la máxima esperanza de un equipo que, desde la nula aplicación de conceptos básicos de su DT, depende de él. Depende de su magia. De su talento. De él.
Claro, Messi no está funcionando. Un cúmulo de razones lo llevan a este presente completamente gris, que, por primera vez, lo llevó a ser silbado, como cualquiera, en suelo argentino. Está triste Messi. Está mal Messi. Está en deuda Messi. Más allá que en Argentina juegan once, se sabe que todas las luces recaen en él. Entonces, en Rock ‘N Ball nos proponemos un ejercicio tan simple como complicado: intentar dilucidar “El Dilema Messi”
¿MAL RODEADO?
Sí, sin duda. Y acá el 90% de la culpa es de Sergio Daniel Batista. Con su idea, aunque ahora diga que no, barcelonista, el Checho condena a la Selección a jugar con tres cinco. Habría que avisarle, eso sí. Que Banega no es Xavi ni en lo blanco del ojo y que pretender de Cambiasso el pase, el cerebro y la frescura de un Iniesta es, cuanto menos, sumamente pretencioso.
La Selección Argentina juega con cuatro defensores y tres número cinco. Como si todos los partidos fueran ante Brasil. De mínima, uno sobra. Javier Mascherano es intocable. Es el equilibrio y, además, desde que juega en Barça mejoró la distribución. Cambiasso está muy bajo y Banega es un gris permanente. Mínimo uno sobra Checho, avivate.
Así, Argentina queda partido. Entre el bloque de volantes centrales y los dos ligeritos de arriba que no juegan en equipo, sólo corren buscando el lucimiento personal. Lavezzi y Tévez van como extremos y van hasta el fondo. Con muy poca idea, cero circuito. Barullo. Esa es la palabra que mejor los define.
Así, Lio tiene una doble responsabilidad (hasta triple, si se cuenta bajar al medio) ir a buscar la pelota, distribuirla y, si le queda tiempo, eludir tres y hasta cuatro rivales. Así no se puede. Así nadie puede. Hasta Diego Maradona, para brillar con la luz que lo hizo, necesito de los Jorges Valdano y Burruchaga que le hagan la segunda. Messi hoy es solista. Y eso es culpa de Batista. Pastore, Checho, Pastore. Ese es el socio que Messi pide a gritos. ¿No lo ves?
¿BIEN MARCADO?
Claro. Es reconocido que la fiereza de los defensores sudamericanos no es, ni por las tapas, la que exhiben en Europa. Walter Samuel fue a Europa y se convirtió en el Muro. Javier Zanetti hizo un carrerón en el Inter. Incluso Nicolás Burdisso juega seguido en Italia. La fiereza y garra sudamericana no se consigue. En varios de los mejores equipos del mundo hay al menos un “sudaca” en la línea defensiva.
Messi lo sufre. Esta no es la Copa América de Argentina. Es “Su” Copa América y, como tal, todos están detrás de él. Los propios y los ajenos. Los bolivianos realizaron un operativo cerrojo sobre Lionel, que debió jugar en la posición de cinco para tomar contacto con el balón. Ante Colombia, en cambio, Hernán Bolillo Gómez le dispuso una marca de dos hombres y si Argentina pone tres cinco…la marca aumenta a tres. y Si Messi amaga con un arranque by Barça la marca trepa a cuatro. Y si hay que pegarle, hay que pegarle.
Lionel Messi claro esta, está excelentemente marcado. El dibujo, el rodearlo de pocos tipos que puedan “arrastrar la marca” no ayuda. Al contrario, facilita el objetivo al rival y le suma, aún más, piernas para sacarle la pelota. La imagen es clara. Cada vez que Messi estuvo, uno contra uno, contra cualquier rival, pasó. Y siguió con la pelota.
Claro, en Barcelona, Xavi, Iniesta, Pedro, Villa y quien sea, se desprenden, se llevan la marca, limpian el camino. Un ejercicio: si usted fuera Ricardo La Volpe ¿pondría un hombre sobre Mascherano, Banega y/o cambiasso? ¿Si fuera La Volpe, pondría un hombre sobre Tévez o Lavezzi, sabiendo que sin la pelota no aportan nada y que el único que le puede dar la pelota es Messi? ¿A quien marcaría? Se cae de maduro…
¿DESAPROVECHADO?
