Javier Cantero, presidente de Independiente, cumplió con su promesa: auditó y demandó a la anterior Comisión Directiva del Rojo por administración fraudulenta. El flamante mandamás sigue demostrando que no teme en enfrentarse a lo que varios se achican. ¿Sabrán Passarella y Abdo que sus socios les piden lo mismo? Sí, pero no les conviene ni se animan hacerlo.
Uno de los compromisos de campaña de Cantero era auditar el club y tener una prueba fehaciente de por qué una institución como Independiente está tan en ruinas. De comprobarlo, también se cargó la tarea de denunciar ante la Justicia al/a los responsable/s del despojo que sufrió el cuadro de Avellaneda. Luego de los primeros resultados de la auditoría, la culpabilidad de Comparada y sus secuaces quedó al desnudo, y la máxima autoridad de Independiente hizo realidad el pacto con sus socios. Cantero está limpio y no le tiembla el pulso.
Distintos son los casos de otros dos presidentes de clubes grandes: Daniel Passarella y Carlos Abdo. Ambos tienen la misma clase de problemas que tienen los Diablos, pero comprometerse con auditar y denunciar responsables sería cavarse sus propias tumbas.
El caso del Kaiser es sencillo: una buena parte de la Comisión Directiva que hoy lo acompaña conduciendo al Millo, también participó de la gestión Aguilar. El caso más saliente es el de Daniel Bravo, hoy vicepresidente ayer fiscalizador. Además, durante dos de los ochos años que el ex presidente se tomó para destruir a River, Passarella fue el director técnico del primer equipo. Conclusión: investigar sobre las irregularidades de la era Aguilar, sería arriesgar el pellejo propio y el de varios de sus compañeros.
La situación de Abdo, además de perjudicarlo a el mismo, también perjudicaría a San Lorenzo. Durante sus nueve años de paupérrima gestión, Rafael Savino fue secretario general y hombre de confianza de Grondona. Por lo tanto, ponerse en contra de Savino también es enfrentar a Don Julio, que en un abrir y cerrar de ojos puede hacer desaparecer a un club endeudado por donde se lo mire y que tiene la AFA como uno de sus principales acreedores. Además, el “pope” del Ciclón, participó del Grupo Inversor que hizo negocios trayendo a jugadores que San Lorenzo no podía pagar. El Ciclón se hizo cargo de los sueldos, los títulos no llegaron y no entró un mango cuando las “figuras” se fueron. No es casualidad que San Lorenzo esté como está.
Esa es la pequeña gran diferencia institucional entre tres gigantes dormidos. Futbolísticamente, uno está en el peor momento de su historia; otro está reviviendo fantasmas del pasado; el restante teme porque los próximos meses puedan ser los más duros. Lo cierto, es que a la hora de votar, en Avellaneda prefirieron el cambio, y cruzando el Riachuelo eligieron más de lo mismo. A partir de ahora, en Independiente sabrán la causa de real de los embargos e inhibiciones que reciben frecuentemente. En Núñez y Boedo, bueno, mejor pagar y listo.
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