Mucho hemos hablado en Rock ‘N Ball acerca de las bondades del club londinense Arsenal. Hemos destacado sistemáticamente su idea de proyecto a largo plazo, sus gran cantidad de jugadores jóvenes que siempre juegan a lo mismo, la falta de estrellas rutilantes en su firmamento y el priorizar el juego en equipo por sobre cualquier tipo de individualidad.
Sin embargo, y muy a disgusto de su servidor, hoy nos toca encarar a los Gunners de manera distinta. Si bien el juego es equilibrado, es lindo de ver y siempre se intenta pasarle la pelota a un compañero, al Arsenal le falta algo. Hace 6 años que no gana nada y su última conquista fue la F.A Cup de 2005. Lo curioso es que al Arsenal no le va precisamente mal hace varias temporadas, para nada, por lo general consigue muy meritorios segundos puestos, como el de la Champions League de 2006 y jamás ha bajado del cuarto puesto en la tabla de la Premier League desde que Arsene Wenger tomó el puesto de Director técnico en 1997.
Entonces, teniendo en cuenta que el problema de los londinenses no está ni en la dirigencia, ni en el entrenador, ni en el funcionamiento, ni en el esquema, hay que atacar donde más duele, los jugadores. ¡¿Que?! ¡¿El Arsenal no tiene buen plantel?! Sí, claro que lo tiene, pero no es ese el problema. Marcábamos antes que los Gunners no disponen de jugadores estrella, pero esto tiene un lado negativo que se emparenta bastante con la razón por la que el Arsenal hace años que no logra ningún título a pesar de pelearlos todos.
Hacen falta jugadores de fuste, con experiencia y peso específico. La última vez que Arsenal salió campeón de la FA Cup, contaba con jugadores en su plena madurez, alcanzando su máximo nivel y su mayor capacidad de conocimiento de este deporte en el mismo club. Estamos hablando de Sol Campbell (30 años) Robert Pires (30) Thierry Henry (ídolo, 27 años) Jens Lehmann (35) Patrick Vieira (28) Gilberto Silva (28) Sylvain Wiltord (30), Fredrick Ljungberg (27) y hasta se daba el lujo de tener a Dennis Bergkamp retirándose a los 35.
Estos son nombres que cambian la ecuación. Acá está la base de la cuestión. No se pueden conseguir títulos sin jugadores que sepan llevar los partidos decisivos contra los rivales más fuertes. Últimamente es común ver al Arsenal perder de local estando segundo y teniendo que acortar la distancia con el líder del torneo. Según Diego Latorre, a los Gunners les conviene jugar de visitante porque el local tiene la obligación de buscar el partido, y desde allí los de Wenger cuentan con mayores espacios para crear y moverse. Correcto. Pero no es suficiente. Es necesario un cúmulo de jugadores que aparezcan en los momentos más difíciles. Cesc Fabregas es una bestia, así como lo es Robin Van Persie y lo será Wilshere, pero cuando faltan 15 minutos para que termine el partido, no puede ser que sean sólo 2 los jugadores que puedan dar vuelta la tortilla. La tan bienvenida juventud del plantel en este caso tiene un doble filo que se paga caro.
Arsenal hoy en día tiene un plantel que juega entero a lo mismo, un grupo de futbolistas parejos que juegan con una misma noción. La diferencia con el de 2005/06, que fue sin ningún lugar a dudas la mejor plantilla de estos últimos años en el club y que casi le roba la Champions al Barcelona de Ronaldinho, es que en aquella temporada, era un grupo de enormes individualidades maduras, con una idea definida de juego y una identidad inconfundible.
Hoy los Gunners mantienen la idea y la identidad, incluso con los jugadores que eran suplentes en 2005, lo que marca claramente que la idea de proyecto a largo plazo (piedra fundamental del crecimiento sostenido para cualquier club) se sigue a rajatabla. Sin embargo, cuentan con pocas individualidades, a los nombrados se les puede agregar a Andrey Arshavin pero pará de contar. Jugadores como Theo Walcott o Samir Nasri, necesitan pilares en los que sostenerse para convertirse luego en figuras importantes.
Esto se graficó cabalmente en los últimos 5 partidos del Arsenal. Cronológicamente podemos empezar por el 1 a 2 ante Birmingham en la final de la Carling Cup, luego una goleada en favor a un equipo de la Segunda División por la FA Cup, más tarde un empate sin goles de local ante el Sunderland, un par de días después, el 1 a 3 frente al Barcelona y por último, el 0-2 ante el Manchester United quedando fuera de la FA Cup en Cuartos de Final. Lapidario, en sólo dos semanas se quedó afuera de 3 de las competiciones por las que peleaba y perdió la oportunidad de acercarse al líder en la Premier League. Hoy en día, la liga doméstica es lo único que puede aspirar a ganar. Ojo, porque el resto de los equipos que la discuten tienen muchos partidos entre semana y quizás jugar una vez cada siete días termine siendo beneficioso para los londinenses.
Arsenal debe incorporar jugadores que sean capaces de aguantar la presión y marcar la diferencia en los momentos definitorios si quiere volver a ganar algo. La base está, y recontra está. No son muchos los equipos que sin ser originalmente grandes se mantienen durante más de 12 años en los primeros puestos de una de las ligas más parejas de Europa.
Ojalá que este análisis esté equivocado y los Gunners puedan dar la vuelta por la Premiership llegando a junio, ya que es uno de los pocos equipos a nivel mundial que tiene a la pelota como religión, como base de toda posibilidad de creación, partiendo de la misma premisa, sin ella no se pueden hacer goles, si nosotros la tenemos y la tratamos mejor, vamos a estar más cerca que nuestros rivales de ganar. Justamente contra Barcelona fue que Arsenal, inconcientemente, traicionó su estilo, relegándose a hacer algo que no sabe hacer; jugar sin la pelota. Para los que reniegan del Barcelona, esa victoria fue una prueba histórica para los culés. El único equipo del mundo que intenta hacer lo mismo que ellos con el balón en los pies, se vio superado. Barcelona le sacó la pelota al Arsenal que por lo general construye entre 10 y 15 jugadas de gol por partido, y esta vez no pudo patear una sola vez al arco. Los blaugranas son de otro mundo hacen hasta los goles en contra, no le echemos la culpa a Wenger por su planteo, ni a Cesc por el taco en la salida.
Arsenal quiere, intenta, busca, toca, proyecta, pero le faltan jugadores de jerarquía que hagan la camiseta más pesada aún de lo que es. Paciencia, serenidad e inteligencia, son las cosas que le faltan individualmente al Arsenal y que brillan por su ausencia cuando las papas queman, justamente son las mismas tres características que mejor definen a Arsene Wegner, y es por el perfil del técnico que uno cree que la situación tiene manera de revertirse y sólo se trata de algo coyuntural.
Hay confianza en el proyecto, los objetivos no parecen definir el futuro del club, sino en su lugar, el funcionamiento, la regularidad y la identidad. Eso tiene un valor inconmensurable, es una idea institucional de base, sobreponiendo la excelencia deportiva a la vitrina. Los títulos, ya van a llegar.
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