Argentina viene hace tiempo acumulando mucha más pena que gloria en fútbol a nivel selecciones. En las últimas eliminatorias tuvo que esperar hasta el último suspiro para saber si iba o no al mundial de Sudáfrica, del que se volvió con un 0-4 muy doloroso. La Copa América tampoco tuvo un final feliz, y es por eso que el conjunto ahora dirigido por Sabella buscará en esta clasificación volver a convencer a sus hinchas, con la presión inacabable de tener que ser el mejor, más aun sabiendo que Brasil, por ser anfitirión, no participará de ella.
El hincha argentino es muy exigente. Los dos títulos mundiales, las catorce Copas América, el par de oros en JJ.OO., los codiciados y valorizados jugadores que tiene por todo el mundo y demás, ponen siempre como candidata a la albiceleste en cualquier competición. Y con un plus extra: hay que ganarles a todos, porque somos los mejores, y si el rival no es de renombre, hay que golearlo con baile incluído. Bajo este discurso insistente, la Argentina llora mucho más de lo que festeja y sus jugadores se llevan muchos más reproches que elogios, mientras en sus propios clubes la situación es enteramente distinta.
Las eliminatorias para Brasil 2014 no serán la excepción y tendrán un condimento adicional: la no participación de Brasil. Clasificados directos los brasileños por organizar el evento, Argentina no tendrá ningún cuco que pueda arrebatarle la primera colocación. Es más, dicho primer puesto debería llegarle hasta con comodidad a los argentinos, ya que los pentacampeones no se interpondrán en el camino. No importa que Uruguay venga de un cuarto puesto en un mundial, ni tampoco de obtener la reciente Copa América venciendo al local en su casa. Argentina tiene que ganar todo de punta a punta porque es Argentina. Para los argentinos el fútbol nunca se emparejó y los malos resultados son sólo productos de malas decisiones.
Es cierto, no estando los de Menezes, hay dos partidos muy difíciles menos. Y no sólo difíciles, porque cada vez es más complicado para los albicelestes vencer a los verdeamarelhos, que en más de una ocasión se florearon venciéndolos sin demasiadas complicaciones. Pero tampoco estarán para el resto de los rivales. Otra presión para la Selección Nacional: ser la mejor mientras sus adversarios también tendrán la misma ventaja de no enfrentar a Brasil, pero sin la necesidad de tener que demostrar una supremacía unipersonal.
Así arrancará el asunto para los argentinos este viernes, cuando enfrenten como locales a Chile a partir de las 20.10 en el Monumental de Núñez. “En la selección venimos sumando fracasos y yo solo no voy a ganar nada”, tiró ayer Messi, disgustado por los últimos resultados y por la presión que los medios y los hinchas le generan por ser el distinto. Misma presión que tiene la Argentina, que tendrá que demostrar que es mentira que ahora todos los rivales son difíciles en cualquier cancha, para volver a ser Argentina y dejar de sumar los fracasos a los que Lionel se refiere.
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