El archiduque Francisco Fernando era el heredero al trono austrohúngaro desde 1896. El joven era uno de los personajes más emblemáticos de la monarquía austrohúngara de principios del siglo pasado. El 28 de junio de 1914 él y su esposa fueron asesinados en Sarajevo, capital de una de las provincias del Imperio que dominaba, a manos de Gavrilo Princip, un extremista serbio. El hecho dio pie que Austria-Hungría le declarase la guerra Serbia, quien recibió apoyo total de Rusia. Entre los aliados a ese país también estaban Inglaterra y Francia.
El 4 de agosto de 1914, Inglaterra decidió involucrarse en el conflicto y abrió las hostilidades con Alemania. La guerra tuvo diferentes situaciones que a lo largo del tiempo llamaron la atención, pero una muy particular que llegó el 25 de diciembre de 1914. Navidad. Las tropas británicas aceptaron la invitación alemana para pasar juntos nochebuena. Al principio, la extrañeza y el miedo a una emboscada habrá asustado a cada uno de los soldados que estaba en la trinchera. Sin embargo, se juntaron e hicieron un alto el fuego.
Según explicó después la Royal Air Force, los oficiales no podían creer semejante reacción. La publicación “The Times” indicó que un soldado alemán que había vivido en USA fue el traductor del encuentro. La noche y el festejo, hasta que en pleno disfrute de alcohol y comida, un soldado británico propuso tirar la redonda a rodar y jugar un picado. Inglaterra – Alemania en pleno campo de batalla. Si bien, no existe ningún tipo de síntesis del encuentro, el diario Inglés informó que ellos ganaron 3-2. Imposible aseverarlo.
Existen algunas versionas que indican que n no fue el único encuentro que se disputó. En el sector de Argyll and Sutherlands, se registró un partido entre alemanes y escoceses. No obstante, la más llamativa de esta serie de partidos es el que, supuestamente, disputaron los soldados alemanes y franceses en la costa norte de Francia. En este caso, los “futbolistas” utilizaron una ración de estaño como la pelota.
Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial fue la caída de cuatro grandes imperios. El alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano se tuvieron que rendir y el absolutismo monárquico desapareció de la escena europea. En cuanto a la lucha, se calculó que lucharon 65, 8 millones de soldados y que murieron 1 de cada 8. Es decir, seis mil hombres murieron por cada día que duró la guerra. En este sentido, también se vio un estancamiento demográfico que se prolongó durante varios años y provocó la inmigración a diferentes ciudades. Principalmente en el norte de Francia.
Empresarios, obreros, abogados, médicos y, porque no, costureros. Había hombres de cualquier oficio en el campo de batalla. Las trincheras no hacían divisiones. Tal es así que Ejército Británico formó un batallón que era conocido como “Football Battalion”. Así es. Todos futbolistas. Franklin Buckley, jugador de la Selección inglesa, fue uno de los que respondió a la carta enviada por Mr. Wall, secretario general de la Federación de aquel momento. Además de Buckley, el 17º Regimiento británico se formó con grandes jugadores de la época. get an essay Tottenham, Chelsea, Clapton Orient, Arsenal, Queens Park Rangers, Luton Town y Northampton fueron los clubes que liberaron a algunos de sus futbolistas que quisiera participar en el frente.
La cuenta total indica que fueron aproximadamente cuatrocientos futbolistas, entre profesionales y amateurs, en formar parte del batallón. La idea planteada por los principales equipos de Londres también tenía una garantía especial para cada uno de sus jugadores. La decisión de la “Oficina de Guerra” de reclutar a más de mil soldados entre futbolistas, seguidores y entrenadores tuvo una respuesta inmediata. Sin embargo, Hayes Fishers, presidente del Fulham, luchó para que cada uno de ellos tenga las pensiones adecuadas en caso de discapacidad o muerte en el campo de batalla. El parlamento británico aceptó y, de esta manera, comenzó el éxodo futbolístico hacia la guerra.
Finalmente el batallón de futbolistas llegó a la primera línea del frente. El momento que quiso el destino fue la batalla del Somme. Una de las más crudas de la guerra y que contó con más de un millón de muertos entre ingleses y alemanes. Evelyn Lintott, jugador de la Selección inglesa en siete oportunidades, fue uno de los que murió en los enfrentamientos. No obstante, el peor momento del batallón fue cuando sufrió un ataque con gas tóxico en el que fallecieron 14 soldados.
El primero en inscribirse, Frank Buckley, que después tendría una brillante carrera como entrenador, fue herido de bala en el pecho y recién retornó a las trincheras en 1917. Su trabajo durante la guerra fue reconocido con varios ascensos y terminó como Mayor del Ejército Británico. Al terminar el escarnio, escribió en un diario personal que murió el 80 % de los chicos que tenía a su cargo.
Richard Mc Fadden, William Jones y George de Scott eran jugadores del Clapton Orient. Los tres cuentan con un pequeño monumento en Flers Somme, la ciudad que se rearmó luego del cruce bélico. Mc Fadden era Sargento en el conocido “Batallón del fútbol” y describió en una publicación de la Royal Air Force como le tocó ver morir a uno de sus compañeros:
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Una de las pérdidas que más golpeó al pueblo británico fue la de Walter Tull, jugador del Tottenham. El delantero veloz y potente estaba en las consideraciones del Arsenal y del, por entonces, poderoso Rangers escocés. La prensa inglesa había considerado al punta como una de las máximas promesas de su país y meses antes habían destacado su habilidad en un encuentro al indicar que había hecho “el partido perfecto”. Sus restos nunca fueron encontrados luego de la guerra.
Durante su trabajo en la Guerra, también existieron voces opositoras que denunciaban que el “batallón de futbolistas” era un método propagandístico por el cual el ejército británico quería captar gente desinteresada. Más allá de algunas discrepancias, lo cierto es que el batallón de futbolistas fue reconocido con múltiples condecoraciones y es uno de los más reconocidos por su actuación en el conflicto.
Por @Fglamas
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