Brasil y Venezuela empataron en un pobre partido muy muy parecido al de Argentina contra Bolivia. Los verdeamarellos buscaron la victoria durante todo el encuentro y merecieron mejor suerte, sin embargo la defensa venezolana logró conseguir un histórico resultado en el Grupo B de la Copa.
Pongámonos en tema. Brasil viene de ser bicampeón de la Copa América, robándole el título a Argentina en ambas ocaciones. A partir de la llegada de Mano Menezes, se ve un cambio rotundo en la formación brasilera, que de la mitad de la cancha para adelante, no cuenta con ningún jugador más viejo que Robinho. Es así como la camiseta N°10 que usó el legendario Kaká en el último mundial, en esta Copa es vestida por Paulo Henrique (Ganso), que no tiene ni dos temporadas jugando en primera como jugador profesional.
La historia de Venezuela era distinta. César Farías, a cargo de la selección hace 3 años afronta un proceso todavía más profundo que el brasilero; debe lograr que a los venezolanos les guste el fútbol. Los vino tinto se caracterizan por deportes como el béisbol, que no permiten que la pelota N°5 se popularice. ¿De qué manera se puede cautivar a la gente? Ganando, o por lo menos no dando lástima al perder por goleada contra los grandes equipos.
Todo esto se vio durante el desarrollo del partido. Brasil, algo desconectado pero siempre muy peligroso y dominador se encontró con una selección venezolana muy trabajada y seria desde abajo hacia arriba. El Scracht de Menezes no tuvo profundidad ni claridad a la hora de atacar, ya que Ganso no dijo siempre presente, y Neymar y Robinho no estaban en su mejor noche. El fútbol estuvo a cargo de Daniel Alves, jugador de puta madre claro está, que se puso el equipo al hombro en la mayoría de los ataques orquestados por la verdeamarella.
Durante todo el primer tiempo y gran parte del segundo, el encuentro se pareció mucho al disputado entre Argentina y Bolivia el útlimo viernes; un equipo dominador, otro muy ordenadito e incómodo y un relator que se equivocaba en los nombres (en este partido, vimos como Diego Alves jugó de 4 para Brasil).
Un párrafo aparte merecen ambos técnicos por lo hecho en el entretiempo. El equipo brasilero se acomodó en la cancha a eso de los 16 minutos, mientras que Farías llevó a su equipo dentro del estadio recién a los 20 minutos de tiempo muerto. En el fútbol argentino, bien o mal, los hubieran echado a los dos.
El segundo tiempo fue una continuación del primero, como si no hubiese habido entretiempo. Por eso mismo, los entrenadores optaron por hacer cambios en el ataque de sus equipos. Fred entró por Robinho para los brasileros y Moreno entró por el N°9 de la vino tinto, Rondón, sacando un clavo con otro.
A partir del minuto 25 la cosa se puso interesante, de ida y vuelta. Brasil buscando desbocadamente el gol, mientras que Venezuela tenía muy buenas contras que por lo general eran pésimamente definidas, pero alcanzaban para que cualquier hijo de vecino argentino se levante un poquito de la silla entusiasmado.
Cansado a los 30 minutos, Menezes metió Mano sacando a Pato y Ramires, de Milan y Chelsea respectivamente para cambiarlos por Lucas y Elano, de Sao Paulo y Santos. De esta manera, el DT terminó sacando a tres jugadores que se desempeñan en clubes europeos para poner otros del fútbol casero.
Farías decidió meter a un delantero histórico de su selección como Maldonado, reemplazando a Fedor y completándolo unos minutos después con la salida del “Maestrico” Gonzalez en lugar de Di Giorgi.
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