La fría letra dirá que la Cámara de Casación decidió hoy “licuar penas” bajando la que pesaba sobre los hombros de Omar Emir Chabán y, como moneda de cambio, metió a Callejeros en la misma bolsa que el empresario zar del rock Argentina con lugares míticos como Cemento y el tristemente célebre República Cromañón.
La otra historia, la que realmente importa, la que no reflejan las cámaras de TV y ni siquiera se acercan los ríos de tinta que se escriben en el tema, indica que hoy a la herida de Cromañón se le tiró sal. De manera indiscriminada, eh. “Salando las heridas”, cantaba el Indio Solari (párrafo aparte, en sus shows se siguen viendo bengalas) Eso fue lo que hoy hizo la Cámara de Casación penal.
El día ya empezó barajado para el carajo (advierto: no pienso cuidar el lenguaje en está nota, que no será redactada, si no vomitada) cuando la policía, por orden de vaya a saber uno quien o qué, le impidió a los padres de las víctimas de República Cromañón el ingreso al recinto donde se iba a leer el fallo de la Cámara de Casación.
Luego de pelear y romper absolutamente lo que se les puso adelante, los padres lograron ocupar el lugar que les correspondía. La sala de audiencias, sentarse y escuchar desde ahí lo que esos tres jueces tenían que decirles, sea lo que eso sea.
Apareció el Tribunal, pidió silencio y comenzó a escupir una sentencia tibia, elaborada puramente para buscar conformar a todos, pero, en la cuestión de fondo sin definir nada e incluso bajando las penas más fuertes que el Tribunal Oral en lo Criminal Número 24 había fijado en el año 2009.
Primero, se cambió la palabra “doloso” por “culposo”. Algo que, sólo por definición jurídica, bajó la pena máxima de 25 años a 11. Omar Chabán “gozó” ese beneficio, mientras que Callejeros lo padeció al ser metido en la misma bolsa que el ex gerenciador.
Otra vez volvemos a la fría letra: Chabán, Callejeros –incluido manager e iluminador- y Raúl Villareal fueron condenados por “incendio culposo seguido de muerte en concurso real con cohecho activo en calidad de partícipes necesarios”.
¿Traducimos? Para la Cámara de Casación penal Omar Chabán, gerenciador del boliche, responsable de haber elegido, por decisión propia, tener un techo no ignífugo pero más barato y, en caso de haber habido coimas, partícipe primario y más que necesario, tiene la misma responsabilidad que Daniel Cardell, el tipo que se colgaba de una escalera para poner la escenografía de los shows…¿no es medio una boludez meterlos en la misma bolsa? Para mí si.
Sí, ya sé. Ya sé que está la gente que dice que Callejeros también es igual de responsable que Chabán, que son unos boludos, que no tenían necesidad de tocar en Cromañón menos de dos semanas después de haber reventado Excursionistas. Ok, en algo puedo darles la derecha. No en todo. Para mí Callejeros no tiene la misma responsabilidad que Chabán por los motivos que anteriormente mencioné.
Ahora bien, Callejeros, Chabán…¿e Ibarra? Dónde está la cabeza de la Ciudad de Buenos Aires en ese momento, el responsable directo si había funcionarios corruptos, el tipo que debía velar por la seguridad de los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires por encima de una banda o de un comerciante de la noche, como era Chabán.
¿Dónde está? En la Legislatura, postulándose nuevamente para el cargo en el que FRACASO ya que durante su mandato y bajo su Gobierno se produjo un incendio que se llevó la vida de 194 personas, por no tener en regla el lugar, por que las ambulancias del SAME no estaban bien equipadas, porque no había suficiente oxígeno, porque los hospitales colapsaron, porque la policía y los bomberos arreglaron coimas con el guiño de los funcionarios públicos. ¿Y saben que es lo realmente gracioso? Que todas esas cosas, mejor dicho, el buen funcionamiento de todo eso, debe estar garantizado por el mismo organismo: El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Aníbal Ibarra fue destituido de su cargo y detrás de él llegó el “afrancesado” Telerman. Dueño de “La Trastienda”, Jorgito se encargó que el reducto de la calle Balcarce salga bien beneficiado. Pero además hoy, a seis años de la tragedia, Anibal Ibarra sigue en política, sigue en la Legislatura y es candidato, otra vez, a jefe de Gobierno porteño. Y pensar que varios se horrorizan porque Callejeros siguió tocando y vendiendo discos…
Ahora, el Tribunal Oral en lo Criminal número 24 deberá volver a poner penas, sabiendo que ahora el máximo es de once años y el mínimo es de dos. Y , para la Justicia Argentina, Callejeros, su escenográfo, el manager, el amigo de Chabán, Chabán y la mar en coche tiene todos la misma responsabilidad. Esa ensalada infame, facilista, buscando el conformismo de la gilada, lo único que hace es seguir escarbando en una herida ya infectada.
Si Callejeros va preso, Pato no podrá seguir cantando, no podrá vender más discos. Ningún otro boliche podrá ser regenteado por el hábil Chabán, mientras él siga preso. La pregunta que me hago y que les hago, es ¿Quién nos libra que el hijo de mil puta de Anibal Ibarra no comande de nuevo la Ciudad de Buenos Aires? Nadie. Bueno, sí, nuestro voto. Pero ¿saben que es lo más triste? Hay gente que cree que Ibarra debe volver. Está bien, mientras Callejeros no siga tocando y quede guardado a la sombra- lo mismo va para Chabán- para la gran parte de la sociedad Argentina habrá justicia.
Para mí no. Nunca la habrá. Porque la muerte de 194 personas por haber ido simplemente a ver un recital de rock jamás podrá asociarse con una palabra que se asemeje a justicia. Desde la concepción, lo que pasó lleva el rótulo de injusticia. No pidan justicia, no la van a tener en este tema. Pero tampoco se conformen con boludeces y, sobre todo, no voten a Aníbal Ibarra. Por favor se los pido.
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