“El vestuario se descomprimió con la salida de Martín”. Los dichos de Sebastián Battaglia retumbaron bien fuerte. Sobre todo en el exterior de La Bombonera. Quizás, Martín Palermo escupió el café, pero dentro, en el predio, donde Julio César Falcioni y sus hombres buscan el campeonato no voló una mosca. Claro, todos piensan lo mismo.
En especial él. Único dueño del vestuario. El único foco de atracción. El hombre que dio origen a la bipolaridad Xeneize. Juan Román Riquelme está feli. Está re felí. Está recontra felí. No es para menos. Luego de años, en Boca se respira paz. Esa misma que se vio amenazada sólo luego del 0-0 ante Olimpo por la primera fecha. Después, nunca más. Cierto, ayudada por los resultados.
No es casualidad el estado de gracia del Diez Xeneize. Es “su” equipo y de nadie más. El quiere ganar este campeonato para cerrar bocas y silenciar críticas. Riquelme, por primera vez en años, tiene “su” equipo. Y el de nadie más. Y ese repercute, positivamente dentro del vestuario Xeneize.
Tan positivo es que Battaglia, que siempre se mantuvo equilibrado en la eterna disputa entre el goleador y el conductor, habló y dejó bien en claro como son las cosas ahora: en Boca cambio el aire. Tanto que Erviti se adaptó, que Somoza mejoró, que Orión es una pared, que lo único que Schiavi, al fin y al cabo, vino a equilibrar fue la defensa, despejando los rumores que lo situaban como un elemento con doble función.
No fue necesario. El Flaco no vino a ninguna lucha de vestuarios. En el vestuario del Dios Román, casi por mandato divino, todos son felí. Claro, el Diez manda. El diez se ríe. El diez Corre, el diez juega, el diez está contento, con una sonrisa de oreja a oreja ya no tiene que hablar más de “palermistas y riquelmistas”. Ya es “su” Boca. Y el de nadie. Y Boca, ese Boca, gana, gana y no para de ganar. Lidera el campeonato con un margen amplio y, por lo pronto, no tiene ningún rival de esos pesados en el horizonte.
Muestra de cómo está Román fue el duelo con Lanús. Único de riesgo real para este Boca y tuvo a un Riquelme divino. Román pulverizó al Granate, ayudado por su compañero Erviti y sus amigos Clemente Rodríguez y Lucas Viatri. Un Viatri que demostró que la 9 no le queda holgada. Quizás todavía no haga goles de cabeza de 40mts, pero lo que juega…El 9 no sólo está para hacer el gol, varias veces lo genera. Y, en ese sentido, está en la misma sintonía que Román. Y eso se nota.
Ojo, Battaglia no quiere decir “sin Palermo estamos mejor”. Pero es una realidad. Y poco tiene que ver con el Loco, sus goles y demás yerbas que el máximo artillero de la historia Xeneize le brindó al club. Tiene que ver con una realidad lisa y llanamente. No es contra Palermo es lo que pasa. Palermo se fue y Boca mejoró. Al menos cambio el aire. Ya no hay caras largas, no hay dimes y diretes, no hay operetas de prensa. Hasta Falcioni parece lindo…
Rock ‘N Ball averiguo y todo el plantel de Boca consultado y muy en voz baja confirmaron lo mismo que dijo Seba, que no es cualquiera, es otro pesado pesado, otro histórico de Boca.
Casi todos coinciden: El grupo está más unido que nunca. Quienes los ven aceptan: “Ahora tiran todos para el mismo lado”. ¿Más? Juan Insaurralde, uno de los que menos vivió la dicotomía Palermo-Riquelme que se devoró a varios DT (entre ellos Basile y Borghi) aseguró: “En la pretemporada nos dimos cuenta que algo cambio”. Nadie podrá oscurecer el bronce eterno que Palermo supo construir pero sin el Titán, hoy Boca brilla más.
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