Sí, Lionel Messi está desaprovechado. En el Barcelona descolla porque tiene tipos alrededos que se llevan la marca, que el devuelvan la pelota –redonda, eh-, que buscan la pared, el toque, el juego asociado, que no son egoístas, que juegan en pos del equipo…
En Argentina, no. Ninguno se asocia, todos esperan que Messi se saque a tres rivales de encima y después ponga el pase gol. Lo insólito del caso es que lo ha hecho. Le ha puesto una enorme pelota a Lavezzi el otro día frente a Colombia. ¿o no lo han visto?
Pero así, obligado a ser Maradona, Messi no puede. No es su juego. El es el mejor del mundo porque resuelve mejor que ninguno las situaciones normales de un partido. Tener tres tipos encima todo el tiempo y que ninguno de tus compañeros sea capaz de ayudarte a armar juego no es algo normal. Es algo que Messi no puede resolver. Es algo que Maradona, con su genio al máximo, logró construir.
Lo dijo Diego, en aquel mágico gol a los ingleses. “No sabían si salirme o no, y yo lo veía a Valdano que se llevaba la marca y pensé en dársela también”. Ese movimiento de Valdano, de arrastrar la marca, de hacer dudar al rival, de poner más objetivos de marca, también contribuyó a aquel golazo.
Repasen las escaladas de Messi en el Barça. Miren lo que hacen sus compañeros. Repasen lo mismo en Argentina. Miren lo que hacen sus compañeros. Acá no es Messi sólo nomás. Acá Messi necesita que le hagan segunda, que si se está mandando un solo épico, alguien le tire las tónicas del bajo. Si no, irremediablemente, no sonará bien.
¿PRESIONADO?
Ufff. La presión que soporta Lionel Messi es tan lógica como agobiante. Se hacen tapas hablando de él, de las salidas de noche de él, de la familia de él, de las compras de él, de los dichos de él, de los gestos de él. Él, él, el y él. Esa súper exposición, que terminó minando a Diego Maradona, también es contraproducente.
No se puede quejar Lionel. Es el mejor jugador del mundo en el deporte más popular del mundo. Sabe lo que es jugar con presión, lo hace todos los días. Sin embargo, en su país, además de la presión, está la deuda.
La prensa echa correr ríos de tinta con la pregunta ¿Por qué en el Barcelona sí y acá no? Cuando las razones, perfectamente, se podrían encontrar en las letras que anteceden estas líneas. En Barcelona jamás juega sólo, aunque su enorme talento brinda una sensación de yo, yo y yo. En Argentina siempre se espera que resuelva todo, todo, absolutamente todo, él. ¿Y sus compañeros? ¿Y el jugador del pueblo que es puro barullo? ¿y los horrores de Milito y Burdisso? ¿y Gago que hace meses que no juega? ¿y el planteo? No, acá el problema es que Messi no es el del Barcelona.
Esa búsqueda del héroe épico, el ídolo Mundial, el todopoderoso a la que nos llevó Diego en el ’86 es la gran causante del fracaso argentino que ya lleva casi tres décadas. Se buscó siempre el sucesor de Diego, jamás el equipo perfecto. Así nos va.
¿QUE LE PASA?
Messi asume esa presión, la hace carne y se autoflagela. No hay nadie que quiera que Messi brille más con esta camiseta que el propio Lionel Messi. Entonces, cuando ve que nadie le devuelve una pelota. Cuando ve que nadie se asocia, cuando ve que Tévez se lleva los aplausos por ir a trabar por la cabeza, pero que está jugando mucho peor que él y nadie dice nada, lo molesta. Lo corroe. Le hierve la sangre.
Messi se ve que siente esta camiseta. ¿No canta el himno? Sería importante si esto fuera un certamen de canto y no un mero partido de fútbol. Argentina cuenta en sus filas con el mejor de todos. Mejor que Neymar, que Forlán, que Pato, que Ganso, mejor que cualquiera que no está. Y lo desaprovecha. Entre otras cosas porque le exije tanto pero tanto que todo lo que él hace parece poco.
Messi lo sabe. Le duele, se autoexije, se frustra. Se llega a ir de partido (mirar el tiro libre del otro día). Messi, el mejor del mundo, también tiene necesidades y la que hoy tiene es tan simple que da hasta bronca que nadie se haya dado cuenta: ayuda.
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