Carlos Abdo asumió la presidencia de San Lorenzo con mucho optimismo. Apareció en los medios cuantas veces quiso, pronosticó confianza, fe y prometió que todo cambiaría. El tiempo le fue complicando las cosas, la situación era mucho peor de lo que él la esperaba, y hoy, con nuevos y viejos problemas, sigue adelante tratando de sacar al Ciclón del pozo.
“Honestamente, la situación nos pasó por arriba”, tiró el paraguayo. Es cierto, a pesar de que sabía que agarraba un fierro caliente, seguramente no pensó que se iba a quemar como se está quemando. De todos modos, tampoco supo cómo resolver algunos inconvenientes, y a pesar de algunas cosas para destacarle, el déficit de San Lorenzo sigue aumentando. Ya no le sirve más echarle la culpa a los que estaban antes. Primero, porque él mismo participó con el Grupo Inversor que tanto daño le hizo al club. Y segundo, porque hay cosas que se siguen haciendo tan mal como antes.
Abdo está cansado de poner plata. La enorme mayoría de sus votos los ganó por ser un exitoso empresario que tiene mucho de lo que San Lorenzo necesita urgente, dinero. Es cierto, de entrada, tuvo que poner 10 palos verdes porque la situación era insostenible. Los puso, pero de a poco con su dirigencia empezó a hacer todo para que la única solución sea seguir poniendo. Continúan contratando jugadores que no sumaron ni minutos ni calidad en el equipo y sí gastos; el club sigue teniendo empleados ñoquis por donde se mire; para cancelar las deudas, se siguieron pidiendo préstamos con altas tasas de interés, en vez de buscar la forma de generar recursos propios.
Hay otras cosas también ciertas. En Boedo hace rato que no se concreta una jugosa venta al exterior que traiga aire, los resultados deportivos no han revalorizado el plantel. La gestión Abdo redujo de 45 a 30 millones de pesos los gastos en fútbol, y generó un caudal de ocho mil socios nuevos. El déficit operativo se redujo de 6.700.000 a 2.200.000, pero el club acrecienta cada vez más sus números rojos. Y encima, por problemas internos, le renunciaron cuatro hombres de Comisión Directiva.
Abdo pasa alrededor de 15 horas diarias en el club. Lo acusan de personalista, pero él siempre pone su cara y comunica las novedades, sean buenas o malas, algo para destacar de un presidente. Muchas veces se ve sobrepasado, no pudiendo dominar la situación, abatido por la desazón de tener que resolver todos los días un problema nuevo.“Todos los días prendo una vela para que quien tenga un cheque no lo deposite”, asegura. Si sigue así, va a tener que prender un santuario.
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