Lejos. Lejos quedó aquel 28 de junio del 2005 cuando un nuevo récord se quebraba en el Draft de la NBA. Un chico de tan solo 17 años, 8 meses y 2 días era elegido en la posición Nº 10 por uno de los dos equipos con más títulos en la liga: Los Angeles Lakers. Andrew Bynum se convertía en el jugador más joven en ser seleccionado en la ceremonia. La salida de Shaquille O’Neal había dejado vacante el puesto de pivot un año antes y los angelinos, pensando en volver a los primeros planos con Kobe Bryant como estandarte, escogieron a Bynum, un gigante de 2,13 metros quien se había destacado en la secundaria, pero que no había llegado a participar en ninguna universidad ya que, a pesar de coquetear con Connecticut, decidió saltar directamente al profesionalismo.
La historia de Bynum en la NBA arrancó a lo grande. El mismo Kobe lo llamó al enterarse de la selección. “Me quedé impresionado. Yo tartamudeaba por el teléfono”. Así retrató el momento el muchacho de New Jersey. Los Lakers, dispuestos a poner todas sus fichas en el gran proyecto, contrataron para que sea su mentor nada más ni nada menos que al legendario Kareem Abdul Jabbar, el máximo anotador de todos los tiempos. El futuro en la vida del joven era más que prometedor, tanto que con apenas 18 años y 6 días destronó a Jermaine O’Neal y se convirtió en el jugador de menor edad en debutar en la liga. Fueron casi 6 minutos frente a Denver con dos intentos de campo fallidos y un par de rebotes y tapones.
En su segunda temporada tomó más protagonismo: jugó los 82 juegos de la fase regular y fue titular en 53. Promedió 7,6 puntos y participó del partido entre rookies y jugadores de segundo año. Los Lakers empezaron a apreciar a su nueva joya. “Tiene un gran estilo, todas las herramientas físicas. Todo depende de él”, remarcaba Kobe. Hasta un consagrado como Tim Duncan se rendía a los pies de Bynum. Tanta era la confianza que le tenían que la llegada de un crack como Jason Kidd se truncó por la negativa de la directiva de traspasar al pivot. Atrás había quedado un incidente con Shaquille en su primer año, intercambiando volcadas y bancándose unos golpes de uno de los centros físicamente más dominantes de la historia. Kareem lo bancaba públicamente: “Estuve feliz de verlo responder como hizo, fue una respuesta competitiva. Tiene una ética de trabajo muy buena y sabe que no puede hacer todo, eso es importante”.
Muy atrás en el tiempo quedó ese octubre del 2008 cuando Los Lakers le renovaron el contrato por 42 millones de dólares hasta el 2013. En ese entonces Mitch Kupchak, gerente general de los angelinos, destacaba la felicidad que representaba asegurarse a Bynum por casi cinco temporadas. “No tenemos ninguna duda que puede llegar a ser uno de los grandes jugadores de la NBA”, sentenciaba. “Esto consolida mi futuro con los Lakers, que es la mejor organización de todos los deportes profesionales”, devolvía la gentileza Andrew. Tiempo después de la renovación, llegaban actuaciones como contra Los Clippers, en las que anotó 42 puntos, los anillos del 2009 y 2010 frente a Orlando y Boston, y la ovación – mayor a la de Kobe – que recibió por parte del Staples Center cuando volvió luego de una de sus tantas lesiones mientras sonaba para él la canción de la serie norteamericana “Welcome Back Kotter”.
Sin embargo, cerca, como si fuera ayer, se ve la imagen del pivot sufriendo su primera lesión. Era enero del 2008 cuando sufrió una subluxación de su rodilla izquierda ante Memphis Grizzlies. Lo que eran cuatro semanas afuera se convirtieron en cinco meses. Era el año en el cual el jugador había empezado a promediar decenas en puntos y rebotes. Las lesiones empezaron a sucederse con continuidad. Un año y un mes después, frente al mismo rival, se rompió el ligamento medio colateral de la rodilla derecha. En 2010, fue el turno de una lesión en el tendón de Aquiles del pie izquierdo, en un juego contra Minnesota. Volvió para los playoffs, pero varias veces tuvo que ser infiltrado en las rodillas y en el tendón para poder disputar los partidos. Luego de conseguir el anillo, llegó la cirugía artroscópica para reparar un desgarro en el menisco lateral de la rodilla derecha. Y también empezaron los escándalos. Tras comenzar la temporada 2010/11, a mediados de diciembre, Bynum fue acusado de postergar la operación para irse de vacaciones a ver el Mundial de Sudafrica con su familia. Phil Jackson lo defendió públicamente. Las lesiones siguieron haciendo de las suyas. Una fisura en un hueso de la rodilla izquierda, una hiperextensión en la rodilla derecha. El apellido Bynum era sinónimo de problemas. Y la imagen con la que acabaría esa temporada no fue distinta. Los Lakers apabullados en playoffs por Dallas Mavericks – futuros campeones de esa temporada – y un Andrew Bynum expulsado por un tremendo codazo a Juan Jose Barea. El chico, ya no tan chico, recibió cinco partidos de suspensión.
