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Billy Bond and The Jets: cóctel de aquellos

En 1978, en tiempos de exilio, Billy Bond se juntó con Serú Girán, que se estaba gestando, y juntos parieron un disco fenomenal que salió a la luz al año siguiente. Poco difundido y poco escuchado en nuestros tiempos, es una joya que hasta suena actual. Crítica a la música disco, cátedra de rock and roll y carcajadas: algo bueno tenía que salir de semejante mezcla.

Por algo les decían los Beatles argentinos: un erudito de la música como lo era Charly García, un bajista y un violero excepcionales como lo son Pedro Aznar y David Lebón, y por último quien fuera (para mí) el mejor baterista de la historia del rock nacional: Oscar Moro. Sí, estamos hablando de Serú Girán. Pero está faltando algo… ah, sí. La picardía, el bardo… ¡Lo pesado del rock and roll!  En efecto, Billy Bond (o Giuliano Canterini, su nombre verdadero) se juntó con Serú, que recién se estaba gestando, y juntos crearon un disco que es un primor.

El nombre de esta efímera superbanda fue Billy Bond and The Jets. El disco en cuestión llevó un nombre homónimo, fue parido en 1979 y, musicalmente, de pesado no tiene casi nada, como los anteriores de Canterini. Pero es una joya. En tiempos en los que el rock y la música masiva en general empezaban a perseguir la biyuya tocando ritmitos de boliche, Charly escribía Discoshockuna letra irónica en contra de ese movimiento disco (y adaptando su estilo musical irónicamente, cosa que el público no entendió, criticando la canción hasta el hartazgo): “Usás camisa y zapatos de Cardin. Me causás risa, sólo te falta el corset. Rajá, rajá, Gertrudis”. 

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¿Querés contratapa? Tomá contratapa

La “tomada de pelo” a la gente ridícula sigue en Judy disfrazada: “La careta puesta, nunca eres feliz, vienes a mostrarte para impresionar. Siempre vas pintada Judy, con disfraz, no finjas”. El triplete inicial de ritmo pegadizo y letras picantes se completa con el track 2, Toda la gente: “Los que no piensen, todo el tiempo van a estar muy aburridos, están siempre en el mismo lugar…”. Recordemos que tanto Billy Bond como Serú Girán compartieron exilio en Brasil, por lo que la letra de esta canción podría rondar por esos lares.

¿Querés rock and roll? Tomá rock and roll”, reza el estribillo de Toma rock and roll, el track namber for. Uno se imagina a un oyente asiduo de Billy Bond, escuchando un disco casi pop y preguntándose dónde está el rock and roll. La respuesta es literal. Tomá rock and roll. Un riff fenomental y Lebón luciéndose en dos minutos y veintinueve segundos, inaugurando una nueva sección del disco que continúa con ¿No te sobra una moneda?, sin dudas el clásico del disco. Todo lo rastrero y ciruja que podía aparentar Canterini sale a la luz en este temazo: “No doy mucho por mi vida y me tiene sin cuidado, si me usan de propina y me echan donde voy“, dice a modo de súplica el polémico frontman.

Las risas de fondo a lo largo del instrumental lo dicen todo. Variaciones sobre “El paso del elefantito” le pone un solo rockero de Lebón a la legendaria melodía, con silbidos y coros repletos de carcajadas, con Charly tirando un “Mama mía, mama mía, mama mía, let me go” a lo Freddie Mercury. Hasta parece que alguien hace un ladrido de perro. Locura total que hace pensar en lo bien que lo habrán pasado esos muchachos mezclando su talento y su excepcionalidad con otras cositas. El cha-cha-cha, séptimo track del disco, devuelve al rock a la vida, tanto en ritmo como en letra: “Quiero un rock and roll a toda hora, bailar un cha-cha-cha en la vitrola”, ladra Billy Bond. Cátedra de cómo sentirlo, especialidad de Canterini.

Billy Bond + Serú Girán = bomba
Billy Bond + Serú Girán = bomba

Las dos últimas pistas terminan de formar esa totalidad bizarra y a la vez magnífica que es el disco. Sono io está cantada en un italiano medio argentinizado, y La hija del coronel completa el LP con un portugués que dice que la alegría no va a terminar. El medio minuto final es la frutilla del postre: solamente se escuchan las carcajadas de Billy Bond, que hasta parece llorar de la risa. Digamos que, en definitiva, es lo que el italiano nacionalizado argentino le dio a lo que luego sería Serú Girán: la picardía y una cuota de locura.

El vinilo cotiza en internet, como mínimo, en unos $3500. Duele imaginarse cuánto debe costar en alguna feria, donde (en general) aumenta unos pesitos. En Mercado Libre, por lo menos, alcanza los $5000. Si nos ponemos locos como Canterini o Charly, el disco los vale. Raro y hermosísimo cóctel el que formaron Serú Girán y el loco de La Pesada. Billy Bond and The Jets, tanto disco como banda, siguen hoy creando carcajadas. Vale la pena escucharlo.

Acá va completito: