Real Madrid y Barcelona empataron en un partidazo en la capital española. Mucha emoción, expulsados y amonestados. Un gol de penal de Messi y otro por la misma vía, de Cristiano Ronaldo.
Los protagonistas eran casi los mismos, tanto los entrenadores, como los jugadores estaban igual de motivados, sin embargo, desde el arranque, el partido se planteó radicalmente distinto a aquel del 29 de noviembre del año pasado.
Todo el fútbol que se vio desde el minuto cero de aquella noche catalana, dijo ausente en el Bernabeu, haciendo que Real Madrid encontrara un hueco en el cual meterse en el partido, algo que todos los equipos que enfrentan al Barcelona intentan y siempre fallan. Sin embargo lo de Mourinho estaba pensado con la categoría que supone uno de los mejores entrenadores del mundo, lo que hizo de su estrategia un arma efectiva. Es que Mou, pillo como es, sabía que si era por capacidad de juego en equipo, se volvía a comer cinco goles. Entonces, volvió a su orígenes y le planteó un partido chivo y áspero a un Barça que no está acostumbrado a encuentros de esa naturaleza, o que sí lo está pero con equipos de menor envergadura, que no son capaces de sostener la intensidad durante los 90 minutos.
No hay que creer por esto que el partido fue chato o deslucido. Para nada, fue un derby de gran cantidad de idas y vueltas, lleno de emociones y dominado por un incontrolable dinamismo que hacía que no se le pueda despegar un ojo a la pantalla de la computadora (si es que habías logrado encontrar un link que ande bien).
El primer tiempo nos mostró algunas pinceladas de Messi y otras de su némesis portugués, Cristiano Ronaldo, sin embargo no fueron los jugadores que más brillaron. En su lugar, el protagonismo lo tomaron Pepe por el lado merengue, posicionado de N°5 y no de central, y Gerard Piqué para los culés, que incluso terminó amonestado. En la rispidez salió beneficiado el Real y terminó dejando una mejor imagen.
Para la segunda parte, todo cambió, no por una decisión táctica, sino por una eventualidad del partido. A los seis minutos, un pelotazo laaaaargo y frontal de Xavi que nada tenía que ver con el estilo de pases que el jugador suele dar, calló muerto en la pierna derecha de David Villa, quien tras un leve forcejeo con Raúl Albiol, quedó de cara a Iker Casillas, situación que al zaguero merengue no le gustó nada y tuvo que derribarlo cometiéndole penal. El árbitro entendió que la infracción fue de último recurso y expulsó a Albiol dejando a su equipo con un jugador menos y con un penal en contra.
Ocho minutos, Messi parado a doce pasos del arco, Casillas enfrente de él, Lionel nunca le había marcado goles a equipos de Mourinho, si convertía, rompía la racha y a su vez su propio record de máxima cantidad de goles anotados en una temporada. Fuerte al medio, gol, record (49) y a la mierda la racha.
Desde allí, el partido se desnaturalizó evidentemente, aunque ese dominio indiscutible del Barcelona nunca dijo presente, en su lugar, el jugador que se encargó de llamar todas las miradas, fue nuestro Lionel Messi. Una serie de slalongs y gambetas hicieron que el argentino sacara lo mejor de su repertorio cada aproximadamente tres minutos, haciendo que los defensores y volantes blancos se turnaran para atenderlo.
Párrafo aparte para la actitud del Real Madrid, que a pesar de no tener a todos sus jugadores en el campo, durante el segundo tiempo no desapareció del partido y siguió teniendo buenas opciones de gol, que de concretarse hubieran significado un escándalo. Aprovechando la situación, el zorro Mou sacó a Di María que estaba jugando bárbaro, y a Xabi Alonso, para ponerlos a Ozil y Adebayor frescos en el ataque. ¿Por qué sacó al fideo si estaba jugando bien? Claro, no va a sacar a Ronaldo.
Mientras tanto, Guardiola tuvo que sacar obligado a Carles Puyol , por quien entró Seydou Keita desplazando a Sergio Busquets a la zaga central. También introdujo a Afellay por Pedro, buscando al igual que Mou, frescura en la ofensiva.
A los 33 minutos, en medio de una ráfaga de corners y tiros libres del Real Madrid, que aplacaban un poco el dominio del Barcelona, Muñiz Fernandez, que se sintió en deuda con la afición madridista, cobró un penal absolutamente inexistente de Dani Alves a Marcelo. Bochornoso lo de Muñiz Fernandez, que pitó el decimoprimer penal en su carrera al Real Madrid en 27 partidos.
Cristiano Ronaldo se paró delante de la pelota, enfrente Victor Valdez, si convertía rompía un record negativo de ausencia de goles contra el Barcelona. Cara interna, ángulo izquierdo del arquero, gol y empate.
Desde allí Barcelona buscó por todos lados y se dejaron ver algunos fallos tanto del árbitro como de los líneas, que dejaron bastante que desear en cuanto a criterio.
Los últimos minutos fueron de gran emoción. Ida y vuelta, fútbol, patadas y guapeadas. Todo podía pasar, y como suele suceder cuando todo puede pasar, nada pasó. Empate final entre los dos monstruos del fútbol manchado por un error garrafal de un árbitro que no estuvo a la altura. Todo quedó igual en la Liga, donde Barcelona lidera por 7 puntos a falta de seis fechas.
Al final, pasó lo que todos suponían, un gol de Messi y otro de Ronaldo. Adidas y Nike, chochos.
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