El gigante de 2,13 tuvo su mejor temporada en cuanto a salud y rendimiento en el 2011/12. Ya había dejado de ser “una promesa” y su nombre hasta sonaba en posibles canjes. “Estaré feliz donde sea que juegue”, decía el pivot. Esa temporada, curiosamente, fue la más productiva en números: 18,7 puntos y 11,8 rebotes por partido. Hasta disputo el Juego de las Estrellas y se dio el lujo de asegurar que era el segundo mejor centro de la NBA, solo detrás de Dwight Howard. Kutchkap se dejó llevar nuevamente por el buen rendimiento: “Vamos a ejercer la opción por un año más, tenemos al mejor centro del Oeste” Men buy Tadalafil online for the very reason that it is the most recent ED pharmaceutical that guarantees the best experience in the matter of its treatment. ReallyВ , destacó. Pero Andrew seguía coleccionando irresponsabilidades: dejó a su equipo por acciones agresivas contra Houston Rockets. Mike Brown, su entrenador, lo castigaba pese a su gran rendimiento, mientras que la directiva lo multaba. Y Bynum volvía y seguía en gran nivel. Sus 30 rebotes contra San Antonio como visitante en la victoria de Los Lakers fueron de lo mejor de su temporada. Sin Kobe, lesionado, Andrew finalmente cargaba con su equipo con excelentes números, secundado por Pau Gasol. El 29 de abril del 2012, Bynum consiguió un triple doble en playoffs, registro que no alcanzaba ningún jugador de Lakers desde hacía 21 años.. Fueron 10 puntos, 13 rebotes y 10 tapas contra Denver. La eliminación contra Oklahoma, en la segunda ronda de la postemporada, significó su última aventura en Hollywood.
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Entonces, llegó el megatraspaso que llevó a Dwight Howard a Los Angeles y a Andrew Bynum a Philadelphia. El principio del fin. El pivot decidió someterse a un tratamiento experimental en Alemania, algo que habían hecho Kobe Bryant y Grant Hill, entre otros. ¿Era necesario luego de haber tenido su mejor temporada y sin lesiones? Los Sixers anunciaron que Bynum estaría tres semanas afuera y comenzaría más tarde la temporada. Las tres semanas se hicieron cinco y luego llegó el rumor del insólito acontecimiento. La reciente adquisición de Philadelphia se había agravado la lesión de la rodilla jugando bolos. Las contusiones óseas eran en ambas rodillas y los cartílagos se encontraban debilitados. La temporada de Bynum se terminó sin haber empezado. En marzo, se sometió a una artroscopia en ambas rodillas. Los Sixers decidieron no renovarle y el 30 de julio del 2013 los Cleveland Cavaliers se animaron a contratarlo. El centro vio acción luego de más de un año, jugando siete minutos frente a Brooklyn Nets. Andrew venía promediando 8,4 pts y 5,3 rebotes y parecía haber dejado atrás los problemas de lesiones, pero, esta vez, eran la parte mental y la conducta lo que hicieron que los CAVS tomaran la decisión de suspenderlo primero y canjearlo después. Nunca quedaron claras las razones por las que los Cleveland suspendió a Bynum. Apenas un comunicado que habló de “conductas en detrimento del equipo” choosing an essay writing service .
La desesperación por canjearlo inmediatamente encontró respuesta en una jugada de ajedrez, común en la NBA. Los Chicago Bulls, sin chances esta temporada por la lesión de Derrick Rose, comenzaron su plan de reestructuración y tras no poder renovar a Luol Deng por una suma acorde a lo que podían pagarle, enviaron al alero a Cleveland a cambio de Bynum y un par de picks de draft, pero no para contar con sus servicios, sino para echarlo inmediatamente y así ahorrarse espacio en el tope salarial.
Una vez más, Andrew Bynum se convirtió en agente libre. Muchos son los rumores sobre su futuro. Que el Heat, que los New York Knicks, que los Clippers, que el retiro porque no le interesa el básquet y ya tiene varios millones en el banco… Rumores y más rumores, pero nada concreto. Con 26 años, un historial tremendo de lesiones, mala conducta y antecedentes poco confiables, el jugador que supo brillar en Los Lakers se ha convertido en un enigma, una apuesta a todo o nada. Y como en toda apuesta se puede ganar o perder. Solo resta saber si hay alguien dispuesto a jugar a esta ruleta rusa.
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